Las grandes puertas se abrieron, caminamos por un extenso pasillo, llegamos hasta una habitación, donde dos caballeros nos abrieron las puertas, la música se detuvo, entramos, todos hacían una reverencia hacia nosotros, solo pude sonreír, caminamos hasta el medio del salón.
La música volvió a iniciar, pero esta vez era una dulce melodia, veía que las personas solo nos observaban, aunque casi no podía distinguir sus rostros, sólo el de él, mi atención se iba a sus hermosos ojos color miel.
Me tomó por la cintura, entrelazamos nuestras manos y con mi otra mano levantaba un poco mi falda, para no arrastrarle, el baile inició, lo vi a los ojos, me di cuenta de que estos tenían un brillo especial.
—Te ves realmente hermosa—mencionó con una dulce sonrisa.
—Gracias...—fue lo único que pude decir ya que mi voz casi no salía, seguía sorprendida con todo esto.
—Deberíamos sellar este momento de una forma especial—sugirió coqueto.
—¿Como que?—indague tímidamente.
Él se acercó a mi, me puse nerviosa, podía sentir que mis mejillas se calentaban, al verme sonrojada sonrío, se acercó aún más y me deposito un dulce beso en los labios, pude sentir mariposas revoloteando en mi estómago.
Él se separó, me observó a los ojos, para luego acercarse a mi oído.
—Aunque despiertes ahora...siempre mantendrás contigo el recuerdo de tan maravillosa noche—susurro.
—Yo...
—Nos vemos en otro sueño...
Abrí mis ojos, me sentía decepcionada, con un vacío en mi pecho, pero el tenía razón, nunca iba olvidar aquella noche.
