30. El que persevera, alcanza.

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Sabía que nada podía pasarme entrando en el sueño, pero sentí gran temor cuando la nube gigantes de arena, se acercaba a la aldea con velocidad. Yo la veía y luego miraba hacia las pequeñas casas, hechas de cualquier material que con facilidad, podía salir volando por los aires.

El viento alertó a los habitantes que estaban durmiendo y de inmediato, empezaron a correr fuera de sus casas, hacia un refugio más resistente. Sin embargo, no fue tiempo suficiente para huir; algunas casas se levantaron como si tuvieran peso pluma, cayendo metros más adelante sobre algunas personas.

Empeoraba cada vez más, la furia de los vientos levantaba la arena como si quisiera formar un gran tornado, haciendo gritar del terror a la aldea, que huía de el. Sabía lo que sucedería después, Keira tenía buen corazón y era sensible a casi todo. Ella los defendería de esto y eso, no sería nada bueno.

Y así fue, solo bastó pensarlo para ver correr a una niña hacia el lugar donde se concentraba la tormenta, mientras una mujer corría tras ella, llamándola. Keira no había tenido su despertar aún, pero ese día, con tal de proteger a su aldea, cedió al llamado.

Su Espíritu Dragón despertó en un gran rugido, que la transformó en mili segundos. Su mirada brillaba de un café intenso y su cabello, se elevó sin gravedad. La niña gritó en un inmenso dolor, al su boca expulsar arena. Aquella escena me hizo acordar el horror que viví al despertar, es algo que no se puede explicar con palabras.

Keira se volvía arena y luego trataba de conservar su forma humana, pero lo hacía de forma inconsciente, como cuando mi cuerpo se quemaba desde adentro, mientras luchaba por no morir quemado. Ver y recordar todo, me puso la piel de gallina.

La mujer que fue tras ella, se cayó hacia atrás, al ver a la niña despertar. Vi en su alma un terror, mucho mayor al que Keira siempre mostraba. Empezó a temblar cual gelatina y no tardo nada en levantarse y salir corriendo de vuelta a la aldea. Me sentí mal por Keira.

La morena se quedó en el suelo un par de minutos, luego se levantó de el y camino hacia el centro de la aldea, y abrió la boca. Como si fuera un aspiradora, absorbió toda la arena, despejando la aldea y salvando a muchos. Luego, se desmayo.

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A diferencia de los otros sueños, este me alegro bastante. Pude ver el despertar de Keira y lo que había hecho para salvar a la aldea de la tormenta. Sin embargo, lo que más me preocupaba, era pensar en lo que hicieron esas personas, cuando ella despertó. Entendía la reacción de la mujer, a mi también me daría miedo si viera algo así, siendo humano. Pero ella solo quería salvarlos a todos, de aquella tormenta, que hubiera acabado toda la aldea.

Estando encerrada y con un miedo que la dominaba, no parecía esa niña que vi en el sueño, tan decidida y valiente. Que no le importaba nada si así podía proteger a su gente de la catástrofe. Esa niña ya no estaba, la habían dañado.

Me levanté con un rayo de sol que me dio energía. Estaba agradecido de que mis sentimientos estuvieran intactos y que por lo menos, había descansado lo suficiente para seguir avanzando, en esta montaña. No quería pasar otra noche en el bosque, hablando solo con una voz en mi cabeza.

Guarde todas las cosas que estaban en el bolso y me la eche al hombro.

—¡Ok! —formé los puños— ¡Hoy volveré a casa!

Y dando una gran bocanada de aire llena de energía, salí corriendo con una sonrisa. Aunque poco duro, porque de nuevo, caí en una trampa. Al menos en este punto estaba agradecido de estar solo, así nadie me avergonzaría por ser tan torpe.

Sin embargo, no me importó, eso no fue razón suficiente para desanimarme y quitarme, la alegría repentina que tuve al despertar. Tenía muchas heridas, pero el sol me ayudó a mitigar el dolor y a que no se infectaran.

Espíritu DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora