Miro a todos lados en busca de un escape, no hay ni un alma cerca que pueda auxiliarme, estoy siendo dramática y vaya que lo soy, pero no puedo evitarlo, tuve una cita con ese sujeto y acabé en la misma cama, ¿cómo fue eso posible? Ni yo misma lo sé, y sí; tengo curiosidad, pero tampoco sé como ahondar en ese tema sin que se me note la vergüenza.
–¿Te la pasarás ignorándome?
Bajo la mirada al piso un instante y luego la levanto, mantengo el mentón en alto, hago contacto visual, no puedo huir aunque así lo quisiera, dijo la psicóloga que debo de hablarlo con él, de que él me aclare lo que sucedió y solamente así podré vivir en paz, pero durante una semana quise olvidarlo, pensé que no volvería a verlo y sería mucho más sencillo.
–No lo estoy ignorando, ¿acaso no ve que estoy ocupada? –señalo con la mano todo lo que tengo frente a mí–
–Me estás ignorando –sentencia– lo que no entiendo es el por qué, tú fuiste quien se marchó sin despedirse.
¿Soy yo o me está reclamando el haberme ido? Mi valentía no dura mucho, vuelvo mi mirada a los víveres, son mucho más interesantes que preguntar.
–No sé de que habla –comienzo a hacer garabatos en la lista, si lo ve Sakura me mata, pero no puedo evitarlo, necesito entretenerme con algo–
–¿Por qué la formalidad? No me dijiste que eres demasiado joven para las formalidades –comenta socarrón–
–Yo soy joven, aunque... –hago una pausa dramática y lo miro– no sé si pueda decir lo mismo de usted, me enseñaron a tenerle respeto a mis mayores.
¡Toma esa! Lo miro con un deje de arrogancia, esta es la Tomoyo que necesito, y no la avergonzada que se trata de esconder.
–Tan solo te llevo cinco años, no soy tan mayor –responde mientras camina pausadamente, como esperando mi reacción ante su acercamiento–
–Cinco años son cinco años, sigue siendo mayor –respondo con altanería–
–Obviamente –confirma– ¿Puedo saber por qué te marchaste sin decir nada?
De nuevo ese reproche, ¿habré estado fenomenal en la cama para que me esté reprochando mi partida? Aunque la verdad lo dudo, desde que me fui de Japón no he vuelto a tener intimidad con nadie, Touya ha sido el único, al menos hasta hace una semana, claro que, si no me acuerdo no cuenta ¿cierto?
Pienso, pienso y pienso, pero no más no me llega una respuesta coherente para su pregunta, ¿por qué me marché? Creo que la respuesta es un poco obvia, ¿por qué me tortura de esa manera?
–¿Qué quieres de mí? –lo enfrento con una pregunta–
–Conocerte, tratarte... –se detiene a unos cuantos centímetros de mí mientras hace una pausa muy, pero muy larga–
Lo miro ansiosa, no dice nada, ¿estará poniendo a prueba mi paciencia? Porque de ser así estoy a nada de insistir, y abro la boca con esa intención cuando me interrumpe.
–Ser amigos...
¡Tanto pensamiento para eso! Es como para dejarlo ahí con la palabra en la boca.
–¿Amigos? –lo observo un segundo o tal vez más, y es que no puedo evitar admitir que Eriol Hiragizawa está como quiere, en otora situación creo que ya hubiese caído rendida a sus pies–
–Sí, amigos, quiero ser tu amigo –aclara–
–Los amigos no tienen citas ni sexo...
¡Momento! ¿Por qué demonios solté eso? Estoy que me muero de vergüenza por lo que acabo de decir, hasta siento calor y eso que el clima ha empezado a refrescar por el cambio de estación, me abanico con la pequeña hoja que tengo aún agarrada.
ESTÁS LEYENDO
Subasta de Citas Vol I
FanfictionLa fundación Amamiya es una de las más importantes en Tomoeda, debido a que brinda techo, educación, vestimenta y comida a muchos niños necesitados, creada por Masaki Amamiya, quien ha visto por los intereses de los pequeños que llegan al lugar, lo...