Esta historia trata sobre una joven que se presenta como candidata a profesora de Historia en un prestigioso colegio privado de España. Pronto descubrirá algo que cambiará su vida. Conocerá a gente nueva. Viajará. Tendrá distintas aventuras. Aquí po...
Me dirijo al aula que me corresponde ya completamente arreglada cuando veo a Ivan salir del aula contigua a esta desanimadamente y desconcentrado pensado en los misterios de la vida, por lo que al pasar no me ve y choca con mi hombro. Mientras yo intento esquivarlo mirándolo con ceño fruncido por sus descuidos el solo sigue de largo murmurando una sutil disculpa y acelerando el paso. A pesar de que casi me tira al suelo, no le tomo importancia y pronto lo olvido.
Entro al aula y me encuentro con un grupo de alumnos perfectamente vestidos, callados y sentados ordenadamente; exactamente igual que el primer día. El aula no es pequeña, pero, como en todas las aulas, tiene un techo que casi alcanza los tres metros. Los muebles están perfectamente pulidos (encajando con toda la decoración del colegio), y son de madera oscura, solo dos tonos menos que los tablones del suelo, que no tienen ni una sola imperfección. El ventanal, de casi cuatro metros de largo y dos de alto, está elevado del suelo por medio metro y actualmente unas pesadas cortinas de terciopelo verde tapan casi la mitad del ventanal. Esto provoca que la luz anaranjada que indica que aún son las 8:00 de la mañana solo entra tenuemente por el inmenso ventanal.
Una tos fingida para intentar sofocar una risa me saca de mi ensoñación y me doy cuenta de que una pequeña bolita de papel ha aterrizado justo en mis pies. Doy una rápida repasada a la clase intentando descubrir al valiente que se atrevió a la hazaña y que le provocará un castigo, sin embargo, solo veo a toda la clase en perfecto estado, ordenados por parejas y todos mirando al frente. Suspiro y me dirijo hacia la mesa del profesor, coloco mis cosas y me vuelvo hacia ellos.
- Y bien, ¿ Habéis hecho la redacción que os pedí el otro día?- todos me responden a la vez,
- Si señorita García.- En eso se abre la puerta y el señor Don Antonio se asoma.
- Vanessa, ¿puedes salir un momento?
Frunzo el ceño extrañada y lo sigo saliendo de la clase. Me topo con otros dos adultos, una mujer y un hombre.
- Vanessa, estos son tus compañeros. Ellos dan clase también a tu clase, Lucía da física y química y Jorge da Lengua. Saúl da matemáticas, pero ahora está en clase, igual que Paula, que da inglés, que Marta, que da sociales y que Diego, que da religión. Iván es el nuevo profesor de EF, él daba Historia, pero como el año pasado nos quedamos sin profesor y a él se le da bien la materia....- dice todo eso de seguido que casi o me da tiempo a asimilarlo. Mientras el director sigue hablando, Jorge y Lucía me hacen caras de "que plasta es este tío".
Finalmente, después de casi 10 minutos hablando sin respirar, el director acaba su discurso y se despide. Lucía y Jorge me invitan a tomar una cerveza y dar un paseo por Madrid esta tarde y yo acepto. Me vendrá bien tener amigos que no sean duendes mágicos que desaparecen cuando quieren.
Al entrar en clase, he perdido 15 minutos. Y por más sorprendente que parezca, esos niños no son robots ya que los veo hablando entre ellos tranquilamente y algunos hasta bromeando. Solo sonrío ( en parte de alivio al ver que son normales) y los mando callar para empezar a recoger las redacciones.
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Después de 6 largas horas de clases al fin puedo relajarme. Me dirijo a mi despacho para organizar mis cosas y tomar un descanso cuando siento una mano en el hombro. Me giro lentamente mientras pienso si vale la pena pegar un puñetazo o no cuando veo a Iván.
- Vanessa ¿podemos hablar?
Por experiencia sé que cuando sale esa frase, nada va a ir bien.
- Claro, esta tarde voy a salir, ¿te parece bien mañana?
-Perfecto. Hasta mañana.
-Adiós.
Se me queda mirando un rato más y se va. Que conversación más rara, ¿por qué querría hablar conmigo?
