Techo.

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Me mude junto con mi esposo y mi hija pequeña a una antigua casa en un vecindario pequeño, esta quedaba más cerca del nuevo trabajo que había conseguido mi marido. Desempacamos las cosas y nos acomodamos en nuestras habitaciones.

No me convence mi habitación” —hablo mi hija, que aunque apenas tenía nueve años no temía decir lo que pensaba.

¿Por qué no? Es grande y la pintamos del color que tu querías” —le recordé.

Está dudosa se adentro en su habitación y se alistó para ir a dormir, caí prontamente dormida pues había sido un día agotador, pasadas las horas un grito irrumpió la paz que se había creado en la casa, me levante casi que corriendo de la cama y me dirigí hacia el cuarto de mi hija, esta sollozaba, se cubría el rostro con su manta.

Me acerque a ella, me sente en la orilla de la cama, mi esposo, quien me venía siguiendo encendió la luz. Pude notar como ella temblaba, aparte la manta de su rostro.

Amber ¿que sucedió cariño?” —la interrogue.

Ella desvío la mirada, dudo un poco sobre si contarmelo o no, suspiro y encogió sus hombros.

Hay un hombre en el techo”—soltó de pronto.

Voltee a ver preocupada a mi compañero, él estaba igual de perplejo que yo, no sabía que decir para calmarla.

No hay nada ahí, pero para que te quedes tranquila podemos dejarte la luz encendida” —traté de decir calmadamente.

No, con la luz encendida se ve aún más el hombre” —negó asustada.

Por mí mente pasaban mil cosas, pero finalmente supuse que se trataba de alguna fantasía como la que tendría cualquier niño a su edad, como los monstruos bajo la cama o en el closet. Le apague la luz y ella volvió a dormir, aunque lucia algo intranquila. El resto de noches fue igual.

Con mi esposo acordamos hablar con una psicóloga, esta nos recomendó dejarla durmiendo ahí sola, después de un rato se le debería pasar y ella aprendería a enfrentar sus miedos sola. Hicimos caso a esto, pero fue un desastre, pasamos semanas sin dormir por sus gritos y llantos.

Finalmente decidimos traerla a nuestra habitación, entonces cesaron las pesadillas, aquella paz había vuelto a la casa. Revisamos el cuarto y no encontramos nada inusual, pero preferimos darle la otra recámara por si acaso. La remodelamos al gusto de nuestra pequeña, ella se encontraba muy feliz, había recuperado aquella chispa que había perdido.

Pasaron cuatro meses, todo estába tranquilo, esperábamos la llegada de un bebé, nuestra vida estaba marchando bien. Una noche a las dos de la madrugada despertamos agitados, un fuerte temblor nos había alarmado. Nos levantamos y fuimos por Amber, salimos de la casa ya que era muy vieja y en cualquier momento podría derrumbarse, los vecinos salían corriendo mientras que otros gritaban, una de los momentos más horribles que he presenciado.

Pasadas unas horas los bomberos llegaron a ayudarnos, nos traían mantas y comida, buscaban entre los escombros algún herido, puesto que algunas casas eran demasiado viejas que se habían desplomado. Para nuestra suerte no sucedió con la casa, se habían caído algunas partes del techo, uno que otro daño que se reparaba fácilmente.

Revisemos esta casa” —indicó uno de los bomberos.

“No es necesario, esta vacía” —afirmó mi esposo.

Se han dado casos de vagabundos o animales que por refugiarse se meten a las casas, preferiría asegurarme de que está vacia” —explicó el bombero.

Entraron a la casa, pasaron unos minutos, me pareció curioso, la casa no era tan grande ¿que tan difícil era verificar que no hubiera nadie? El bombero salió y habló con su superior, este se acercó a nosotros de inmediato.

Señores, hemos encontrado en el techo de su casa el cuerpo de un hombre, necesitamos que declaren en una comisaría” —ordenó molesto.

Mi esposo y yo nos observamos asustados, sonaba como si de una broma se tratase.

“Les dije que habia un hombre ahí” —mencionó Amber.

Hay que prestar más atención a lo que dicen los niños...

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⏰ Última actualización: Nov 13, 2021 ⏰

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