Adivinanzas
Los niños tenían que ir hasta el otro pueblo para ir al colegio, cuatro kilómetros que solían recorrer en bicicleta, excepto Benjamin, hijo de la familia más acaudalada del pueblo, tan diferentes del resto que incluso su hijo estudiaba en temporadas diferentes. Por eso estaba allí, por las vacaciones, aunque también porque su familia tenía problemas de dinero y preferían esconderse allí a ser avergonzados en la gran ciudad. Tenían un gran orgullo y se llenaban la boca hablando sobre su ascendencia española y su relación con la aristocracia o nobleza, no lo recordaba muy bien. Pero, por esa misma razón, era más fácil para Benjamin ir al bosque cada día, completamente solo y en busca de compañía, la chica de las adivinanzas lo sabía y salía temprano del colegio con mucha prisa para evitar que estuvieran solos por demasiado tiempo. El niño solitario y el monstruo atrapado.
El auto se detuvo y me desperté un poco confundida, todo estaba demasiado oscuro, sin señales de algún tipo de iluminación aparte de las luces del automóvil. Los tres hombres salieron a tomar un respiro, excepto el más joven que estaba sentado a mi lado, Enrique.
—He querido preguntarte —dije de la nada y él me observó sorprendido —, ¿Qué edad tienes?
—Dieciocho años —dijo temblando, entonces noté que tenía frío.
—¿Qué haces con ellos? ¿Son familia? —indagué un poco más.
—Nicolás es mi primo hermano —dijo, especificando con cuidado la relación que tenía con el líder del grupo —, me prometió una buena paga si les ayudaba con la filmación.
—¿Eres bueno con la cámara? —pregunté y él asintió.
—Planeó estudiar para ser director de cine —comentó un poco más animado —, por ahora estoy aprendiendo de Sam —se refirió al actual conductor, el hombre que conocí después, un chico bastante desgarbado y con antojos graciosos por su montura que parecía tener el color de un tigre lleno de manchas.
—Tu primo... ¿Qué edad tiene? —pregunté.
—Veintiuno —respondió de forma corta.
—¿Realmente tiene patrocinadores?
—No tantos como dice —respondió tras pensarlo un poco.
—¡Ey! Enrique, sal de ahí, ¡ven a tomarnos una foto! —exigió el susodicho.
Los dos salimos del auto e insistí en tomar la foto para que Enrique saliera en ella, no me gustaba como lo excluían. Ellos me entregaron uno de sus teléfonos, parecía último modelo y Enrique me indicó cómo poner el flash y hasta me ubicó para capturar una buena imagen. Yo ya conocía un poco al respecto, aunque el modelo que tenía no era tan avanzado y poco lo usaba a menos que fuera a comprar algo o reservar un viaje.
—Muy bien, voy a tomar la foto —les indiqué e hice un conteo hasta tres.
La luz iluminó el espacio detrás de ellos y creí ver una silueta allí.
—Toma tres —dijo Nicolás y por el temblor que empezaba a crecer en mis manos presioné de nuevo y una vez más para disimular.
Los chicos fueron por el teléfono y yo decidí no mirar las fotos; pero mis ojos se enfocaron en la oscuridad que se esparcía entre árboles y arbustos. Mientras más me concentraba, el ruido de la naturaleza se hacía distante y dormido para dejarme escuchar los susurros escondidos. Y por un momento creí escuchar la adivinanza que tanto le gustaba a aquel monstruo.
Mi nombre es de peregrino
y tengo virtud notable,
me encuentras en los caminos
y mi olor es agradable.
¿Quién soy?
—Romero —dije inconscientemente.
—¿Qué? —dijo Mateo a mi lado, intentando descubrir qué era lo que observaba. Me volví a él de golpe, no lo había sentido acercarse.
—Romero, creí que olía a romero —dije y él me miró un tanto extraño.
—Vámonos, es imposible tomar fotos aquí, no salen muy bien —se quejó Nicolás.
—¿Qué pasa con las fotos? —le pregunté, muy curiosa.
—No sé —dijo pensativo, buscando una forma de explicarlo —, es como si estuviéramos rodeados de sombras.
Lo estábamos.
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Sombras en la oscuridad (Pausada)
HorrorCada lugar tiene una leyenda o historia de terror, mi pueblo no era la excepción, nuestros padres nos advertían sobre no ir demasiado profundo en el bosque y un día rompimos la regla. Hace diez años escapé de ese lugar, cargando el secreto sobre la...