Andreas (Parte II)

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Aclaraciones:
*A partir de este capítulo emplearé la letra cursiva para entablar eventos del pasado, además de la separación:

_*_*_*_*_

Tanto al inicio como al final de cada flashback.

*Espero no resulte confuso, y de ser así agradezco mucho que me informen y me digan como se sentirían más cómodas leyendo para mejorar los próximos capítulos.

*Actualmente la historia se encuentra ambientada en 1988, pero tendremos eventuales saltos de tiempo.

*Disfruten ☃️☃️☃️☃️

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Octubre 1988.

En la ciudad obrera de Sheffield, el día era bastante claro y las blancas nubes no anunciaban precipitaciones, aun así el aire se sentía ciertamente frío.

La pequeña de ojos azules jugaba con una trampa de dedos china, bastante asegurada en su sillita para niños acoplado en el lugar del copiloto. Aquel objeto era uno de los tantos recuerdos de la gira, Peter jamás los dejó desplazarse ni en los aviones, ni en las limusinas sin la bendita silla plegable perfectamente ajustada a los asientos.

-¿A dónde vamo papi? -preguntó sin despegar la vista del juguete.

-Ya verás -respondió soltando una bocanada de humo por la ventana bajada de la Ford Escort Van de Phil, no le gustaba conducir aquel carro, pero no había encontrado a Joe.

Tal vez debía pensar seriamente en comprar un auto.

-¿Paseo? -volvió a preguntar emocionada.

-Algo así -sonrió nervioso, rascándose la sien.

Tardaron varios minutos en llegar al Jardín Botánico de la ciudad, ya que el lugar resultó estar más distante de su casa de lo que creyó en un inicio. Steve liberó a su hija de los cinturones de seguridad y la sacó del vehículo, Eileen apenas reparó en él ya que seguía concentrada en la trampa.

-Papá... no puedo, quítamelo -hizo un ligero berrinche; el juguete de Rick estaba empezando a molestarla.

En su infantil cabeza se imaginaba que sus dedos quedarían atrapados de por vida en esa cosa.

-Espérame un momento cariño, debo pedir información primero.

-¡Papi! -exclamó jaloneando sus dedos, consiguiendo que el juguete le apretara más. Su miedo inicial se fue profundizando y desembocó en una cuestión: ¿Tendrían que cortarle los dedos?- ¡Papi! -lloriqueó desesperada.

-Dios... -bufó colocándose de cuclillas-. Juro que golpearé a tu tío Rick por regalarte estas tonterías.

-¡Quítamelo, po favor!

-No jales tanto o se pondrá peor -advirtió con la mirada, haciendo que la menor apretara los labios-. Oh vamos, tampoco lo tomes así -dijo suavizando la voz-. Ahora, acerca los dedos y cuando te diga que los separes, lo haces, ¿entendido? -percibió un leve asentimiento.

Lucharon contra el juguete por varios segundos; los dedos de la menor estaban tornándose rojizos por la presión. Definitivamente Allen iba a ser el gran acreedor de una buena tunda en cuanto se vieran.

-¡Ya! -dijeron los dos al unísono al liberarse de ese estúpido juguete del diablo.

Maynard se apresuró a masajear los dedos índice de su hija. De un momento a otro el rubio comenzó a reír y resoplar divertido, vaya susto el que se llevaron ambos.

EileenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora