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    Caminar directamente del restaurante a casa era más monótono que cepillar mis dientes en las mañanas. Lo hacía cada día -incluyendo domingos- de 8am a 11pm. Con la misma ropa, mismos zapatos, mismo peinado y misma actitud.

     A las 11:30pm, Oslo solía estar desierta. Ésta noche, habían tres o cuatro locales con luces en cada tres calles.

     Caminaba sujetando firmemente mi bolso y asegurando mi bufanda de vez en cuando. Mis guantes sofocaban mis manos, pero el hombre del clima dijo que nevaría.

     Los edificios Arks se situaban en el callejón más alejado del centro de la ciudad. No tenía estacionamiento, y mucho menos ascensor, por lo que la idea de subir cinco pisos en escaleras ya era costumbre. Otra cosa monótona.

    Al llegar a la puerta verde en el pasillo estrecho, puse la llave en la cerradura y empujé forzadamente a la puerta. Cedió al tercer intento.

—¿Tía Penny? ¡Llegué!

Tiré mi bolso negro -con manchas grises- al suelo y caminé a la "cocina".

—¿Penny?

Corrí a el cuarto que ambas compartíamos. La cama estaba deshecha y las almohadas estaban en el piso. El tocador estaba desordenado y habían pedazos de vidrio junto a la puerta. Mi ropa no estaba en el armario.

—¿Penny? -susurré.

Where? -H.S au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora