6.

197 15 0
                                    


       Dos enfermeras me atendieron en el hospital, luego de esperar una hora en recepción acompañada del silencio incómodo por parte de Harry y yo.

       La primera enfermera era robusta; parecía que me noquearía en cualquier momento, y usaba unos tennis blancos que parecían ser de cinco tallas extras.

      La segunda enfermera era tan delgada que creí que era anoréxica y que en realidad era un paciente. Tenía ojos lindos, pero una cicatriz cruzaba su mandíbula y era imposible no verla fijamente. Me sentía mal al verla, pero no podía dejar de ver la intensidad de su herida.

   

     Harry y yo nos quedamos  pacientemente en la sala de espera, mientras yo intentaba secar mis lágrimas con mi mano buena.

     Luego de lo que parecieron dos horas, enfermera gorda me llevó a los rayos X, y decidieron diagnosticar que mi muñeca no podía estar más rota. Me preguntaron qué había sucedido, pero no podía hablar. Sólo asentía y negaba. Miraron a Harry, quien sólo alegó haberme encontrado vagando en la carretera principal, con dirección contraria al hospital.


       El doctor Calvin dijo que debía operar mi muñeca dentro de 7 horas. Ni Harry ni yo dijimos algo; sólo firmé las 5 carpetas llenas de papeles que me trajo enfermera anorexia y me quedé en una habitación.


      Harry se fue 5 horas después de haber llegado al hospital. Me alegró poder estar sola, hasta que la enfermera gorda me dijo que se quedaría a vigilarme en mi cuarto. Miré fijamente la ventana por las 2 horas restantes, y cuando me vinieron a buscar para llevarme al quirófano, estuve más que feliz de que me durmieran.

     Enfermera gorda dijo que mi operación fue un éxito. Mi hueso se había roto en 5 partes, y alegó que el doctor Calvin lo pudo arreglar en menos del tiempo que creía. Mi mano estaba vendad desde el codo hasta el dedo meñique.

      El dolor, extrañamente, empeoró luego de la operación.


     Y Harry no volvió a aparecer; y una parte de mí, ya lo esperaba.


       Dos días después decidí escaparme. La cuota para la operación era más alta de lo que alguna vez he podido ganar en mi vida. Planeo mi salida gesticulosamente, como si ya lo hubiera echo antes: escaparme de un lugar para no pagar. Lo hice en un supermercado y en una cafetería un tanto pobre que quedaba cerca del Arks. No volví a esos dos lugares nunca más.

        Pero ahora era algo mayor. Un hospital de 5 pisos quería ayudarme y yo no lo permitiría. Quedaría en deuda para siempre.

          Decidí decirle a la enfermera anorexia que me cambiaría y que quería privacidad para pensar. Cerré la puerta con seguro e instalé una silla, como lo había visto una vez en una película.

           Un minuto después, apoyaba mis pies del marco de la ventana del baño. Terminé en lo que supuse era la parte trasera del hospital, donde sólo habían trastos de cosas inservibles y un par de ropa de hospital ensangrentada. Me di la vuelta apresuradamente y respiré contando hasta 10.

           Luego de que pasara un rato en las calles, fue el momento en el que fui capaz de aceptar el hecho de que estaba perdida. Apreté mis dientes con frustración, culpándome por no mirar al camino cuando Harry me trajo. Estaba distraída. Estaba distraída viendo una cicatriz que tenía en la parte trasera de su cuello y que llegaba su cuero cabelludo. El cabello de Harry parecía sucio, y no sé cómo, se veía bien. Se veía casi tan bien como su barba y su ceño fruncido constante.

        En la calle le pregunté a un anciano la hora, y dijo que era pasada de las 11 de la mañana.

        Alrededor de las 15:00 me rendí. No importara cuánto caminaba, Oslo seguía siendo enorme y seguía sin saber dónde estaba Arks.

         A las 16:50, a lo lejos, contemplé el cartel de Loks Kingstone en una esquina desolada y sonreí.


         Corrí hasta la calle del Arks, y como ya no podía seguir manteniendo el ritmo acelerado de mi corazón, me detuve.

        Apoyé mi cuerpo de una pared sucia y cerré los ojos.

—¿Qué haces aquí?

        Abrí los ojos, y me encontré a cambio con los ojos de Harry.

—Deberías estar en el hospital. — Alegó con un deje de voz autoritaria, y eso me asustó.

—Ya estoy bien.— Susurré y contemplé el piso. Sin más, decidí volver a caminar, alejándome de la prominente sombra de Harry.

—Tus vendas están llenas de sangre.

      No miré abajo por miedo. Tragué saliva y asentí.

—Ya vuelvo. No te atrevas a moverte.

       Harry llegó minutos después con una bolsa en su brazo izquierdo, y corría apresuradamente.

—Ten.

—Gracias.— Susurré, mientras me da vuelta nuevamente y me aproximaba a casa, con una torcida y triste sonrisa adornando mi rostro.

Where? -H.S au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora