- Estas son las normas, jamás abrir las puertas salvo en la hora de la comidas, jamás introducir dentro de la habitación ningún objeto que no sea papel y por sobretodo, jamás entre usted en la habitación, no importa lo que le diga- el guardia acompañaba al chico nuevo a su puesto de trabajo.
- Es sólo una niña ¿no? No creo que tanta seguridad sea necesaria- dijo ingenuo.
- No la subestimes, ¿por qué crees que tenemos una vacante?- la cara del chico ahora reflejaba cierto miedo- no confíes en nada de lo que te diga, el miedo te mantendrá con vida. Es aquí.
El chico se detuvo frente a la puerta de una habitación completamente cerrada, fuera tenía un letrero que indicaba el número, la celda 228, Brooke Winter.
El nuevo guardia de seguridad se sentó fuera y ahí espero en completo silencio.
Para ser un psiquiátrico estaba bastante silencioso, tanto que el joven no pudo evitar quedarse dormido.
- Así que te llamas Irving- el chico se sobresaltó al escuchar esa voz y volvió a estar alerta.
- ¿Quién anda ahí?- preguntó algo nervioso.
- Soy yo- la voz procedía del interior de la celda- solo busco platicar con alguien, no tienes nada que temer.
Su voz era un susurro cansado, como si no tuviese fuerzas para hablar, aún así se escuchaba muy seductora.
- Yo no estoy aquí para platicar, estoy aquí para vigilar.
- Admiro su devoción al trabajo, pero no me niegue este pequeño placer, dentro de estas cuatro paredes no hay más que libros viejos y empolvados, ni siquiera gozo de una ventana para ver el sol, mi única fuente de entretenimiento es el diálogo.
- No se me permite hablar con usted- aunque quería sonar firme, algo en la voz de la chica lo hacía temblar.
- ¿Y usted siempre obedece las reglas?- preguntó de una forma que casi se podía adivinar que había una sonrisa en su rostro.
- Es lo correcto.
- Lo mismo decía el antiguo guardia, pero acabó rompiéndolas.
- Respecto a ese guardia...- inició una pregunta pero sintió que no debía terminarla, o le dio miedo hacerlo.
- Te estarás preguntando que pasó con él- suspiró- era un hombre débil, su debilidad acabó matándolo, no tuve nada que ver si es lo que te imaginas.
- Yo no me imagino nada con respecto a usted.
- No se qué clase de monstruo te habrán dicho que soy, pero nadie puede culparme de nada más que charlar.
Hubo un silencio por parte del chico, no debía estar conversando con ella.
- ¿Así que creciste en una granja?- preguntó ella desde el interior.
- ¿Cómo sabes eso?- el chico se preocupó.
- Lo único que puedo hacer aquí dentro es leer, entre mis libros afortunadamente se coló su expediente, sinceramente su vida es más interesante que cualquier libro viejo. Hizo el examen para detective ¿cómo es que un joven detective abandonó un futuro tan prometedor para acabar de niñero en un psiquiátrico?
- No necesita saberlo y le agradecería mucho si me devolviera mi expediente.
- No puedo levantarme, estoy atada a la cama y aunque pudiera, mis piernas son completamente inútiles, por lo que su expediente se quedará conmigo hasta la hora de la cena. Aún no ha respondido mi pregunta. Compdezcase de esta pobre chica inválida que lo único que quiere es charlar.