Más Cruel Que Dulce

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*Tenten*

Rápida y letal. Sensual y mordaz. Enigmática, peligrosa, malvada y, por encima de todo, hermosa. Mi vida entera ha estado plagada de esos calificativos.

Cómo una trampa para ratas, es evidente el engaño y aun así, siempre caen. Por supuesto, ellos tenían la culpa, ellos eran las ratas ¿sino por que sería siempre tan fácil atraparlos? Los hombres son estúpidos.

Con la rapidez y la crueldad que me caracterizaban termine de hacer palanca entre mi rodilla y su brazo, escuché el delicioso sonido crujiente y me detuve.

—Yo no sé nada, lo juro.

Aplasté su otra mano con mi tacón, en parte para que sufriera y en parte para que recordara, que al igual que su cuerpo tumbado, su existencia contra la mía no era nada.

—Los hombres que me enviaste atacaron a mi jefe, a nuestra chica y se metieron a indagar en nuestros asuntos ¿No tienes control de tu gente?

—Por favor Tenten, entiendeme, yo pensé que me eran fieles —volví a pisar fuerte, sintiendo esta vez como atravesaba hasta la palma de su mano—¡ahhhh! yo no sé porque atacarían.

—Si no voy con una explicación convincente él me castigará, y créeme, por justicia, lo que él me haga a mí te lo haré yo antes... Y tiene muuucha creatividad.

—Sólo se me ocurre el dinero, si hay dinero de por medio, todo el mundo cede... Pero debe ser bastante, mas de lo que yo les doy, y te consta, soy muy generoso con la paga.

—¿Plata? Asqueroso dinero. ¿Qué tan miserable es su vida, que su mayor aspiración son un par de billetes?

—¿Qué más sino? Hay pocas cosas en la vida que en verdad valgan la pena.

—Al ser humano le sobran motivaciones, pero ustedes... Dan lastima —sus ojos reflejaban pura confusión... ¿En verdad es tan difícil de entender? —Lealtad, venganza... Amor.

Aún nada, parecía de hecho más intrigado con lo que había dicho, no había entendido nada.

—A gente como tú, hay que tratarlos con una motivación en especial, hay un idioma universal que estoy segura que entiendes —y así, en un flash metálico su mano ya no estaba, en vez de eso líquido carmesí y por su puesto, los gritos. Estaba bien que grite, donde estábamos nadie lo iba a escuchar de igual manera—el miedo.

—¡Eres una maldita!

—Tal vez, pero no lo olvides —me agache hasta su altura— soy superior a ti en todo sentido. No me quieres como enemiga, así que controla la rabia en tu mirada. Considerate afortunado, al menos por ahora, no te mataré.

Me levante dejándolo atrás, caminaba hacia la salida cuando lo escuché llamarme.

—Tenten, no olvidaré esto, yo... Mas te vale recordar de donde vienes, puedes sentirte la señora del mundo ahora, pero siempre serás...

—No podría olvidarlo —lleve mis dedos hacia la marca que me mantenía atada a mis memorias, ahí en mi cuello, de bajo de mi oreja derecha— ¿acabo de decirlo, no? Venganza.

Salí sin cerrar la puerta, en su estado actual no sería capaz de abrirla e ir por ayuda, y en verdad quiero que viva.

*Neji*

Habilidad y crueldad; peligrosa combinación. Pero más que cruel, yo era indiferente. No me importaba en lo más mínimo el sufrimiento de los demás, lo que también implica, que no lo disfruto, a menos claro, que hablemos de cierta específica familia.

Seguí con mi mirada su caminar, sería tan sencillo matarla ahora, pero el sucumbir a mis más primitivos impulsos de justicia sólo harían que el esfuerzo de hasta ahora haya sido por nada. Y ahí va, huye presa huye, no importa, de cualquier modo con estos ojos siempre te encontraré.

En manos de un terrorista (historia Sasusaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora