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Asa

- Hola ¿te puedo ayudar en algo?. -dijo una chica con una sonrisa.

- Ahhh... ammm si... Hola... me llamó Asa. Soy tu vecino estoy aquí porque mi mamá me dijo... que si tú....bueno, ¿te gustaria salir conmigo?...¡como vecinos, claro! No pienses mal -estaba muy nervioso, mis manos estaban sudando.

Hace mucho que hago algo como esto.

- Hola, mucho gusto Asa, mi nombre es Amber y la verdad no sabría que decirte, estoy ayudando a mis padres a desem... - Quedo a medias, alguien la interrumpió.

- Amber, ¿quien es el chico?

- Mamá el es Asa, es nuestro vecino, vino a invitarme a salir. -dijo con una sonrisa, muy bonita por cierto.

- Ah señora mucho gusto, bueno la invité, porque a mi mamá se le ocurrió esa gran idea, si la deja ir a salir conmigo un rato sería genial -todo lo que dije era una verdad a medias, yo no la quería invitar, mucho menos sería genial, pero todo para que me dejen entrar a casa

- Mmm bueno, podría salir, sólo un por un rato, todavía tiene que desempacar su ropa.

- Bueno mamá, todavía me falta por desempacar así que... -no pudo terminar pues su madre interrumpió.

- Claro que puedes ir Amber, sólo no tardes demasiado.

- Esta bien, voy por una sudadera, esperame aquí Asa.

Comienzo a pensar que ella tampoco quiere ir conmigo, es algo bueno, eso supongo, así no tendremos que hablar mucho ni nada de eso.

La mamá de Amber me había invitado a pasar, me senté en un sillón demasiado cómodo. Estuve observando la casa por un rato, era bonita y muy grande, nunca había entrado.

- Adiós mamá, llegó en un rato. -dijo Amber bajando a saltos por la escalera.

- Claro, cuídense.

Yo sólo me límite a responderle con un "claro señora no le pasará nada" acompañada de una sonrisa falsa.

Amber abrió la puerta, bajo los escalones primero que yo y nos encaminamos en dirección a la nada.

No sabía que decirle. Era raro, estabamos en silencio, era un silencio incómodo. Ella miraba el suelo, y yo de vez en cuando la observaba.
No me había dado cuenta del color de su cabello, suspire, y eso hizo que ella me observará.

- Lo siento, por estar callada es sólo que es extraño para mi, ya sabes, no te conozco, además extraño a mucha gente y salir hoy que llegamos es algo raro, pero hola. - su voz era casi un susurro, la entendía, eso me había ocurrido una vez.

- No te preocupes, te entiendo, siento mucho que extrañes a tus amigos, pero mira aquí hay muchos. - se lo dije con la máxima sinceridad, después de todo, ella estaba sola.

Eres mía.» AsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora