La habitación tenía un aura tenebrosa, se podría decir que estaba encantada, se hallaba completamente oscura, había un silencio que me incómodaba, lo miraba con detenimiento, ojos alargados color rojo carmesí que eran tan profundos, que llegaban a perturbarme de una forma inexplicable, unos colmillos afilados, que me daba miedo parpadear, no sabía que podría sucederme si me descuidaba.
No podía parar de respirar agitadamente, me aterraba, pero no podia dejar de observarle.
Un chirrido hizo que dejará de prestarle atención, era la puerta que se abría lentamente, pude ver que otro monstruo entraba, me quedé helada, se encendió la luz.
Se trataba de mi hermana, me observaba preocupada.
—Ya llevas más de diez minutos observandote en el espejo ¿estas bien?
—No...los monstruos nos acechan.
—Debes tomar tu medicamento.