¿Dónde estoy? ¡Mi cabeza! Como me duele mi cabeza. En verdad ¿donde estoy? No logro distinguir nada. Todo esta oscuro. Habrá alguna ocasión en que exista luz en mi vida. Ni intentar. Trato de ponerme de pie, pero no puedo. Siento que estoy amarrado a algo. Siento tensión en mis brazos y piernas. Mientras más me despierto, más me desespero. No me acuerdo cuando me dormí. Lo único que me cruza en la mente en este momento es cuando los sujetos de la nación tres llegaron a la cabina. Según ellos nos podríamos considerar a salvo. Si para ellos estar a salvo es estar atados y sin poder ver nada, no me quiero ni imaginar que será estar en peligro. No logro distinguir donde estoy. Solo se escucha un zumbido.
- Quieto - escucho una voz masculina, pero lo que se llama una voz masculina.
- ¿Quién eres? - le pregunto a la persona que estoy dando por hecho que ha de ser la persona más varonil del mundo - ¿Dónde estoy?
- Rumbo a la nación tres - me contesta con su voz ronca.
- ¿Puedo moverme? - le pregunto a la persona desconocida
- No -
- Gracias...espera ¿Qué? ¿Me has dicho no? - le pregunto poniendo cara de incredulidad, no me veo, pero bueno es mi cara, sé cuando la pongo así.
- Así es niño bonito, ahora callado y quieto, sino dormirás otra vez - me dice con cierto enfado, ahora resulta que se enfada. Conocerá el temperamento de Nebraska
- Déjalo Grey, él no te ha hecho nada - escucho otra voz, pero por alguna razón suena un poco más amigable
- Que lo deje, él se mueve como si lo torturáramos con ácido - espeta al que ahora sé que es Grey.
Escucho unos pasos. Estamos en algo de metal. Odio ese sonido. Como arte de magia logro ver demasiada luz. Maldición no puedo cubrirme los ojos. Los cierro con tanta fuerza, que es posible que me rompa los parpados.
Los abro lentamente y me voy adaptando a la luz que hay en el lugar. Lo primero que trato de buscar son mis compañeros, en especial a Julieta, es como mi prima. Mi familia. Lo único que puedo distinguir desde mi limitada posición son camillas, son tres. Deben ser ellos. Gracias Dios. Dirijo mi mirada en donde me encuentro. Se parece como un tipo de túnel, con sillas pegadas a la pared, correas, cables y muchos pero muchos botones.
Observo al sujeto que se encuentra sentado enfrente de mi, por la cara supongo que a de ser Grey, tiene cara de matón, con su cabeza casi rapada, pero maldita sea sus ojos negros como el carbón, no ha de tener más de cuarenta años.
Maldición, ya odio a este tipo, es oficial. Me quedo mirando al sujeto que esta a un costado de mi, un hombre sin duda alto y musculoso, pero su mirada castaña muestra compasión, se viste al igual que el otro sujeto, con un traje oscuro y con varias cosas colgando, casi se parecen a los soldados de la nación ocho, bueno si se podría considerar soldados a esa bola de holgazanes. Estos tipos sin duda tienen que ser soldados o algo parecido. El sujeto que esta a mi lado no ha de pasar los treinta años.
- Te encuentras bien - me dice el sujeto que ha de ser el que me ha quitado la venda, su voz es dura, pero no hay odio, es una voz de mando sin duda alguna
- Si - le contesto - aunque estaría mejor si no estuviera atado
- Es por tu seguridad - me dice tomando asiento a un lado de Grey.
- ¿Quiénes son ustedes? - le pregunto, con la esperanza de que me aclaren un poco lo que esta pasando
- Bueno soy el soldado Sky y él es Grey, somos el escuadrón A de la nación tres, somos algo así como los mejores soldados para las misiones externas a la nación - me dice mientras toma en su mano una navaja y empieza a jugar con ella - recibimos un mensaje de la nación, que teníamos que registrar la pocilga de la nación ocho y rescatar a unos ciudadanos y que extermináramos a los exor que había ahí y bueno eso hicimos.
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TOXICO
Science FictionNormalmente uno se pone a pensar a que tenemos miedo, en nuestras inseguridades, en aquellos momentos que nos han marcado, que nos han derrumbado, decisiones por las cuales tenemos que aceptar las consecuencias. Esto le pasa a Alexander, un chico qu...