CAPITULO XIII: LA GRAN AVENTURA DE JEFF

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Gracias a la poca ayuda que pudo brindar a Sam, Jeff conocía de memoria la dirección de la mansión Scerbo aka la casa maldita que estaban investigando y como también sabía que no había forma alguna de alcanzar a sus hermanos a pie (ni siquiera corriendo) así que conforme a su plan, abordo el primer taxi que encontró. El conductor lo miro muy extraño en cuanto se detuvo, cualquiera diría que incluso pensó en seguir su camino sin dejarle subir pero Jeff fue listo y le enseño los billetes en su mano mucho antes de darle la dirección, aunque realmente pudo habérselo ahorrado. Con toda su vida viviendo en ese lugar, el hombre conocía bastante bien la dirección de la mansión Scerbo. Era el lugar más extraño de la ciudad, mismo al que él mismo y sus amigos de secundaria acudieron muchas veces durante las noches de fin de semana con el propósito de ver al supuesto fantasma que ahí habitaba. Él nunca pudo ver nada, pero había crecido escuchando demasiadas historias de aquellos que sí y ahora, siendo un adulto responsable no estaba seguro de si llevar a aquel niño a ese sitio era algo bueno pero supuso que... los chicos eran chicos y si él lo había hecho antes sin salir herido ¿Por qué ese chico sería diferente?

Jeff por su parte, luchaba contra su propia ansiedad. Tenía todo planeado y estaba seguro de que funcionaria pero una vocecita en su cabeza le decía que estaba haciendo mal. Había hecho muchas "travesuras" en el pasado, la mayoría a su abuelo y luego a su padre pero nunca ninguna tan... arriesgada y francamente cruel como la que estaba por jugarles a sus hermanos.

¿Y si las cosas salían mal y los metía en verdaderos problemas?

No, no podía arriesgarlos.

Estuvo a nada de decirle al taxista que lo llevara de vuelta, que se había olvidado de alguna cosa pero entonces su orgullo despertó y lo llevo a pensar en algo demasiado simple; Sam y Deán siempre se libraban de cualquier bala y aquello no iba a ser diferente, tan solo iba a... distraerlos un poquito para poder hacer SU trabajo en la casa infernal.

Había pasado los últimos meses de su vida escuchando lo todo del gran Dean y el inteligente Sam y para ser honesto, había llegado a estar muy celoso de los afortunados que eran. Que a ver... A ellos su padre no les castigaba por cagarla como lo hacían, en cambio el... Se había llevado más que un buen par de azotes por cualquier tontería. Como aquella vez que su padre le castigo por tan solo levantar un arma de la mesa... 


Ni siquiera fue un arma cargada con balas de verdad, fue la que estaba cargada con balas de sal de esas que no hieren a nadie más que a los fantasmas pero John se había puesto como loco y apenas verlo sujetándola, fue directo a él y se la quitó.

"¡Eh!" grito el, indignado pero su padre no le prestó atención. Solo le dio media vuelta y le dio una docena de nalgadas muy fuertes.

Plass plass plass plass plass plass plass plass plass

"¡Auu! ¡Papá!" Jeff no entendía porque le pegaba e intento meter la mano para proteger sus nalgas pero John lo sometió y le dio la nalgada mas fuerte de su vida.

Plass

"¡Auu!" chillo Jeff

"No quiero que vuelvas a tocar un arma si yo no te lo digo expresamente, ¿está claro, jovencito?"

"Pero yo..." Jeff lloraba ya pero a John no le importo y le dio otra nalgada igual de fuerte.

"¡si! ¡Si¡ ¡No tocare las armas! ¡Lo juro! ¡Lo juro!"


Recordar aquello hacia que el trasero le doliera de nuevo a Jeff aun que en ese momento, el principal recordatorio era el arma. Si, esa arma de balas de sal era la misma que llevaba cargando en ese momento de la parte trasera de su cinturón. La había "tomado prestada" de las cosas de su padre la noche en que se separaron y la había mantenido bien oculta (bajo su almohada) de sus hermanos esta esa noche. La noche en que seguramente iba a necesitarla...

CUESTIONES CON PAPÁ (Supernatural Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora