Lo más difícil de vivir en un rancho es la falta de compañía, con el tiempo te vas adaptando a la soledad, hablando con las paredes y contestándole a la nada, o eso era lo que yo imaginaba que hacían mis padres en esa vieja casa antes de morir.
Visité la casa después de tanto tiempo y me encontré con un sin fin de recuerdos, pero lo que note al llegar era una pareja igual que mis padres, solos, ambos se levantaban temprano, cuidaban de los animales y la siembra. Una tarde de lluvia el señor llego corriendo a la casa con nueva compañía, un pequeño bulto entre sus brazos, tapada con su camiseta, tenía curiosidad pero por ahora lo único que podía hacer era mirar por la ventana.
Al día siguiente el señor se fue temprano a la siembra y poco después pude ver a la señora salir con una pequeña perrita que corría de lado a lado tirando la ropa que la señora acaba de lavar, vaya que me divertía ver esa escena, pero al parecer la señora no lo tomaba con misma gracia que yo, comenzaba a gritar y amarraba a la perrita a un árbol cada que hacía una travesura.
Espere por semanas a qué la señora tomara el mismo aprecio y amor que le tenía la cachorrita y sin darme cuenta llegó el día en el que dejó de ser pequeña, pero no llegaba el día en el que la señora la aceptara.
Cuando el señor iba a la siembra llevaba otros perros, pero solía escuchar que dejaba a perrita para que la señora tuviera compañía, a lo que está refunfuñaba y maldecía el día que la encontraron, a veces pienso que por eso odiaba ver qué lloviera, no comprendía el odio que le tenía puesto que yo veía juguetes de niños en el granero, juguetes que yo imaginaba que eran de sus hijos quienes vivían en la ciudad, pero bueno, solo era mi imaginación.
Llegó el invierno y la perrita quedó embarazada de uno de los perros de la siembra del señor, la señora se volvió loca al pensar que tendrían una parte más de la perrita, pero el señor estaba encantado con la noticia corrió a comprar una pequeña cuna para los perritos que nacieran, y mucha comida para perros. Trataba de que la perrita se quedará en casa recostada y no ayudará a su esposa en nada, pero la perrita se levantaba temprano siempre y hacia sus deberes, sacaba las chivas y las guiaba al alimento, mandaba con la señora las vacas para extraer su leche, correteaba a las gallinas para que la señora pudiera sacar los huevos sin ser picoteada, todo parecía normal, hasta el día de parir.
Esa noche escuché a los señores gritar, me levanté corriendo y me asome por la ventana, iban directo al granero con mantas y agua caliente era ahí donde dormía la perrita, creo llegaba el día en que vería a los perritos.
Al día siguiente nadie despertó temprano, solo la perrita quien hizo sus deberes igual que todos los días, a excepción de una cosa, traía cargando en su hocico a un pequeño perrito muy adorable el cual siempre tenía el mismo gesto, no fue hasta en la tarde en que vi salir a la señora sacando huevos del gallinero, ella volteo con la mirada triste hacia mí y fue cuando me di cuenta de que el cachorro que llevaba la perrita en el hocico estaba muerto, no lograba pensar en como se sentiría el señor, puesto que no logro salir hasta el siguiente día con una expresión fatal en su rostro, subió a los perros a la camioneta y se fue a la siembra.
Lograba ver a la señora incómoda cuando la perrita descansaba e iba a ver a su cachorro pasmado en la pequeña cuna haciéndole caricias y dándole besos, a la perrita no le importaba que su cachorro no iba abrir los ojos, tan solo lo amaba sin condiciones, logré captar un nuevo sentimiento en la señora que no supe reconocer en ese momento.
La perrita durante cuatro días hizo sus deberes igual que siempre, pero se tomaba el tiempo para alimentar a su pequeño cachorro, ese día el señor llego y vi en sus ojos la tristeza y supe lo que haría, el día siguiente cuando la perrita hacia sus deberes, el señor tomo el pequeño cuerpo del cachorro sin vida y lo enterró en la siembra, justo al fondo, para que nadie lo molestará, que falla tan grande, pues nadie espera que la perrita al terminar sus tareas y no encontrar a su cachorro se desgarrara llorando por su pequeño, ese día no pude dormir y creo que la señora tampoco pues la vi salir en la madrugada y llevar a la perrita a la tumba del cachorro, pude observar como el amor que le tenía era tan grande que aún cuando comenzó a llover la perrita no se movió de la tumba, solo miraba el pequeño bulto de tierra acumulado mientras lloraba, la señora volvió corriendo a casa sin poder traer consigo a la perrita, solo la dejo cubierta con su suéter para soportar el helado frío de la noche.
En la mañana no lograron encontrar a la perrita, la buscaban dónde las chivas, con las vacas y junto a las gallinas también, guiados por un mal presentimiento fueron a la tumba del cachorro y la encontraron tumbada inerte, abrazada con su pequeño, el cual había desenterrado solo para hacerle caricias una vez más, ese día reconocí el sentimiento nuevo que había visto en la señora, era empatía, pues ella más que nadie sabía el dolor tan horrible que era perder a hijo, la criatura que una madre más ama.
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Olvera
FantasyCuando necesites de un impulso no dudes en pedirlo porque hasta la flor necesita ayuda del sol para crecer.