CAPITULO 2

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La sonrisa burlona de Roy desapareció cuando vio insectos en mi cabeza, antes de que alguien dijera algo para culparme, decidí señalar a la responsable

–Luz, no creo que el té con insectos sea de mi gusto, debiste detenerme de dárselo al joven Roysher.

–Jo...joven Roysher...nosotras...

–¡¿Qué le dan de comer?!

Entonces ellas empezaron a sentir comezón por todo su cuerpo, mientras que Luz, la que es mi sirvienta personal, la que empezó a llamar a otras para burlarse de mí, empezó a ser ahorcada por una fuerza invisible. Si, este maldito bastardo está loco.

¡Qué bien se siente insultarlos en mi mente! Hasta me da deseos de gritarles, pero debo aguantarme.

Las sirvientas empezaron a suplicar perdón a Roy pero este solo aumentó su dolor, luego me vieron a mí, gritaron por mi ayuda. Luz extendió una mano hacia mí, también suplicando ayuda, pero ¿Por qué deberías ayudarlas? ¿Acaso debería premiarlas por su pésimo servicio?

¿Cómo pueden pedir ayuda cuando le han dado a Marina basura mientras se burlaban?

En fin, la hipocresía. Mientras el loco hacía lo suyo, recordé que tenía una manzana que me robé de la cocina. ¡Deliciosa!

–¡Oye tu!

–¿Yo? –me señaló mientras sostenía mi manzana mordida.

–¡¿Qué demonios pasa contigo?! –Loco bastardo, solo seguí comiendo mi manzana– ¡¿Hay alguien?!

Inmediatamente entró el mayordomo junto a otros sirvientes, la escena los aterrorizo, cuatro sirvientas siendo torturadas por su joven amo, mientras la loca huérfana disfruta de una manzana deliciosa.

¡Es que en serio está rica! Puedo vivir para siempre si solo como frutas. A menos esta maldita casa cosecha buenas frutas. Me llevaré algunas cuando salga a buscar a mi salvación.

–¡Encierren a estas perras por atreverse a alimentar con basura a su ama!

–Sí, joven Roysher.

Tal vez debería averiguar cómo hacen tan deliciosas estas frutas, en algún momento tendré que quedarme quieta en un hogar, puedo empezar a cosechar estas frutas y venderlas, y claro comerlas. De pronto sentí un leve mareo.

–¿Estás bien? Debería llamar a un doctor –puso su mano en mi frente.

–¿Ya terminaste? –aparte su repugnante mano de mi frente.

Si toca mi manzana la tiraré y será algo muy triste porque enserio esta deliciosa.

–¿Por qué demonios no dijiste nada? ¿Desde cuándo te han estado alimentando así?

–Desde que me sacaron del sótano, pero ya antes lo habían hecho –seguí comiendo mi manzana.

–¿Por qué carajos no dijiste nada, estúpida? –me dan ganas de darle un puñete, este cuerpo debe tener fuerza si ha estado comiendo frutas deliciosas y sopa de verduras.

–¿No fuiste tú quien lo ordenó?

–¿De qué demonios hablas?

–Creí que fuiste tú, si no diste la orden debió ser mi hermano mayor, o tal vez la duquesa o el mismo duque. Así que ¿Por qué debería haber dicho algo?

–¡¿Crees que te daríamos comida podrida?! –sí, sí lo creo.

–De pronto me siento mal, te puedes ir por favor –maldito loco bastardo.

Quiero tirarle ácido en la cara. Mejor dejó una carta con todos los insultos a cada miembro de esta maldita familia. Sí, eso haré. Luego gritaré en el campo de flores todos los insultos.

–Perra loca, ¡haz lo que quieras!

Se fue cerrando fuerte mi puerta, que imbécil. Pero me sorprende que se pusiera de mi lado, creí que se uniría a las sirvientas a mirar el espectáculo. Digo, es el mismo imbécil que usó su magia para provocar quemaduras en ciertas partes del cuerpo de Marina, incluso la humilló en las reuniones sociales. Por suerte el resto del día estuvo tranquilo.

Estaba por dormirme, entonces empecé a quitarme el vestido. Sabía que en la espalda tenía como tres quemaduras, por lo menos no hay nada en mi abdomen perfecto. ¿Cómo Marina pudo ser tan hermosa y tener un destino tan cruel? A, si, la maldita nobleza. Justo cuando iba a soltar el vestido, un sirviente entró ¡sin tocar la puerta!

–Señorita Mari... –se quedó congelado al ver mi espalda desnuda y mis brazos cubriendo mi pecho, ¿Por qué no aprovechar esta situación? Tengo las de ganar

–¡Ahhh! –grite como una damisela en peligro.

Inmediatamente llegaron el mayordomo, la jefa de sirvientas, un caballero, y el otro bastardo, pero peliblanco, que tampoco quería ver: Einsher Vansher, el heredero, quien siempre miró mis torturas y me recordó que solo soy una huérfana mendiga. Al ver mi situación volteo la mirada, después de mirarme como diez segundos.

Si, lo sé, soy hermosa a pesar de sus putos maltratos. ¡De verdad necesito insultar en voz alta! Si me siento bien de solo pensarlo.

–¿Qué demonios pasa aquí? –pregunto el muy estúpido. ¿Qué no vez la situación?

–Joven Einsher...yo... –el sirviente irrespetuoso empezó a hablar para de una forma echarme la culpa– Yo...venía a avisarle a la señorita que...que el duque la llamaba...pero...

–¡¿Y no pudiste tocar la puerta?! –Grite haciéndome la víctima, aunque lo soy– Yo...Yo me cambiaba para dormir...y de la nada...el...el –cubrí mas mi pecho y empecé a temblar– me asuste tanto...sobre todo...cuando...cuando el si me vio –haber como te salvas de eso.

Einsher, veamos si puedes defender al sirviente delante del mayordomo y la jefa de sirvientas, quien inesperadamente camino hacia mí y me cubrió con una manta, al hacerlo se sorprendió de ver las quemaduras en mi espalda y brazos.

Si claro, hazte la santa.

–¡¿Qué no conoces la educación de tocar la puerta de una noble?!

–¡¿Pero joven-joven amo... –y lo golpeó.

–Saquen a este irrespetuoso de aquí ¡Ahora!

Otro sirviente arrastrado de mi habitación, tal vez las cosas cambien mientras decido escapar. Él seguía mirándome, hasta que la jefa de sirvientas le hizo darse cuenta de lo irrespetuoso que era al seguir mirándome.

–Vístela, mi padre quiere hablar con ella –ordenó a la sirvienta y cerró la puerta. Inmediatamente quité sus brazos y agarré la manta por mi cuenta.– Puedo vestirme sola, largo.

¿A DONDE FUE LA VILLANA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora