♤Un relato para Halloween III♤

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    A la mañana siguiente Rose despertó en su habitación, debía ser cerca del mediodía, no quería levantarse, pero debía hacerlo, anoche fueron a dormir muy tarde y estaba todavía cansada. Miró al cuerpo que dormía junto a ella y lo sacudió para tratar de despertarlo.

    -Arriba.

    -No- gruño, quería seguir durmiendo.

    -Vamos Cloe, hay que despertar a los chicos.

    -Déjalos dormir, y a mí- tapo su cabeza con la manta.

    -¡Vamos, tenemos que recoger el desastre de abajo antes de que mis padres regresen!

    -¡Bien- dijo fastidiada quitándose la manta de la cara.

    Ambas fueron hasta el cuarto de invitados donde los muchachos dormían. Abrieron la puerta lentamente; Charlie y Tobías dormían en la cama principal y Dylan con Augus en el sofácama. Las dos chicas intentaron aguantar la risa del cuadro que estaban haciendo Tobías y Charlie, pues el chico más bajo abrazaba al más bajo por la cintura mientras plácidamente dormían.

    Cloe y Rose despertaron en silencio a Augus y Dylan para que los vieran, ambos también rieron y decidieron que la era hora de hacerlos despertar. Así que Dylan se acercó hasta Tobías:

    -Oye amigo- lo sacudió un poco desde el hombro- no sabía que te gustaran las pelirrojas.

    Tobías despertó y todavía adormilado se dio cuenta de lo que pasaba, con rapidez y arrebatadamente se aparta de Charlie, mientras este despierta asustado por el acto y sin saber qué era lo que estaba pasando. Así, fue algo muy gracioso de lo que se rieron toda la mañana.

    Al bajar a la primera planta los adolescentes se toparon con el desastre que habían dejado la noche anterior; muchos envoltorios de dulces esparcidos por toda la sala de estar y algunas latas de cerveza vacías.

    -Tenemos que reponer esas cervezas antes que mi papá se entere- dijo Rose -. Y hay que limpiar este desastre.

    Así los jóvenes se pusieron en marcha y con bolsa de basura en mano recogieron su desorden, dejando la casa tal y como la encontraron. Hasta que sus estómagos rugieron y marcharon a la cocina por su desayuno. Huevos revueltos, tocino y mucho pan, eso fue lo que sació sus estómagos.

    -Vamos a ver películas de Halloween- dijo Tobías al terminar de comer.

    -Ya pasó octubre- dijo Augusto.

    -No importa, el espíritu queda, ¿no?

    Tenía tanta razón el muchacho el espíritu había quedado.

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