Capítulo 36

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El coche se mueve y deja en comprobación que tiene buenos amortiguadores, no es el mismo caso del estéreo, se prende, se desconecta y vuelve a la normalidad por lo menos diez minutos.

Según Ricardo Martins iban por la pregunta número veintidós, y ya sabía que su hermanito se llama Mateo, el color que elige para combinar es el negro o el gris, nunca ambos a la vez. Claudia adora comer canelones de acelga y sesos, cree en la reencarnación y también en los ángeles. La última película que fue a ver al cine es la de Natalia Oreiro "Re Loca", y si, ella actuaria igual al personaje.

—¿En serio, con el cabello largo y el abanico? —asintió por segunda vez consecutiva—. Locomia no fue tan furor como Ráfaga, creo que baile más con Ariel Pucheta que con Locomia, pero no niego que la propaganda esa lo trajo de nuevo ¡eh!

El tránsito esta terrible, hubo un accidente a unos metros donde María produjo uno. Desea llegar hasta la otra carretera y de ahí ponerle pie a la casa de Claudia.

—¿Playa o campo?

—Ambos—contesta. Rasca su brazo y deja el celular encima de las piernas—. No tengo batería, por un lado bien y mal.

Avanzo gracias a las bocinas, subió sus caderas y quito su móvil del bolsillo.

—Utilízalo, no pasa nada.

La joven titubeo y termino aceptando. Está dejando gran parte de su orgullo atrás, el número de Vanesa es tan fácil de recordar, siempre que ocurrían sucesos violentos la llamaba desesperada en espera de ayuda.

Nunca acudía.

Pablo el será más inestable de Buenos Aires, ellos se conocieron de pequeños en el jardín, eran inseparables. Pasaron la primaria en salas distintas, pero no detuvo para nada que su amistad este en la mejor tonalidad del rosa, los rumbos al final del ultimo grado se dividieron a través de malas influencias y destruyendo un oasis.

Claudia asistió a un bello colegio de artes, fue alumna destacada por varios años, se rodeó de personas positivas y estaba en su mejor momento en relación con su madre. Vanesa iba por cumplir tres años limpia de cualquier vicio y trabajando de lo que más le apasionaba.

Todos pasamos por un momento de desequilibrio y en la familia Avendaño-Vargas parecer ser infinito.

En el viaje de egresados volvieron a reencontrarse por así decirlo. Justamente en una dinámica donde los profesores decidieron que estuvieran juntos, pareció tan abrumador el estar frente a frente después de ocho años sin cruzarse. Los siguientes días en Bariloche, no hubo intercambio de palabras pero sí de miradas.

No sé si fue el destino o el hecho de que tienen recuerdos únicos y hermosos, que decidieron intentar ser novios. Ella opto por una vida libre de despejada de parciales y estrés que causa la universidad, y Pablo vivir trabajando de cualquier cosa que le venga bien.

Tan molesto como frotar dos tergopoles o el chillido del tenedor en un plato fue transformándose su relacion. Celos, cigarrillos desparramados en el baño y una marca mediana en el antebrazo. Era la primera vez que se descontrolo su discusión, ella creía tener la culpa sobre provocarlo, tampoco podía detener el incontrolable llanto debajo de la ducha, cada contorno de su cuerpo temblaba al compás de las gotas.

Pablo compartía el mismo espacio sin embargo no la misma responsabilidad. Las colillas caían y él seguía caliente por discusión. Creyendo que tiene un mundo perfecto para dominar, manejándola a su manera; el cristal que "ama". Termino alejándose del baño para recaer en la casa de su amigo.

La vieja de Clau abandono por completo su promesa al revisar los bolsillos de su yerno, encontró el oro de los viciados. Esa misma noche entro en los brazos de un demonio olvidado, tan blanco como una nube y pequeño polvillo de cenizas. Una sola línea es el invitado sorpresa en días buenos y malos.

Ambas vivían en el debate de abandonar las cadenas o creer que no existían. Hasta hoy revientan sus cabezas al decidir.

Entre flores, restaurantes y promesas de cambio de actitud volvia a perdonar. Sastifacion, miedo y calma fueron el "perdón" para que Vanesa regresara a la adicción de su pasado.

—¿Mamá? Soy yo, Clau, voy yendo a casa. Deja la puerta abierta—hizo silencio, de fondo se oye los choques varios de los cubiertos—. ¿Mamá?

—Sí, sí, sí—repitió más de un minuto y colgó.

Sin hacerse preguntas entiende que otra vez esta pasada de rosca. Agradece al Gauchito Gil por proteger a su hermano y así también que se encuentre en una piyama.

Ricardo tiene sus sentidos en ella, la busco con mirada y brinda una sonrisa.

—¿Bien? —Vargas asiente y devuelve el móvil—. Has notado que siempre que hay transito la gente se pone modo intenso. Una jungla de gorilas hinchas de River parecen todos, menos nosotros.

—¡Hey! No somos así, al menos no tenemos la necesidad de andar tirando gas pimienta.

El ruloso mordió su labio, nunca ganaría la discusión, no lleva el fanatismo en su sangre. Le da igual si pierde o gana su equipo. Pero si Claudia lo invita a ver algún superclásico promete interesarse más y dar racha.

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⏰ Last updated: Oct 28, 2020 ⏰

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