Chamuyeros

Parte 3/?

Todo por una cara bonita

La siguiente vez que Ushijima lo vio fue cuatro días después de la fiesta, en el estacionamiento de su facultad, su cabeza en llamas resaltaba sobre las demás sin mucho esfuerzo. Está parado mirando su celular con una manzana verde entre los dientes, tenía puesto un par jeans rasgados, las mismas botas militares de la última vez y una remera rosada que terminaba un centímetro por encima de donde comenzaba su pantalón, dejando sutilmente a la vista una pequeña porción de piel blanca. Se rió ante el comentario estampado en la prenda, "Bad bitch cute face", se leía en contundentes letras negras, y si bien todavía le faltaba conocerlo para asegurar lo primero, podía decir que sin lugar a dudas cumplía con lo segundo.

No pudo acercase por más que hubiera tenido la intención, porque pronto su cuerpo esbelto fue abordado por alguien que reconoció al instante, Sakusa Kyoomi, su compañero de anatomía, novio de uno de sus mejores amigos, y miembro del club "Odio a Ushijima". Rio para sí mismo ante el pensamiento. El por su parte no tenía ninguna opinión en particular sobre Sakusa, sabía que era aplicado, renuente a socializar, y repelente de las personalidades extrovertidas —razón por la que se extrañó cuando Atsumu le dijo que habían empezado a salir—, pero nada más, para él era solo otro compañero, y si no fuera por el contrario estaba seguro que podrían llevarse bien. Disipo esos pensamientos sin mucho interés, poniendo su atención otra vez en Tendou. Su visión captó el momento justo en el que le entregaba algo, un pequeño botecito transparente, dedujo que era alcohol en gel. Sakusa tendió la mano para tomar el frasco, la mitad de su cara estaba oculta tras un barbijo, y desde donde Ushijima estaba parado no podía ver muhco más de su expresión, espero una palmada en el hombro, un asentimiento con la cabeza, o cualquier otra señal de agradecimiento, lo que no espero es que Sakusa clavara sus ojos en los de Tendou y lo mirara con la misma devoción con la que alguien mira la última porción de pizza .Le molesto, y se cuestionó a sí mismo sobre eso cuando subió a su auto y finalmente se fue. Nunca había sido posesivo con sus cosas, y mucho menos con cosas que ni siquiera eran suyas, eso era estúpido, pero ahí estaba, manejando a su departamento pensando en que si antes no tenía ninguna opinión formada sobre Sakusa ahora la tenía, y era que le molestaba.

Terminó acostado en su cama, mirando el techo como si fuera algo interesante, recordando las palabras de Kuroo cuando se enteró de lo que había pasado entre Tendou y él en la fiesta de Terushima: "estas encaprichado", le había dicho bastante descontento con la idea de que siguiera insistiendo con el pelirrojo.  Lamentablemente, Ushijima no podia evitarlo, incluso si hoy no se lo cruzaba su mente seguiría colocándolo en su cabeza, como había venido ocurriendo desde que lo conoció, si bien no estaba enamorado si le gustaba, y bastante si era honesto consigo mismo. Imaginaba que hasta quizas podrian coger un par de veces, porque con una estaba seguro que no le iba a alcanzar, con dos tampoco, menos con tres, pero seguramente después de unas cuantas se quedaría conforme. Y ahí estaba el problema; en lo indefinido.

En un intento por distraerse agarro su celular con intenciones de perderse en alguna red social, entonces un mensaje captó su atención, era de Kuroo, "Kenma va a salir con sus amigos, tengo casa sola que pinta?" , en un instante sus dedos escribieron "a donde salen?", y apenas obtuvo respuesta supo cómo iba a distraerse esa noche. El dueño del boliche donde el pelirrojo y sus amigos planeaban salir de fiesta era del padre de un amigo —de Tsukishima, para ser más concretos—, no le fue mucho trabajo conseguir pase libre, y barra libre. Cuando la noche finalmente cayó y él estuvo listo, salió en busca de lo que hace cuatro días había gritado a los vientos.

Encontrar a Tendou no fue trabajoso, nuevamente, su cabeza resaltaba en la multitud, y encontró eso realmente encantador. Se quedó unos minutos en la barra, estudiando la manera en que debía abordarlo, no quería gente metiéndose en el medio, así que espero, y espero sin despegar sus ojos de él y de la ropa que traía puesta, de lo bien que se veía. Fue cuando lo vio despegarse del grupo, encaminándose al patio interno del boliche, seguramente para buscar un poco de aire fresco, que comenzó a moverse, y cuando lo alcanzó rodeo con sus dedos su antebrazo y lo jalo hacia su pecho mientras lo guiaba a una esquina alejada.