Capítulo 1: Inicio del caos

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*Advertencia: Esta historia contiene escenas fuertes, mucha violencia y locura.*

"Talvez sea cierto que muy en el fondo llevamos bestias dormidas, que gruñen buscando despertar.

El mundo y el caos, palabras que podrían ser sinónimos..."


Guardia demente. Pensó Seokjin cuando el fuerte golpe en una de las ventanas del auto lo despertó, fue tan repentino y molesto que terminó con un leve dolor de cabeza.

—¿Qué maldita necesidad tenia de hacer eso? —Soltó en un murmuro enojado mientras con sus manos esposadas hacia todo lo posible por frotar sus ojos para despejarse un poco del sueño.

La puerta del auto donde estaba fue abierta por uno de los tres policías que lo custodiaban y se encontró con el horrible rostro del guardia que acababa de despertarlo de una manera bastante brusca. Con una mueca en sus rosados bajo del auto con la intención primero de estirar un poco sus músculos, pero esta fue frustrada por la forma en como tiraron de su brazo para que avanzara.

Con su rostro todavía algo adormilado y una mueca de fastidio observo el enorme portón del lugar. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando fue consiente de donde estaba. Una sensación pesada se poso en su estomago y su corazón empezó a latir con fuerza. Aún seguía sin entender la razón de por qué había terminado aquí. Con tan solo 18 años de edad fue sentenciado a cinco años por un delito que ni siquiera había cometido. Era una mierda, se suponía que por menor de edad no deberían de haberlo mandado a una de las peores cárceles del país.

—Avanza chico, no tenemos todo el maldito día —Uno de los policías le dio un fuerte empujón para que siguiera caminando.

Seokjin solo había estado a la hora y en el lugar equivocado hace tan solo una semana. Reconocía que era una persona bastante rebelde que no se asustaba con cualquier cosa, pero aquí, apunto de entrar el miedo hizo acto de presencia y las ganas de correr crecieron con fuerza. Estaba seguro que había una maldita equivocación, una que a nadie le importó con tal de quitarlo de su paso. ¡No había hecho nada!  pero claro sus supuestos amigos del orfanato lo habían culpado de robar y asesinar a uno de los policías que visitaban el lugar cada semana. El solo había llegada justo en ese momento para entregar lo que una de las madres superioras le había encargado y cuando se topó con la escena lo único que hicieron los culpables fue encerrarlo junto con el ensangrentado cuerpo.

Nunca en su vida había robado algo. Ni siquiera una migaja de pan, para eso tenía tres trabajos a su edad y ayudaba con los cosas necesarias para el orfanato. Había aprendido a defenderse en la calle y a no dejarse intimidar, pero el shock de ver tal escena lo había dejado paralizado y no pudo hacer nada para escapar. La cara de las personas que lo habían criado fueran de una decepción tan horrible que sintió como su corazón se estrujaba. Nadie le había creído, nadie lo había defendido... nadie le había brindado una verdadera confianza.

Fue lanzado con fuerza contra la pared por el guardia que lo iba a requisar y el toqueteo no fue para nada suave. Con brusquedad cada parte de su cuerpo fue revisada en búsqueda de lo que sea que se imaginaran. Cuando su cuerpo fue dejado en paz con alguno que otro moretón, pasó por los múltiples protocolos de seguridad que lo dejaron agotado física y mentalmente.

El olor a óxido penetró fuertemente sus fosas nasales causando que su bonito rostro se arrugara en molestia. Era bastante amplio, contaba con al menos unos cinco pabellones separados por montones de rejas de color verde. Había un solo patio delantero donde algunas mujeres se encontraban haciendo "ejercicio" con materiales nada cuidados. A la lejanía se podían ver las diminutas ventanas de cada "cuarto", cada uno no variaba de Metro y medio de largo y ancho, un espacio bastante reducido para cualquiera. Por entre los pasillo se podía distinguir el patio trasero donde dos canchas bastante descuidadas hacían presencia y el resto del terreno era pura arena y monte a por doquier.

Caos [All x Jin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora