Capítulo 2

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Dos semanas.


Dos largas semanas habían transcurrido desde la última vez que Yoongi había visto a su Jiminie, estaba desecho físicamente como también mentalmente pero tenía un último plan para llevarse consigo a su bonito. Mentiría si no dijera que había pensado en deshacerse de los padres del menor, así todo sería más fácil, pero no podría hacerle eso. No podría quitarle a sus padres, no sería capaz de hacerlo sufrir así.

Por otra parte, la policía estaba sobre sus jodidos talones. Se había convertido en tendencia sobre toda la ciudad de Seúl, incluso el padre de Jimin salió en televisión acusándolo como un desequilibrado mental y además acosador por estar detrás de un menor de edad aunque de igual forma él lo fuera también. Lo único que torturaba el subconsciente de Yoongi era la idea de que su pequeño angelito se enterara del terrible ser que era, ¿Le tendría miedo? ¿Ya no le querría más?  

—¡Joder! ¿Por qué sigo pensando en lo mismo? Me ama, lo hace, estoy seguro. —se repite una y otra y otra vez mientras cierra sus párpados en un intento de que sus tortuosos pensamientos se fueran.

Pero es inevitable no pensar en ello, hace más de una semana que no lo veía y eso lo estaba matando lentamente. Yoongi camina por las calles con la capucha cubriéndole el rostro, eso no lo hacía lucir tan sospechoso puesto que gracias al cielo que estaban en una época de invierno. Puede ver la casa de su Jiminie rodeada de policías, justo como lo imaginaba. Por suerte, él sabía qué hacer con perfección. Hace tiempo que Yoongi y él tenían un lugar secreto, después de la escuela solían ir juntos maravillados por el cristalino río y los patos nadando encantadoramente.

—Estaremos juntos, Jimin. Te lo prometo.





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—¡Yah, Jimin! ¿Viste las noticias? Tú amigo asesinó a sus padres, ¿Cómo se llamaba...? ¿Yoki? ¿Yogui?

El niño de cabellos castaños trataba de hacer memoria sobre el nombre pero nada venía a su mente. Se encoge de hombros restándole importancia al asunto y levanta la mirada encontrándose con la del más pequeño.

—¡No he visto nadita pero todo eso es mentira, Taehyung! Yoongi no lastimó a nadie, son mentiras de la televisión y de todos. —defiende con un puchero en sus labios sintiendo sus ojitos cristalizarse por el enfado. ¡Estaba seguro de que su hyung no era malo! ¡Claro que no!

—Está bien, no llores. Si tú dices que el paliducho no es así entonces te creo. —bufa con pesadez dándole la razón, no quería verlo lloriquear por ningún motivo.

Jimin asiente sin quitar el puchero de su rostro y camina de vuelta a su casa a pequeños pasos. Su madre se estaba tardando más de lo normal en pasar por él, eso era raro ya que solía pasar todos los días sin falta. ¡Ella había convencido a su papá de que los policías no fueran a las escuela por él! ¡Su mamá era grandiosa!

—Creo que se entretuvo de nuevo mirando ese bonito vestido de la señora Chin, estoy segurito de que esta vez lo comprará. —susurra en voz bajita únicamente para él mientras caminaba por las frías calles de Seúl.

Iba tan distraído mirando a los otros niños jugar en el parque que se asustó cuando sintió una mano tapar su boquita.

—Shh… Soy yo, soy Yoongi.

Sus ojitos se iluminaron con alegría observando al adolescente de cabello negro.

—¡Yoongi! ¡Estás aquí! —grita el pequeño abrazándolo con entusiasmo a lo que claramente el mayor le correspondió rodeando su cinturita con cuidado.

—No hables tan fuerte, ángel. Ven aquí. —le pide deshaciendo el cálido abrazo para posteriormente tomarlo de la manita y caminar hacia al parque.

—Lo siento, es que te extrañé mucho. ¡Muchísimo! —vuelve a quejarse fuertemente pero rápidamente sus mejillitas se tornan de rosa cuando nota que alzó la voz de nuevo.

Yoongi se ríe de manera tierna tomándole de las mejillitas con suavidad, deja besitos en ellas imposible de resistirse a esas masitas.

—Mierda, te extrañé tanto. Yo… Jiminie, ¿tú viste las noticias?

Probablemente el adolescente lloraría en cualquier momento, no quería saber su respuesta pero era necesaria.

—No, pero mi papá dijo que tú… lastimaste a tu familia —le responde el menor tímidamente mientras juega con sus pequeñas manitas, no sabía si estaba bien decírselo—. ¡Pero yo sé que nada de eso es verdad! Tú no podrías lastimar a alguien. ¡Eres el niño más adorable de todo el mundo! —añade tomando la mano un poco más grande que la suya entrelazando sus dedos con los de él.

—Jamás me atrevería a lastimarte, ¿sabes eso, mi bonito bebé? —le pregunta apretando con suavidad la manita del chiquillo adorable, era tan suavecita.

—¡Lo sé! Tú eres muy amable y buena personita. ¿Recuerdas cuando salvaste a ese cachorrito de la calle?

Y es que Yoongi seguía siendo un chico, un chico de diecisiete años con unos padres que no supieron amarlo, un chico que creció únicamente amando a Jimin desde que era un bebé. Ese pequeño era lo único más cercano a lo que tenía de amor y no estaba dispuesto a perder esa maravilla.

O eso es de lo que él quería convencerse.

—Te amo. —fue lo único que sus labios pudieron formular y que mejor sabía expresar, no habían más palabras por decir.

—¡También lo amo muchito, Yoongi! Aún no sé muy bien que significa pero mamá dice que es algo bueno.

Y el mayor le besó las mejillas sin saber que ese sería el último día que lo vería, sin saber que sería descubierto por la policía. Tampoco sin saber que todo fue idea del padre de Jimin que los estaba siguiendo desde el inicio, y probablemente algo se rompió en él pero no porque sintió las esposas, se rompió algo cuando vió a su ángel llorar desconsoladamente diciendo su nombre repetidamente.

Pero no podía hacer nada, no ahora.














MENTAL SANATORIUM. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora