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Parece que quiere ser como su padre

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Parece que quiere ser como su padre...


Soltó un bostezo, dejando de lado el que sus padres pronto llegarían , de seguro en un o dos días, y mientras el tiempo pasaba, él seguía sin ir al colegio, no era por la flojera o algo parecido, era porque la psicóloga le recomendó estar distraído de lo que tenga que ver con aquel incidente, después de todo su trauma provino de la bóveda donde se guardaban los utensilios para la clase de deporte.

El timbre sonó, y con sólo oírlo su corazón empezó a latir con fuerza, sintiendo como un remolino se creaba en su estómago, sus cachetes quemaban y sus labios temblaban.

De seguro era su amado Samuel...

Después de todo le había avisado de que iría a visitarlo, y le traería regalos. Su relación había mejorado para bien, y los cambios se mostraron, tal y como había prometido aquel azabeche el día en que fue a pedir perdón.

— ¡Voy! — Exclamó mientras bajaba de las escaleras, esta vez sin tropezar.

Cuando llegó a la puerta, estaba a punto de lanzarse a darle mil besos y abrazos, si no fuera porque en vez de encontrarse unos bellos ojos violeta, se encontró con dos orbes de extraños colores... Uno azabeche y otro avellana, sin duda era curioso...

— Uh... ¿Si...? — Ladeó la cabeza dudoso, escondiendo su cuerpo detrás de la puerta para poder oír lo que buscaba aquel muchacho.

— Ehm... Bueno, ¿Eres Borja? — El mencionado asintió. — Menos mal, bueno, el profesor me ordenó mandarte todos los apuntes de las clases las cuales estás atrasado, así que... — Vió como de su mochila sacaba varias hojas, tantas que hasta casi le entra el pánico, ¿Se había atrasado tanto en tan pocas semanas? - Aquí están.

El castaño forzó una sonrisa, soltando la puerta para poder agarrar todas las copias de las clases, dándole un repaso para ver que temas nuevos o viejos habían tocado.

— Gracias... Eh... ¿Cómo te llamas? — Murmuró sonriendo con amabilidad, despegando su vista de los papeles hacia el muchacho, quien se puso nervioso por la mirada tan intensa del más alto.

— Soy Raúl, dime Auron... — El contrario asintió con una sonrisa, dando un paso hacia atrás.

— Bueno, muchas gracias Auron, pero ahora debo ponerme al día con tanta tarea y estaré ocupado, un gusto conocerte. — Se relamió los labios, desviando la mirada con nervios.

— Que va, el gusto es mío Luzu... — El mencionado se quedó en silencio al oír su apodo, no todo mundo lo sabía, y de cierto modo le dió algo de incomodidad, aún así no quiso preguntar.

— Bien... Hasta luego... — Auron quiso acercarse para despedirse de buena manera, pero Luzu rápidamente entró en la casa, cerrando su puerta en la cara de aquel azabeche.

Raúl se quedó parado frente a la puerta, parta finalmente luego de unos minutos irse del lugar, en donde Luzu se sentía realmente incómodo, no le gustaba mucho socializar con sus compañeros de salón, y aquel chico se había comportado muy raro.

Sacudió su cabeza, creyendo que tal vez era su imaginación, así que dispuesto a ponerse al día se acercó a las escaleras, pero antes de subirlas el timbre sonó a lo cual, confundido, se acercó a ver quien era, tal vez el mismo chico...

Abrió la puerta inseguro, encontrándose por fin con aquellos orbes violeta que tanto amaba y ya extrañaba, emocionado abrió la puerta por completo, sin notar como en su mirada había cierta chispa de recelo.

— ¡Samu~! — Exclamó con una sonrisa el menor, dispuesto a recibirlo con cariño, pero apenas terminó de llamarlo entró a la casa bruscamente, extrañando al castaño. — ¿Qué pasa honey?

— ¿Quién era él? — La pregunta lo confundió aún más.

— ¿Quién era quién? — Murmuró ladeando la cabeza, entrecerrando sus ojos.

— ¡Ese pelinegro! ¡El que se acaba de ir! Ese chico nuevo...! — Luzu buscó en su cabeza, recordándose de inmediato de Raúl.

— Ahhh, ese, es Auron, me trajo los apuntes, mira — Con una sonrisa mostró las hojas, pero rápidamente el azabeche los empujó, provocando que las hojas se cayeran esparcidas por el aire y el suelo. — ¿Qué te pasa? ¡Oye, es muy difícil ordenarlas Vegetta! No te pases...

Luzu iba a recoger las hojas, si no fuera porque el chico de orbes morados lo tomó de los hombros con fuerza, sacudiendo su cuerpo con brusquedad, olvidandose de ellas.

— ¡No quiero que hables con él ni de coña!... ¿Me oíste? — El castaño frunció el ceño, mirando descontento a su pareja.

— ¿Por qué n-

— ¡¿Me oíste?! — El grito que dió lo dejó callado unos momentos, moviendo sus ojos buscando una razón, pero al parecer eso enojó más a Samuel. — ¡¿ME OÍSTE O NO BORJA?!

— ¡SÍ, SÍ! Sí... — El mayor lo soltó, dando pasos hacia atrás, Borja miraba con miedo a su acompañante, aún buscando una razón de su molestia... ¿Qué había hecho ahora? — Darling...?

— Cámbiate de ropa, vamos a salir... — Luzu no se movió, seguía en el mismo lugar, dudando. — ¡Pero rápido hombre! No tengo todo el maldito tiempo...

La actitud de aquel azabeche era muy... Diferente a como había estado durante estos días, no entendía, pero aún así, no dijo nada, simplemente caminó rápidamente hacia las escaleras y las subió, la casa estaba en silencio y pudo oírlo claramente...

'Ojalá me pueda librar ya de él...'

No sé como, pero estoy desesperada por buscar una solución a mis clases, me van a matar, antes de que yo mate a Samuel /cry

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No sé como, pero estoy desesperada por buscar una solución a mis clases, me van a matar, antes de que yo mate a Samuel /cry

𝐏𝐥𝐚𝐲 𝐃𝐚𝐭𝐞 - 𝘓𝘶𝘻𝘶𝘨𝘦𝘵𝘵𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora