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Kim Seokjin:
Debido a que Jin busca la perfección entre él y tú, en realidad nunca agitó su arma contra tu cara, si somos honestos, con el tiempo fluyendo casi habías olvidado cuál era realmente su trabajo.
Pero no importa la imagen perfecta que había creado para los dos, realmente no fue ese el caso la noche en que Jin apareció con sangre en su camisa blanca y, por supuesto, con una pistola en las manos.
"Estoy en casa, Jagi", gritó felizmente caminando hacia ti, la pistola metálica casi reflejaba las luces de la habitación.
Te sentías húmeda y se te estaba formando el brillo de un sudor frío en la piel. Se paró frente a ti con el ceño fruncido creciendo en su rostro. Las yemas de sus dedos tocaron suavemente su frente, limpiando las gotas.
"¿Estás enfermo?"
En lugar de responder, un gemido escapó de tus labios al sentir la pistola presionando contra tu muslo. Jin siguió tu vista antes de jadear ruidosamente, arrojar el arma y darte un fuerte abrazo.
"Ah jagi, mi amor, no tienes nada que temer, mientras esperes a que vuelva todos los días, nunca te haré daño".
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Min Yoongi:
Yoongi realmente vivió una vida de Hannah Montana, dentro de tu casa sería tu novio más querido, fuera de la casa un asesino despiadado.
Su trabajo nunca fue un problema real, nunca preguntaste, nunca habló. Ese fue el equilibrio perfecto que ambos disfrutaron, hasta ese día en que, por una razón desconocida, Yoongi decidió que eras el objetivo de otra persona.
"Solo sosténgala firmemente y trate de no saltar demasiado cuando la dispare", murmuró, sus manos presionadas contra las suyas mientras sostenía el arma en sus manos.
No podía evitar sentirse tembloroso, el miedo corría por tus venas como si fuera otra forma de sangre.
"Oye, oye, ojos en el objetivo, no querrás dispararte accidentalmente", enseñó levantando suavemente la cabeza.
