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Podía ser mucho más, claro que sí

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Podía ser mucho más, claro que sí...

¿Pero cómo? Se miraba en el espejo y lo único que miraba era a un chico con rostro demacrado y cuerpo sin gracia.

Aquel chico tan optimista y feliz se había desvanecido hace ya cuatro años atrás, lo único que quedaba era un cascarón sin ganas de nada más que la infelicidad.

Su infelicidad...

Akira era perfecta para Samuel, era la indicada... Bella sonrisa, lindos ojos, la más hermosa de toda la preparatoria...

Ella era perfecta...

Y ni hablar de Rubén, era un lindo chico, con algún mal carácter pero aquello enamoraba a todos, unos lindos ojos pardo y aunque su cabello estuviera teñido... Ese color rubio platinado hacía que sus orbes resaltaran con más fuerzas...

Ellos eran perfectos...

¿Y él? Él simplemente era un chico cualquiera, cabello castaño y ojos heterecromaticos... Dos horribles colores...

¿Cómo podría ser perfecto para Samuel?

No podía serlo...

— Quiero dejar de verte... — Aquel comentario confundió al azabeche, dejando de ver la película para ver a Luzu, quien se levantó de la cama — Estoy harto de ser una cita de juegos para tí...

Estoy encantado de serlo, miento...

— ¿De qué estás hablando? — Preguntó Samuel, sentandosé en la cama para entrecerrar sus ojos.

— Yo no deseo dañar a Akira, no quiero eso... Y deberías dejar de hacerle esto, ¡Ella te ama! ¿Por qué la necesidad de engañarla con dos chicos? — El mayor se quedó callado, escuchando cada palabra que decía aquel castaño el cual poco a poco mostraba sus sentimientos — ¡Ella es perfecta!... ¿Por qué te fijas en alguien como yo? Rubén es perfecto, Akira es perfecta, ¿Yo? ¿Yo qué tengo de interesante para ti? — Cada palabra que decía y dejaba a la luz, provocaba que su corazón se encogiera, amar estaba mal... Muy mal... Luzu odiaba amar... — Yo no soy capaz... Soy insuficiente para ti... Yo...

Samuel rió un poco, jalando del brazo al menor para obligarlo a sentarse frente a él, esta vez de rodillas.

— Chiqui... Tú eres perfecto... — Susurró con dulzura, acariciando su mejilla izquierda con simpatía — Tus labios, tu nariz, tus ojos, tu cabello... Tú... ¿Por qué dices eso? ¿Acaso alguien te lo dijo?

Tú lo hablas sin miedo...

Negó, bajando la mirada con pesadez mientras se mordía el labio, tal vez estaba de esa forma por culpa de su propia inseguridad, aquella que atormentaba a cada chica o chico que se viera en el espejo y gritaba que estaría sola o solo por el resto de su vida gracias a no ser linda o lindo...

Luzu no era lindo...

No a su vista...

— Mírame Luzu, mírame y sonríe... — Volvió a negar, intentando soltarse del agarre, fallando en el intento — Eres perfecto...

¿Soy perfecto?

Soy perfecto

Samuel dice que soy perfecto

Levanta su vista, mirando los orbes violetas de su acompañante, mientras el contrario, mostraba una sonrisa comprensiva, acercándose a su mejilla para besar esta con cariño.

— Soy un asco... — Vegetta rió con fuerza, abrazando el cuerpo del menor, aspirando su aroma con furor.

— Eres perfecto cariño, eres hermoso — Luzu sonrió un poco, correspondiendo el abrazo con fuerza.

— Soy perfecto, Samuel... — Ese era el amor.

Lo amaba

Amaba a Samuel

Amaba cada palabra

Cada gesto

Cada sonrisa...

Se estaba ahogando con su ilusión

Tal vez no estaba haciendo bien las cosas, no le importaba, amaba a Samuel, y aunque él amaba a otra persona, no le importó.

Me es difícil respirar bajo las sábanas

Me es difícil respirar bajo las sábanas

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𝐏𝐥𝐚𝐲 𝐃𝐚𝐭𝐞 - 𝘓𝘶𝘻𝘶𝘨𝘦𝘵𝘵𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora