CUESTIONES CON PAPÁ (Supernatural Fanfiction)

CAPITULO XIV: ¿UNA PESADILLA?

* Para todos los que como yo, sufren con el final de Supernatural. El show me inspiro a iniciar esta historia hace tantos años e incluso hoy que la estoy re-inventando, sigue dandomelo todo. ESTO es justo lo que siempre imagine para Jeff, su "inicio" =)

El cuerpo entero le duele pero sobre todo la espalda y la cabeza. Tiene un dolor asesino que corre por toda su espina hasta el cerebro y se clava ahí como una navaja. Aún tiene los ojos cerrados pero el resto de sentidos ha comenzado a despertar y le indican que no está en ninguna buena posición. Hay un olor horrible hedor en el ambiente, el hedor más horrible que haya encontrado nunca y le provoca arcadas. El no lo sabe todavía pero es el hedor de la misma muerte, el hedor que se provoca cuando junta carne podrida, sangre, vísceras desparramadas y miedo. Miedo real.

Una cantidad importante de niños ha sufrido sus últimos momentos de vida allí, sus gritos finales aún hacen eco en las paredes y sus lágrimas aún forman charcos profundos en el suelo. Si es que a eso se le puede llamar suelo... Esta mojado, viscoso y le raspa la piel del trasero como si estuviera sentado sobre una borrosa piedra pero esa sensación incómoda no se compara a como se siente en el interior.

Está completamente aterrado ante lo que acaba de pasarle y no deja de culparse por haber sido tan estúpido. Había dejado que su orgullo sacará lo peor de él, había traicionado a sus hermanos y ahora no solo pagaría por ello... Si no que iba a morir. Se podría decir que prácticamente lo palpo con las manos cuando aquellas garras le tomaron por detrás, no pudo ver al dueño pero si que sintió la enorme maldad y oscuridad que lo acompañaban. Era tan inmensa que lo dejo sin aire en los pulmones y quiso gritar pero no pudo. Estaba petrificado y lo seguía estando.

¿Y si aquello era el fin? Jamás podría disculparse con sus hermanos por haber Sido tan cruel y estúpido, no podría volver a hablar con su padre... Jamás podría decirle lo que en realidad sentía por él, ni lo mucho que agradecía que lo hubiese salvado aquella noche de Halloween...

Halloween

2005

Jeff solía amar el Halloween de niño, pero había comenzado a odiarlo en el momento que cumplió 11 años y dejo de pedir dulces. Su abuelo le había dicho que ya era demasiado grande para hacer aquello y con ello, la diversión y la magia de la noche desaparecieron por completo; Su abuelo era un hombre muy amable y ciertamente dulce, así que si él le había dicho que ya era demasiado grande para ponerse un disfraz era porque tenía razón. Aun así, no le agradaba. No le agradaba sentirse de aquella forma, tan frustrado que sentía unas ganas enormes de llorar por algo tan estúpido como era pedir dulces. Tenía 12 años, por Dios santo... Debería de estar muy por encima de esas cosas infantiles pero no lo estaba y eso no hacía más que molestarle. Los otros chicos de su edad en el colegio no prestaban mucha atención a los dulces, hablaban de salir con chicas y de juegos con patinetas que él no comprendía. Había pedido una patineta para su cumpleaños pasado pero su abuelo no se la había comprado porque, en sus palabras "era un objeto peligroso y se podía hacer daño." Habían discutido al respecto como por una semana, pero el hombre nunca cedió. Un ex policía nunca lo hace ¿o sí?

Así que no tenía patineta, disfraz, dulces... o amigos. No realmente. Si, era capaz de entablar conversaciones con cualquier persona del colegio pero había algo que siempre lo detenía de ir más allá. No sabía que era, pero lo sentía en su corazón era... una sensación de no pertenecer y era tan extraño. Había vivido toda su vida en aquel pueblo de Virginia, había crecido con todos esos chicos y a muchos los había tratado desde el jardín de infantes... pero aun así, no sentía que fuera igual a ellos. A veces pensaba que aquello se debía al hecho de no tener padres, pero no era tan ingrato como para no reconocer que su abuelo era su padre en toda la extensión de la palabra. A ese hombre le debía todo y lo amaba tanto que daría su propia vida por el... al menos eso es lo que siempre pensó, pero cuando el momento llego, no hizo más que gritar.