Había pasado un buen verano, con todos mis amigos. Dicen que el mejor verano es el de los 15... Seguramente tengan razón. Nos fuimos a una isla a pasar las vacaciones todos, y estuvimos todo el rato de fiesta en fiesta, de tía en tía, de cama en cama. Realmente, no aparento 15 años, y todas creían que tenía 17 por lo menos. Fue increíble. Hasta que volví a casa. Me fui en agosto, y cuando volví, en septiembre, todo había cambiado. Cuando por fin vieron mi negro pelo llegar, mi padre y mi madre vinieron corriendo a abrazarme. Pensé que era extraño que mi hermana, Caroline, no viniera a saludarme. Ella era igual que yo, tenemos las mismas pecas por el cuerpo, la misma nariz, todo igual, excepto que ella es chica y yo chico, por supuesto. Subí las escaleras, cuando por fin me soltaron, y me fijé en la habitación blanca que estaba enfrente de la mía. El armario estaba abierto, y no había ni un poco de decoración. Empecé a preocuparme. Realmente quiero a mi hermana. Como hermanos nada más, claro, pero no puedo vivir sin ella. Es mi otro cacho. Dejé la bolsa en mi cuarto, lleno de banderas de grupos metal, y bajé las escaleras corriendo. No podía más con el hambre, así que nada más bajar cogí un bollo, y empecé a comerlo. Al acabar, fui a buscar a mi madre, la cual estaba en sentada en nuestro gran sofá viendo la tele. Me senté a su lado, y empecé a hablar.
- Mamá, ¿dónde está Caroline?- Realmente mi voz había cambiado en ese mes. Ahora parecía un hombre de verdad.
Me miró, y sonrió con tristeza. Se echó hacia atrás su rubio y sedoso pelo, y por fin siguió.
- Bueno, mira hijo, es que... - Suspiró- Quería darse un respiro, y además, para poder ir a una de las mejores universidades, pues... Se ha metido en un internado.
- ¡¿En un internado?!
Asintió con pena, y me acarició un poco el hombro. No se parece ni un poco a mi, la verdad. Ella rubia, yo moreno. Ella tirando a blanca, yo también moreno. Lo único en lo que nos parecemos es en los ojos, en el color. Azules como el cielo.
- ¿Pero te das cuenta de que se le ha ido totalmente la olla? ¡Universidad!- Hize una risa sarcástica- ¡Si tenemos 15 años, por dios!
- Ya, bueno...- Negó- Pero es su futuro, no el tuyo...
- ¡Pues yo también quiero entrar!
Me miró con cara de no haber entendido. No dudé en repetirselo, con la misma fuerza de antes. Después, hizo amago de ir a reírse, pero con la cara con la que le miré, dudo mucho que todavía tuviera ganas de hacerlo.
- Pero amor... Es femenino.
Me levanté de un golpe, intentando asimilarlo, y pensando en alguna idea para recuperarla. Di varias vueltas delante de ella, mientras me miraba con las piernas cruzadas. Paré un momento, y ante su mirada expectante, lo solté.
- ¡Mierda!
No, no era lo que ninguno de los dos nos esperabamos, pero de todos modos, no iba a servir nada de nada. Yo era un chico, ella una chica, y los dos nos parecíamos... Me giré, y me quedé quieto. Los dos nos parecíamos. Perfecto. Me giré hacia mi madre, y sonreí.
- Ya lo sé. Ya lo tengo.
- ¿El que, cariño?
Reí un poco, y me senté a explicarselo. Al final, pensó que no era mala idea. Ella sabe cuanto quiero a mi hermana. Y sabe que no puedo estar sin ella. Al cabo de varios minutos pensando en silencio, lo rompió con una sola frase.
- Por mi está bien, aunque vayas a sufrir mucho, pero ahora el problema es tu padre.
Mi padre nunca ha estado de mi parte. Absolutamente nunca. ¿Cuando quería ser Boy-scout? Me dijo que era para frikis. ¿Y que a la idea de jugador de baloncesto? Para altos delgaduchos. Y cuando se enteró de que era metalero, por poco me mata. Con mi hermana es todo lo contrario. Pero se por que es, claro. Él quería un solo hijo. Y que fuera chica. Cuando le dijeron que iba a ser así fue feliz, pero después le dijeron que había uno más. Estuvo mal durante mucho tiempo, pero por lo menos me asimiló. Fui a mi habitación, y por fin, por un día, descansé un poco. Me desperté con un "bonito" grito, ¡Ya está la cena! Bajé al comedor, y ahí estaba mi "querido" padre, y mi gran madre. Me senté a un lado de él, y empezamos a cenar. Pasamos casi toda la hora en silencio.
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¡No soy una chica!
Teen FictionJames Fearless, un chico atractivo y mujeriego de 15 años, se ve atrapado en su peor o mejor sueño... ¡Estar en un internado de chicas!