Capitulo 4: Prisioneros

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Era prisionera de Atahualpa, heredera de antiguo Auqui del Inca y nadie se tenía que enterar.

Mi tío Atahualpa no fue tan despiadado con nosotras y a pesar de las llagas de sogas en el cuello y tobillos y heridas de pies descalzos al caminar; nos mantuvo vivas, sin hambre y a salvo durante todo el tiempo que acompañábamos en sus batallas contra tío Huascar.

Nos dábamos cuenta de que se dirigía a una batalla cada vez que nos escondía en algún lugar lejano para que su hermano no nos pudiera rescatar; hasta que llegamos a un descampado cerca del Sacsayhuamán y Atahualpa cometió el error de escondernos en aquella fortaleza (que anteriormente ya había tomado por la fuerza con su ejército). Porque la lucha sucedió a unos pocos metros del lugar.

La batalla duró muchas horas y las tropas de mis tíos estaban igualadas, mi mamá ya no podía soportar ver tanta gente morir y se tapaba los ojos de rodillas, pero yo, con la cabeza en alto, trataba de buscar la mejor oportunidad para gritarle a mi tío Huascar o simplemente de saltar y escapar con todo el escándalo.

Entonces fue que vi cómo se encontraron mi tío Huascar y Atahualpa muy cerca de nosotras, cada uno con una enorme macana en cada mano, sin escudos y sin gente protegiéndolos, uno contra uno.

"¡YAYA, YAYA, ¡HUASCAR AQUÍ ESTAMOS!" grité, pero ni siquiera volteo la mirada, estaba sumamente concentrado en su enemigo.

Entonces la lucha comenzó, mi yaya Huascar saltó para darle en la cabeza,


pero Atahualpa se hizo a un lado y piso el arma que con la fuerza fue a dar al piso. Luego Atahualpa se lanzó al ataque con ambas macanas y mi yaya Huascar de un salto le pateó la nariz y luego con el mismo pie lo empujo al piso, mientras levantaba al cielo la única macana que le quedaba, listo para dar el último golpe. Fue entonces que una lanza atravesó su mano levantada y la macana cayo en una de las manos de Atahualpa el cual aprovecho el dolor de mi yaya para darle la vuelta y tirarlo en tierra.

Entonces Atahualpa se limpió la sangre de la cara y dijo en voz alta:

"Huascar ahora te vas a reunir con tu familia, la misma que yo maté, seré el nuevo Inca, aunque te duela"

Dentro de mí se rompió algo y a pesar del forcejeo que tuve con el guardia que nos cuidaba cogí una piedra y se la lancé en la cabeza de Atahualpa y fue cuando mi yaya Huascar aprovechó y con los ojos brillando de dolor y odio dio un salto como de halcón y con sus piernas se apodero del cuello de Atahualpa para luego con los puños ir golpeándolo fuerte en la cabeza.

"Te voy a matar hermano, no te bastó mandar a un brujo a matar al auqui Ninan Cuyuchi, ahora matas a mi familia."

Entonces uno de los hombres de Atahualpa le lanzó una macana a su jefe y éste se suelta de las piernas de mi yaya, lo carga como costal y lo lanza fuerte contra el muro que nos separaba a nosotras de la batalla.

Mi tío al chocar la cabeza con la piedra mira hacia arriba y me ve: "Kuncha estas aquí, por fin te encuentro, tu mamay debe estar ahí atrás, creo que esta vez tengo que dejar la batalla para salvarlas" y fue que de inmediato se paró con un movimiento de brazo mato a los dos guardias que nos aprisionaban y rompió las sogas, luego agarro una lanza del piso y se la lanzó al guardia que aprisionaba a Wari Manihuari, el cual saltó contra otro hombre más, para recuperar a Puñuy y luego correr hacia nosotras, pero cuando ya nos habíamos reunido y preparado para escapar una chucuna atraviesa el pecho de mi yaya Huascar, el cual cae al piso de piedra, dejando ver a su asesino, Atahualpa.

La hija del AuquiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora