Cap 2 - Ayuda

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La campanilla de la puerta del local, advertía que un cliente acababa de entrar. El chico de cabello negro, alzó la vista para encontrarse con la mirada de la persona que había estado esperando durante toda la tarde.

—Hanna, llegaste. Estaba preocupado, esperándote. Te fuiste sin avisarme.

—Tenías que dormir, no quería llamarte para molestar.

—¿Cuándo comprarás un teléfono?

—Sabes que no puedo estar pensando en eso, debo cuidar mi dinero hasta que consiga un trabajo. Igual, prometo pagarte por toda tu ayuda, por mientras te traje un chocolate. —dijo colocándolo sobre el mostrador.

—No te estoy cobrando y no pensaba hacerlo. Sabes que el sofá de la oficina de atrás tendrá tu nombre hasta que quieras, ya que no quieres aceptar mi otra oferta.

—No, no. No pienso irme a vivir a tu casa. Ya suficiente con que tus padres me permitan dormir en el local.

El muchacho se levantó de la silla, y abrió dos ramens. Vertió el agua en ellos, y los selló, para voltearse y seguir hablando.

—¿Dos?

—Sí, te estaba esperando para cenar. Sé que a veces no quieres tomar nada del mueble para cenar, y en otras ocasiones te la pasas almorzando cajitas felices que no llenan a nadie. El chocolate nos lo comeremos luego.

—Bueno, entonces déjame pagarte por el ramen limpiando los cubículos sucios.

—Tienes dos minutos —rió

—¡Hobi!

—Dame tu maleta, las llevaré atrás con el resto de tus cosas.

Unos minutos después, se sentaron en las sillas detrás del mostrador, y empezaron a comer.

—Apliqué para otro trabajo, era el último día. Espero me llamen.

—Ojalá, así estarás más tranquila.

—Obvio. Solo me queda algo de dinero, y no me alcanza ni siquiera para pagar un alquiler. Si no fuera por ti-

—Nada, para eso estoy.

Él le sonrió y siguieron comiendo en silencio. Era un tema delicado entre ambos. Ella lo había conocido hacía dos meses cuando necesitaba imprimir unos papeles para su hoja de vida y entró al cyber café. Un poco después, se habían hecho amigos. Desde hacía un mes su contrato de alquiler había acabado, y el dinero que había estado ahorrando durante los años anteriores no era mucho, por lo que lo tenía contado. No sabía cuánto tiempo estaría en esta situación, por lo que era imperativo conseguir un trabajo lo más pronto posible.

El turno de Hobi en el negocio llegaría a su fin a media noche, por lo que al llegar la hora se despidieron. Hanna saludó al relevo de su amigo, y se dirigió a la oficina de atrás para poder dormir por la noche.

El sofá, por sí solo, no era muy cómodo, sin embargo, Hobi le había traído algunas colchas desde casa para hacerlo un poco más cómodo. El aire acondicionado del cyber café permanecía encendido a una temperatura que fuera buena para la cantidad de personas que asistían al lugar, por lo que el lugar era muy frío.

Estas últimas semanas ella había tratado de dormir, pero conciliar el sueño era algo que no conocía desde hacía años. El insomnio la atacaba, y el poco sueño que alcanzaba, sucedía a altas horas de la madrugada. ¿Cuándo sería el día que podría volver a dormir a lo largo de toda la noche como cuando era una adolescente? Sin importar que muchas veces no tenían cosas exquisitas para comer, no se sentía con el estrés y la presión que le provocaba estar en Corea del Sur. Sentía que en cualquier momento llegarían por ella los del Norte a buscarla y regresarla a su antigua vida, o a alguno de aquellos campos de concentración de los que tanto había escuchado, y tanto temía.

Y como nunca se puede tener un solo miedo, la atormentaba su pasado más cercano, en donde todos se enteraban de lo que había hecho para obtener esta semi-libertad de la cual gozaba ahora. Sabía que, sin importar sus deseos, su pasado la atormentaría por el resto de sus días hasta el último segundo de su presencia en esta tierra. ¿De verdad no había tenido otra alternativa? En ocasiones, se auto excusaba pensando en que solo tenía dieciocho años recién cumplidos, llena de inmadurez. Otras veces, simplemente se decía que se vio entre la espada y la pared, sin más opciones y que se sintió obligada por la situación.

Tal vez si regresara el tiempo atrás y le dieran a escoger volver a hacer todo de nuevo, lo mismo, ¿lo haría? Si ese fuera el caso, ¿su hermano habría muerto en vano? Si simplemente ella nunca le hubiese hablado a él sobre su deseo de querer algo más, algo mejor, tal vez su hermano no hubiese hecho lo que hizo. Ella tampoco hubiera hecho lo que hizo. La culpabilidad no la dejaba dormir, y el sofá incómodo era una excusa más que su cuerpo había creado para hacerla sentir mejor.

Si tan solo pudiera saber que él estaba bien, talvez ella se sentiría mejor. ¿El lo estaría haciendo bien? Ella sabía que las posibilidades de verlo eran nulas. Y así, como casi todas las noches desde que salió de aquella casa, lloró hasta quedarse dormida.

***

Todos los días de esta semana, la casa era un caos. Los niños corrían de un lado a otro sin ganas de irse a dormir. Desde que su madre los había llevado allí, él no había tenido ningún segundo libre. Si eso seguía así, él se volvería en loco. Y era una posibilidad con lo que había pasado algunos años atrás.

Eran casi las diez de la noche cuando bajó del segundo piso, directo a la cocina. Tomó una botella de jugo de la refrigeradora, y se sentó a revisar sus mensajes. Debía hacerlo. Debía llamar y pedir ayuda, y era justo lo que haría.

—Hyung

—Ah, Nam Joon-ah, dime.

—Hyung, ayúdame, siento que me voy a volver loco.

—No es mi culpa que tu madre te dejara a los niños —rio —y que no sepas lidiar con ellos, ya te dije que debías cansarlos primero durante el día para que se vayan a dormir más temprano.

—Hoy lo hice, pero fue por gusto. Ayúdame —imploró.

—Como soy un hermoso hyung, el mejor, ya estoy en eso desde hace dos días. De aquí al viernes te doy una respuesta.

—Hyung, eres lo máximo

—Lo sé. ¿Aún queda pastel de cumpleaños?

—Creo que hay un poco en la nevera. Le diré a Jungkook que lo guarde para ti.

—¿Cómo vas con las nuevas canciones? —preguntó —Sin presiones. —afirmó.

—Bueno, no he tenido tiempo.

—Pues solo pregunto por costumbre. Sé que acordamos que te tomarías un año o más... La buena noticia es que ya mañana por la noche te tendré una respuesta, espero. Justo hoy terminé de llamar y enviar las notificaciones para las entrevistas. Trae a los niños mañana a la empresa y puedes trabajar desde tu estudio.

—¿En serio harás eso por mí?

—¿A que no soy el mejor hyung?

—Si

Mayo estaba por acabar, y él ya sabía que las noches serían más oscuras en su corazón en las siguientes semanas. Los recuerdos tristes lo atormentarían, trayendo de regreso el dolor a su vida. No sabía cómo lo afrontaría, y esperaba que, como todos los años, un poco de licor lo ayudara a calmar su tortura.

Haría su mayor esfuerzo porque ahora debía cuidar de los pequeños, y no podía darse el lujo del que había disfrutado los últimos años. Su padre había enfermado hacía poco y él debía hacerse cargo de los pequeños, ya que su madre debía viajar para el tratamiento.

Lanzó la botella en el cesto de reciclaje, y se dirigió a su estudio. Acomodaría un poco y luego tomaría un trago antes de irse a dormir.

Make it Right - KNJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora