Abre los ojos... Se abre el telón...
Se vería a un chico de cresta caminar hacia su auto, como todos los días al despertar se encontraría con su amigo Gustabo.
Miraría su pequeño auto rosa, preguntándose el motivo por el cuál escogió ese color y el modelo. Algo dentro de él sabía que era mejor ponerle neones verdes o rojos, pero por alguna extraña razón cuando el mecánico le preguntó el color sin pensarlo dos veces dijo rosado.
Estacionó su pequeño auto delante de la casa de Gustabo y tocó el claxon de manera insistente para que este se apresure en salir.
- Que cojones Horacio, los vecinos se van a cabrear... - gritó Gustabo al salir de su casa.- Horacio tenemos que ver al superintendente, está enojado por lo de la joyería. -
Por alguna razón tuvieron que atracar esa joyería, Horacio no quería hacerlo pero las manipulaciones de Gustabo fueron más fuertes que él y sin pensarlo dos veces accedió.
A veces tenía la sensación que no controlaba su cuerpo, en un momento se encontraba conversando de lo más tranquilo con Gustabo, parpadeaba y al segundo se encontraban en otro lugar y hablaban de otras cosas.
- Horacio recuerda que debemos ser determinados, no podemos dejar que ese viejo nos manipule - Gustabo a veces tenía comportamientos demasiado groseros hacia Conway y por si no fuera poco Horacio siempre lo defendía, aunque supiera que lo que hacía estaba mal.
- Yo quiero mi chapa Gustabo y si no nos da nada, nos vamos de este puto trabajo. - dijo el de cresta mientras se dirigían a la comisaría.
Al llegar a la comisaria, bajaron juntos y con rapidez Horacio cerró la puerta de su auto y se dirigieron al despacho del Superintendente, al entrar por la puerta, vieron como varios hombres vestidos de GEO salían corriendo y sin darse cuenta Horacio se topó contra uno de ellos.
- Tenga cuidado... - dijo molesto el policía que vestía de GEO, apenas se podían ver sus ojos ya que llevaba una máscara gris.
Gustabo llamó a Horacio al ver cómo este se habría quedado inmóvil cerca de la puerta. - Horacio que cojones...-Subieron por las escaleras hasta llegar al despacho de Conway, se sentaron es sus respectivas sillas y como era de esperarse el Superintendente empezó a gritarles, llamándoles de todo.
- Me estás escuchando Horacio? Que sea la última jodida vez que hacéis esa mierda... Sabéis como están los de arriba? Estoy harto de proteger vuestras mierdas. Que sea la última puta vez - gritó Conway mientras se tocaba la cabeza de la desesperación. Estaba tan enojado que se había fumado como 4 cigarros.
La intensidad de esa reunión fue interrumpida por una voz que Horacio había escuchado hace poco.
- Superintendente necesitamos hablar con usted - esa voz Horacio la conocía muy bien era la voz del hombre que iba de Geo, quiso darse vuelta para conocer el rostro de aquella persona, pero una fuerza mayor se lo impidió, no podía moverse.< Pero que me pasa?...> miró a Gustabo en busca de ayuda y este estaba con la mirada perdida, no reaccionaba a sus gritos.
- Gustabo me escuchas? - preguntó y lamentablemente no obtuvo ninguna respuesta.
- GUSTABO RESPONDE - gritó Horacio con casi las lágrimas a los ojos, notaba como cada vez le costaba más respirar, sentía como su cuerpo empezaba a temblar y el no podía hacer nada, el dolor del pecho y la sudoración desapareció de golpe cuando Conway habló.
- Fuera de mi despacho y no hagáis más mierdas y por favor Horacio quítate esa puta cresta - dijo Conway mientras se prendía el quinto cigarro.
Salieron del despacho sin decir ninguna palabra. Antes de salir Horacio dió una última mirada, pero Conway ya no se encontraba en ese lugar.
Siempre era así por alguna razón ellos desaparecían a los pocos momentos.
- Estoy harto de toda esta mierda Horacio. Conway nos trata como quiere y tu no haces nada... Eres demasiado sensible, lo tuviste delante y no dijiste una sola palabra... Eres lamentable - dijo Gustabo, cada palabra era hiriente y Horacio no podía hacer nada, no podía irse, porque su cuerpo no se lo permitía, tenía que quedarse allí a escuchar y sufrir en silencio.
- Me voy a dormir Horacio, nos vemos mañana - entró al despacho de Conway y a los pocos segundos desapareció también él.
Las luces de la comisaría poco a poco se apagaban, Horacio observó sus manos, movió los dedos y sin pensarlo dos veces dió un paso hacia adelante con la misma emoción cuando un niño empieza a caminar por si solo, era como sus primeros pasos, pero esa felicidad desapareció a los pocos minutos cuando estaba por salir de la comisaría y sus pies se quedaron pegados al suelo.Su cuerpo poco a poco de desvanecía, cada segundo que pasaba era casi imposible mantener los ojos abiertos.
- No quiero dormir aún... - suplicó mientras su cuerpo se encontraba casi completamente en el suelo de la comisaría, sus ojos no aguantaban más en algún momento estos se cerrarían por completo.
A lo lejos se escuchó una puerta abrirse y con la vista borrosa vió como una silueta se acercaba a él, alcanzó a ver unos zapatos elegantes, negros y bien relucientes que casi reflejaba su rostro. Una mano fría se apoyó delicadamente sobre sus ojos y le ayudó a cerrarlos por completo - No se esfuerce, Descanse...-,Fue así que Horacio cayó en un profundo sueño, pero sin antes reconocer la voz de esa persona ya que era la tercera vez que la escuchaba en ese día.
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CUANDO LAS LUCES SE APAGAN, YO VIVO
FanfictionDonde Volkov y Horacio viven en un mundo donde no pueden controlar sus acciones, pensamientos porque son controlados da fuerzas externas.