Capítulo 2

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-Eh... Pues hola Claire...

 Me miró con mala cara, y yo, asustado, miré al suelo. Al ver que no contestaba, se me pasaron las ganas de tener una conversación civilizada con ella. Entré más a fondo, y vi que habían dos grandes camas de matrimonio, con sábanas blancas. Realmente eran gigantes. Pero una tenía cosas en la mesita de al lado, así que supuse que esa era la suya. Dejé encima mi bolsa de mano, que cuando la miró, también con mala cara, supuse que era demasiado masculina. Después, metí mi maleta debajo de la cama. Había armario, pero preferí no poner mi ropa ahí. Había llevado también alguna camiseta de chico, por si en algun momento me hacía falta, y también tenía calzoncillos, iba a pensar que era una loca. Aunque bueno, si hubiera sabido que soy un chico, me habría tomado como un depravado y pervertido. De todos modos, dejé todo el armario para ella. Al día siguiente empezabamos las clases, así que ese día iba a aprovechar para cotillear todo. ¿Cotillear? Eso sonaba muy femenino. Lo usaría más de vez en cuando. Me giré, y vi que se Claire se miraba en el gran espejo de el baño. Negó con la cabeza, y me quedé mirándolo embobado. Era muy guapa. Al notar mi mirada, me miró. Yo intenté sonreírle. No creo que me saliera muy bien.

- Eres la hermana gemela de la otra, ¿no? Como se llamaba.... Carly... Corena... ¿Coraline quizás, como la de la peli?

- Caroline. Y sí, soy su herman..a.

Me miró con cara de extrañada cuando me quedé unos segundos pensando en la última a. Iba a decir hermano. Pero aquella cara se cambió rápidamente, a la de enfadada.

- Vale. Me da lo mismo. Ella no me cae bien, y tu, al ser totalmente igual que la otra, pasas rápidamente a caerme mal. 

- Pero que dices, chavala, tu no sabes quien soy...- me cortó rápidamente.

- Que vale. Di lo que quieras. Paso de enseñarte el internado. Descubrelo tu. 

 No le llevé la contraria. Me estaba costando tragarme mi forma de ser, y si seguíamos así iba a acabar contestandole muy mal. Y si lo hacía se iba a notar que era un chico. Pude ver como se acercaba a la puerta, la abría y salía. 

- Por cierto, no toques nada mío, y si llego tarde, no cierres la ventana. Ni se te ocurra- Cuando estaba cerrando la puerta, oí como murmuraba algo-. Odio a las chicas tan pijas y femeninas...

El portazo que pegó sonó por toda la habitación. No podía creerme que me hubieran puesto a la peor compañera. 

- Genial...

Fue una palabra casi inaudible. Negué con la cabeza, y después de abrir mi parte del armario, que no iba a usar, observé que había un uniforme para mi. Lo cogí, y volví a colgar la percha. Me dirijí a el baño, y después de quitarme todo, me miré en el espejo. Era todo un hombre. No me podía creer que nadie se diera cuenta. Antes de ir a ducharme, cerré la puerta con pestillo. El baño parecía de mansión. El techo estaba pintado con ángeles y nubes, y las paredes eran de color pastel. El suelo era de marmol. Y un gran baño redondo lo decoraba. Me metí, y le di al agua. No me apetecía un baño, así que me duché. Cuando acabé salí, y me puse el uniforme. Me miré al espejo. Me quedaba muy bien para ser un chico. Una suerte que sea tan flaquito y con un cuerpo tan... bonito. Me puse la peluca negra, y salí del baño. A lo tonto había pasado una hora ahí dentro. Cogí las llaves del cuarto y mi móvil. Creo que estaba prohibido. Pero bueno, no iba a dejar que nadie lo viera. Metí esas dos cosas en los bolsillos de mi falda, y salí del cuarto. El pasillo era gigante, y no había nadie, así que seguí a mi instinto. Una birria de instinto, debo decir. Por que después de media hora, seguía dando vueltas por las habitaciones. Una voz dulce gritó desde el otro lado del pasillo.

- ¡¡Caroline!!

Me giré, y sonreí por el hecho de que se hubiera equivocado. Vino corriendo hacia mi, y puso cara de susto. Después, se le escapó una pequeña risa, y se tapó la boca con la mano. Esa chica era muy mona. Tenía su pelo marrón sujetado en una coleta alta, y un poco de gloss. Me había documentado de esas cosas para no parecer rara, ¿vale?. Sus ojos color avellana pegaban con las millones pecas que recorrían sus mejillas. 

¡No soy una chica!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora