Capítulo 1

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Recuerdo

La alarma del reloj me despertó de golpe a las cinco con cincuenta segundos de la mañana, no, esta vez había sido un minuto después, pero siempre sucedía en esa franja horaria. Abrí mis ojos por completo y no pude más que contemplar la oscuridad que parecía devorarme, la maldita oscuridad. Mi respiración jadeante era el único sonido en la habitación, aunque mis oídos a veces escuchaban niños reír y una voz gutural que me pedía regresar. ¿Regresar a dónde exactamente? A la cordura seguramente, porque estaba a poco de perderla por completo. Me levanté lentamente sintiendo la camisa de la pijama totalmente pegada a mi cuerpo por el sudor, cualquiera diría que estaba enferma o el clima era demasiado cálido para mi. Ninguna de las dos cosas.

Al final, con la certitud de que no volvería a dormir, fui a tomar una larga ducha mientras pensaba en empacar mis maletas y buscar un nuevo destino mucho más alejado al anterior o al actual. Cuanto más lejos fuera, más segura estaría y menos me alcanzaría. Tal vez era demasiado crédula para aceptar que la oscuridad no mide distancias, no tiene límites, nada la para.

El agua fría sobre mi cabeza borró todo pensamiento, me resguarde allí con la luz artificial de la bombilla y respiré con libertad. El sol saldría pronto; pero no allí, sino en algún lugar de las largas cordilleras de los Andes en Suramérica. Cuando mis músculos y diferentes terminaciones del cuerpo dejaron de estar tensos, decidí salir de la ducha para envolverme en la toalla; pero, cuando di un paso afuera la bombilla parpadeó y mi respiración se detuvo. Cuando aquella habitación se llenó de sombras, varios pares de manos tocaron mi cuerpo de forma grotesca y amenazante, intenté cubrirme con la toalla de baño con más fuerza, mientras subían por mi abdomen y mis brazos hacia mi cuello. Entonces como si alguien estuviera de pie justo detrás de mí, alguien susurró a mi oído.

¿Recuerdas el 30 de octubre?

Jadeé por la sorpresa y el terror mientras intentaba ver por el rabillo del ojo a quien sea me hablaba, quería confirmar que era mi mente o era él o eso de nuevo.

Pero el timbre de la puerta interrumpió el momento y las sombras se fueron molestas por el ruido o por la intrusión de un invitado inesperado. Al mismo tiempo, mis piernas temblaron y mis rodillas cedieron hasta que caí al suelo. La bombilla se estabilizó; pero mi mente era otra historia. Con manos temblorosas me apoyé del lavamanos y fui por algo de ropa para abrir la puerta, no podía hacer menos por mi salvador o salvadores. Me puse el primer suéter que encontré y el pantalón más presentable, mi cabello era un desastre y así se quedó, tenía una gran urgencia por abrir la puerta, esperaba una sorpresa del destino, algo de suerte, compañía que alejara el mal. Sin embargo, debía haberlo sabido, solamente la mala suerte había tocado mi puerta.

—¿Hola? —abrí la puerta a tres desconocidos, totalmente diferentes entre sí, uno más joven que el resto.

—¿Elena Castellanos?

—¿Quién la pregunta? —pregunté de vuelta.

—Tenemos una propuesta para usted —dijo el mismo hombre, el que estaba mejor vestido, lucía como un profesional muy orgulloso y poderoso, tal vez era un abogado o un embaucador, o incluso ambos. Por eso tuve el impulso de cerrar la puerta; pero el hombre más fornido puso su pie para evitarlo —, somos del programa Misterios fantasmagóricos en Youvidtual, ¿lo ha escuchado? Es una plataforma muy exitosa.

—¿Quién no lo ha escuchado? Se puede escuchar música gratis ahí —le dije, señalando lo obvio y él se apresuró a sacar una tarjeta de presentación.

—Bueno, nosotros tenemos nuestro propio canal y realizamos un programa semana o por mes, dependiendo del lugar y las distancias... —. No me gustaba a dónde se dirigía esa conversación —. Vamos a lugares abandonados con historias terroríficas e intentamos descubrir la verdad.

—¡No! —respondí de forma tajante a la posible propuesta antes de siquiera escucharla e intenté cerrar la puerta de nuevo con más fuerza.

—¡Espere! Le pido me escuche, podemos ofrecerle bastante dinero, tenemos buenos patrocinadores que están interesados en esta historia, usted vendría con nosotros con todos los gastos pagos...

—No lo haré —dije con seguridad.

—Usted es la única sobreviviente de la que hemos escuchado del pueblo El Gran Tamuy, ¿acaso no tiene el deber de contarnos la historia? ¿De hacernos entender que pasó ese 30 de octubre? Díganos, ¿por qué más de la mitad de la población desapareció esa noche? ¿Por qué el 31 de octubre se convirtió en un pueblo fantasma?

Las preguntas llegaban una tras otra, él lucía muy emocionado junto al chico que bloqueaba mi puerta, mientras que el más joven estaba incómodo, y yo por otro lado, quería gritarles y decirles que lo único que encontrarían allí sería su muerte.

—Tiene que decirnos —exigió aquel hombre y por un momento volví a escuchar su voz, susurrándome al oído entre carcajadas.

Sí, cuéntales todo, tráelos a mi.

Regresa.

Cansada de huir, dejé que un oscuro pensamiento cruzara mi mente y abrí la puerta completamente mientras preguntaba:

—¿Morirías por saber la verdad? —una pregunta con demasiados significados.

—Sí —respondió él con una sonrisa satisfecha.

—Te contaré todo, cuando volvamos al pueblo.

Entonces, di bienvenida a las sombras de nuevo.

Una pequeña historia de terror para finalizar octubre...

Sombras en la oscuridad (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora