Capítulo 4

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- ¡¡Claire, estás sangrando!!

Negó con la cabeza, y le cojí por las muñecas, ensangrentadas. 

- Ya... ya lo sé...

Siguió llorando, y se tapó la cara con las manos. Realmente, no me podía creer aquello. Suponía que se drogaba, por lo que pasó la pasada noche, pero para que pasara aquello debía de llevar mucho tiempo con aquel juego. Y no era bueno. Y minutos antes había conseguido que mi corazón diera un vuelco, cuando me dijo que era su amiga. Me intenté levantar, para ir a por un pañuelo, o algo para limpiarle, pero ella me paró, cogiendome de la falda para que volviera a donde estaba. Me giré, y ya no lo pude soportar más, y mi forma de ser de verdad salió.

 - ¡¡Pareces gilipollas!! ¿¡En qué pensabas al drogarte!? ¡¡No puedo más!! ¡Y solo llevo un puto día! ¿¡Por qué tengo que cargar con esto!? ¡¡Ni que yo tuviera la culpa!! ¡¿No sabes que es muy malo esnifar, que te puede pasar esto y de que es demasiado peligroso?! ¡Además, ¿que haces a la noche?! ¡¿Por qué vuelves tan tarde?! ¡¿Por qué me odiaste en el primer momento?! ¡¡Suficiente tengo con lo mío!! ¡¡Ni que fuera facil hacerse pasar por una chica...- Me di cuenta de lo que acababa de decir, así que intenté que no se me notara- buena!!

Respiré profundamente, y después me di cuenta de todo lo que le acababa de decir. Y ella supuestamente había abierto su corazón para mi. Caí de rodillas, y le abracé. Ella sólo permanecía quieta. Su respiración entrecortada por culpa de varios hipitos, hacía que el vello de todo mi cuerpo se erizara. Negué con la cabeza, mientras le apretaba más hacia mi.

- Perdoname... Lo siento.

Me rodeó con sus frágiles brazos, y siguió llorando. Poco después, me levanté, y cogí una camiseta de chico, que tenía en la maleta, azul. La rompí, y le até un trozo en sus muñecas, para que parara la sangre de los cortes. Después, con otro trozo, intentando ser un poco suave, le empecé a limpiar la sangre de la nariz, pero seguía saliendo a chorros. Me levanté corriendo, y fui hacia la puerta.

- ¡¡Voy a por mi hermana, no te vayas!!

Corriendo todo lo que podía y más, recorrí todo el pasillo, hasta la habitación 62, en la que dormía mi hermana. Kay me lo había repetido miles de veces. Ellas dos compartían habitación, por eso eran tan amigas. No me hacía gracia que ella se enterara de lo que pasaba, pero sino, a Claire le podía pasar algo muy malo. Y  yo no quería. Cuando llegué, sin respiración, toqué la puerta. Una Kay medio adormilada y en un pijama rosa de ositos me abrió minutos después. Sonrió, y fue a abrazarme, pero me aparté, y fui directamente a donde mi hermana. Ella me miró, tumbada, y después de sentarse, todavía con la sábana puesta, y frotandose los ojos, me preguntó por que estaba ahí.

- Si te ven recorriendo los pasillos a estas horas, te pueden...

- ¡¡Me da igual lo que hagan!! ¡Ven corriendo, Caroline!

- Pero...

- ¡Qué vengas, ostia!

Le cojí de la mano, y le obligué a correr por los pasillos, hasta mi habitación, mientras ella no paraba de preguntar cosas. Kay nos seguía, aunque un poco más atrás, por qué yo corría demasiado rápido para ella. Cuando llegamos a la puerta 211, entré sin llamar, y Claire seguía en el mismo sitio de antes.

- ¿Qué pasa? Si llora ocupate...

Se calló al ver toda la sangre en el suelo, después volvió a mirarme a mi, lleno de sangre, y fue corriendo hacia Claire. Kay llegó un poco más tarde, y al ver a la rubia en el suelo como estaba, me gritó:

- ¡¡Debes llamar a la enfermera!!

Le tapé la boca corriendo. Cerré la puerta antes de que nadie pudiera entrar, y eché el cerrojo. 

¡No soy una chica!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora