Sábado, 22 de Agosto

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 Otro perfecto día de verano para desayunar en el patio, pero se avecinaba una tormenta:

—¿Cómo has podido? —explotó Stiles, fulminando a Claudia con la mirada—No te hagas la inocente, sabes perfectamente de lo que estoy hablando. ¿Cómo se te ocurre invitar a Derek a quedarse?

Siempre se queda aquí cuando viene a la ciudad. Creía que lo sabias.

—Pero, ¿tenía que ser en este momento? —dijo, casi incapaz de enhebrar dos palabras seguidas sin explotar—Has pasado semanas organizando esta boda y no entiendo cómo te arriesgas a arruinarla en el último momento.

—Porque una madre tiene que hacer lo mejor para su hijo, especialmente si este se empeña en esconder la cabeza en un agujero y pretender que todo va estupendamente cuando hasta un ciego vería que no lo es.

—¿Estás diciendo que has animado a Derek a venir precisamente ahora para arruinar mis planes?

—No. No ni idea de que su visita coincidiría con tu boda, pero cuando me lo dijo, no pude evitar pensar que el destino estaba jugando sus cartas

Sorprendido, Stiles dijo:

—En otras palabras, no lo planeaste, pero esperabas que sucediera.

—Él no podrá estropear nada si tu no lo dejas. Si estas completamente seguro de que quieres casarte con Jordan, no dejaras que nadie se interponga en tu camino. Pero si la mera presencia de Derek altera tus planes, les ahorrara a ti y a Jordan el cometer un terrible error.

—¡No cambiare de idea! Se lo que hago.

—Eso es lo que dices, pero no la impresión que has dado esta última época.

—Pues mírame con más atención. Tengo veintiocho años y no necesito que interfieras en algo que no es en absoluto asunto tuyo.

Sin alterarse, su madre respondió:

—Lo que te pase a ti, siempre será asunto mío. Siempre serás mi hijo, independientemente de la edad que tengas. Y no puedo estar tranquila sin hacer nada viendo cómo, cuándo más se acerca tu boda, más inseguro estas.

—¡No estoy inseguro!

—Claro que sí. Has dicho incluso que te sentías deprimido. Ahora siéntate y tomate un melocotón.

¡Ni hablar de eso! Agarrándose al respaldo de la silla, preguntó con tristeza:

—¿Has tenido en cuenta lo que pensara Jordan cuando se entere de lo que estas tramando?

—Se un modo u otro, sospecho que me lo agradecerá.

—Creí que a ti y a papá les gustaba

Y nos gusta, cariño, por eso no queremos que sufra

—Pues tienen un modo muy particular de demostrarlo. Invitar a mi ex marido a quedarse en casa, no era bastante y lo has invitado a la boda... ¿Cómo voy a explicárselo a Jordan?

—No le dirás nada—dijo su madre, impasible—. Si hay que dar una explicación, yo me encargare de ello.

—¡Por encima de mi cadáver! —dijo Sties dejándose caer en la silla, agotado antes de empezar el día—. Ya has causado suficientes problemas. Yo me encargaré de hablar con él, pero si quieres hacer algo útil, líbrate de Derek y nos ahorraras muchos lamentos.

Como si hubiera estado agazapado tras un arbusto esperando el momento perfecto para hacer su entrada, Derek apareció en aquel momento tras la esquina.

—¿Alguien mencionó mi nombre?

Stiles le dirigió una mirada de odio, pero su madre y Melissa lo recibieron con grandes sonrisas.

Valentía para AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora