Y entonces me vio, toda empapada y desarreglada, con mi uniforme sucio, mis zapatos llenos de lodo y mi cabello enredado.
Yo estaba avergonzada, deseando que no me mirara, deseando desaparecer, que de todos los asientos que habían en el bus se sentara en uno que no fuera el que estaba a mi lado.
Pero lo hizo y en lugar de verme despectivamente, me sonrió.
Y me enamore nuevamente de él, como una tonta, sabiendo que no volvería a verlo...por un buen tiempo.