Iba de camino al club de Astronomía, pensando en lo que había pasado hace un día.
- ¿Qué has dicho?- Me dijo, quitandome el pañuelo de la boca.
- N.. nada...
- ¿Seguro?
- Sí, seguro...
- Está bien, entiendo que te avergüences de haber dicho mi nombre después de no querer nada conmigo...
Sí, me callé. ¿Qué iba a decir, después de todo? Después de que aquello pasara, ni siquiera volví a la habitación. ¿Cómo iba a mirar a Claire habiendole sido infiel? Bueno, infiel. En mi mente, en todo caso. Pero había tenido fantasías con ella. Quizás estaba preocupada. Qué más daba. El caso, que estuve debajo del árbol en el que había quedado con Kay el día anterior. Hacía un poco de frío, pero nada del otro mundo. Ahora que lo pensaba. Kay. Otro problema. ¿Qué se suponía que debía hacer? Ni idea.
Después de despertarme había pensado en el único lugar al que poder ir sin que nadie me hechara nada en cara. El club de Astronomía. En cuanto llegué, deseé que no hubiera nadie dentro. Por una vez, alguien había hecho caso de mi deseo. Cerré la puerta con el pestillo, y me senté en el sillón granate que había al lado del ventanal con el telescopio. Me apreté el puente de la nariz, mientras cerraba los ojos, y me acomodaba más. Había dormido poquísimo, y casi no podía ni pensar. Todo lo que había pasado en las últimas 24 horas eran casi imposibles de repasar. Miré hacia el techo blanco. Vi que algo relucía, pero era casi imposible de verlo. Así que entonces pensé. Estaba en un club de astronomía, así que ¿qué era lo único que podía relucir encima de mi cabeza? Me levanté corriendo, corrí las persianas y apagué la luz. No me equivocaba. Miles de estrellitas relucían encima de mi cabeza. Me tumbé en el suelo, y estuve mirándolas un buen rato. Bueno, la verdad es que no me sirvió para nada. No soy un romanticón ni nada de eso. Pero estuvo bien. Era curioso. Me entró un poco de frío, así que cogí una manta que estaba encima del sillón y me tapé, después de volver a sentarme. Y poco a poco me dormí.
- ¡¡Jamie!!
Abrí los ojos rápidamente, y me levanté del sillón. Miré hacia la voz que me había llamado, y vi a la mejor y a la vez la peor imagen que podía haber visto en ese mismo momento. A Claire. Llorando. Vino corriendo hacia mi, y me abrazó.
- ¿Por qué lloras?
- Idiota... ¿Por qué no me has dicho nada? ¡Se supone que somos mejores amigas!
- Uh...
No dije nada. Total, ¿que le iba a contestar? Sólo disfruté del momento.
- Jamie...
- ¡Caroline!
Claire me soltó, y mi hermana me abrazó con todas sus fuerzas.
- Es que eres imbécil... ¿Qué te ha pasado?
- Tranqui, hermanita, no te preocupes tanto, que estoy bien.
Segundos después entraron todas las chicas del club, y un poco más tarde, mis amigas. Todas me abrazaron con fuerza, y diciendome cosas bonitas. Y minutos después entró Ely. La culpable de todo eso. Se acercó a mi, mientras Caroline le miraba con cara de asco, y se enganchó a mi cintura.
- No vuelvas a preocuparme...
Yo la ignoré, y vi que poco después Penni le decía algo, y consiguió que se fuera. Un poco más tarde, y consiguiendo resolver las dudas de varias chicas, se fueron todas menos las del club y mi hermana. Cuando salió Jessie, después de darme un beso, Alice cerró la puerta con llave. Todas se sentaron delante de mi.
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¡No soy una chica!
Novela JuvenilJames Fearless, un chico atractivo y mujeriego de 15 años, se ve atrapado en su peor o mejor sueño... ¡Estar en un internado de chicas!