1: El espíritu

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*El pueblo waorani, de la Amazonía ecuatoriana, se denomina así mismo wao. En su idioma, el wao tededo, wao significa "la gente" y cowode, "la no gente". El término cowode hace referencia al resto de las personas, aquellos que no pertenecen a su pueblo. 

*Los waorani son parientes de los pueblos tagaeri y taromenane, estos dos últimos son conocidos como pueblos ocultos debido a que decidieron aislarse en la selva y no tener contacto con la civilización.

El término onko significa "casa".

Se recomienda leer la nota de autor para una mejor comprensión de esta historia.

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La selva amazónica ha sido mi hogar desde siempre.

Crecí aquí, rodeada de pájaros cantores, jaguares feroces, el canto de los insectos y árboles tan altos que cuando mirabas hacia arriba, parecían tocar el cielo.

Pero un día, después de haber vivido tantos ocasos que era imposible ya saber cuántos, abandoné mi cuerpo y elegí unir mi espíritu a la inmensa selva a la que siempre pertenecí.

No recuerdo demasiado sobre mi vida como humana, ya que ocurrió hace mucho, pero sé que fui feliz. Muy feliz.

Ahora soy un espíritu de esta selva. Una de las guardianas de este paraíso. 

Al morir, cada uno de nosotros elije si unirse o no a la madre selva. Y si la respuesta es sí, podemos hacerlo de diversas formas; ya sea enlazándonos espiritualmente a un río, una roca, una montaña, un árbol o incluso un animal.

Yo elegí como morada a un antiguo cedro, con un tronco tan ancho como el río que alimenta sus raíces. Vivo ahí desde que dejé el mundo de los vivos y mi espíritu se encuentra enlazado a él. Los dos somos uno sólo.

Pero, conozco la historia de otros espíritus también. Obatawe es uno de los que eligió al río como su morada. Es muy caprichoso y casi nunca se deja ver, pues prefiere quedarse en el río. Él lo custodia y cuida lo mejor que puede.

Él es muy distinto a Penti, un espíritu que está enlazado a una gran roca cercana a mi cedro. Penti me agrada más que Obatawe ya que es menos arisco y más amigable que él. Penti es así, tan juguetón y travieso como un niño, debido a que abandonó su cuerpo a una edad muy temprana.

Desgraciadamente, somos unos de los pocos que espíritus que aún quedan. Porqué, al igual que con nuestros descendientes vivos, los cowode están acabando con nosotros sin piedad o misericordia.

Los cowode, la no gente, aquellos que hablan una lengua inentendible y vienen con objetos extraños a destruir mi hogar, cortando sus árboles de cuajo, apresando al poderoso jaguar y extrayendo de las entrañas de la selva un líquido negro y viscoso por el que han matado a muchos; ellos convirtieron mi existencia feliz en exactamente lo contrario desde que aparecieron.

Ellos hicieron que los wao, la verdadera gente, mi gente, abandonase su hogar en la selva. Los hicieron dejar sus onkos de paja toquilla y habitar onkos extraños, hechos de una mezcla gris y acuosa que se solidificaba al sol.

Muchos wao empezaron a olvidar su origen, su lengua ancestral y sus tradiciones. Ellos olvidaron a la madre selva y se convirtieron en cowode. Cubrieron su cuerpo y traían en sus manos los mismos objetos que ellos para cortar árboles; empezaron también a cazar con una especie de aljaba muy larga y negra de la que salía una pequeña bola.

Pero cazar no era todo lo que empezaron a hacer con aquella aljaba. También atacaron a sus semejantes.

Yo misma presencié una matanza en la que usaron el arma. Varios wao, con ropa de cowode y objetos de ellos, asesinaron a casi todos sus parientes taromenane con la brutalidad propia de una venganza.

Los últimos guardianes de la selvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora