Capitulo 23

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La situación no mejoro. 

Elizabeth, la chica dulce y sonriente que solía ser... ahora, parecía ser un  recuerdo del pasado.  Su rostro que antes resplandecía de perfección, ahora estaba demacrado y pálido. Levaba una semana sin comer bien y sus ojos estaban hinchados y rojos. 

Todos estaban preocupados por ella. Al verla así... tan perdida... sin vida.  

Y ni que decir de Meliodas. Bajo sus ojos, habían una notables ojeras. Además se le veía bastante cansado últimamente. Era obvio que durante esta semana había estado a lado de Elizabeth...

Zaratras, por otra parte había estado muy ansioso y decaído. Pero, ¿Quién no lo estaría en su lugar? después de todo, estaba preparando el velorio de la señora Liones.

Todos deseaban volver al pasado y arreglar todo esto.

O simplemente quedarse en el.

Todo parecía tan decaído, tan gris, tan frío... ¿Donde estaban esos ojos llenos de vida de Elizabeth? ¿Donde estaba el comportamiento tan encantador? ¿Donde?

¿Cuando volvería?

Elizabeth.

Nada... No sentí nada.

Solo vacío.

¿Estaba triste? No lo sé.

¿Estaba enojada? No lo sé.

¿Estaba cansada? No lo sé.

¿Quería llorar? No lo sé.

¿Tenía hambre, sed o algo más? No lo sé.

No lo sé.

Todo de mí se sentía vacío.

No sentía nada.

Solo desesperación y... No lo sé.

¿Como explico que siento un vacío, pero a la vez un dolor insoportable?

¡¿Cómo?!

Sentía a Meliodas... Sabia que estaba aquí... Pero no podía... No podía pensar en el. No podía salir de esto... Él dijo, "aquí estoy Elizabeth, por favor vuelve"

Quiero volver... Pero no puedo.

Me duele...duele demasiado.

Hace un tiempo, había pensado que una vez todo acabara...  Ella, sus amigos, sus hermanas, su padre, su madre y su abuela... Podrían tener una comida que estuviera rodeada de  tranquilidad...

Ahora piensa que esos pensamientos fueron tan estúpidos, tan falsos, tan ingenuos...

Lo sabía, en algún momento su abuela no resistiría más.

Y aun así, deseó poder ver esa falsa realidad.

Su abuela estaba muerta...

Y ella se había quedado sin ella, como antes. Pero está vez... No podía escaparse, no podía jugar a ser la niña buena solo para obtener el permiso de verla.

Incluso si se volviera la persona más amable, incluso si se escapa para verla... ¿A dónde iría? ¿Donde? ¿A la vacía casa donde antes su abuela se quedaba? ¿Ahí? ¿Que había ahí? ¿Existia algo? ¿Quedaba algo?

No... Solo quedaba un cuarto vacío y oscuro.

Quizás, solo quedaba la cama.

Vacía.

Pero nada más...

Un recuerdo llegó como una ola, golpeándola y hundiendola.

Su abuela sonreía... Tenía en sus manos un caja llena de chocolates, parecía que los acaba de comprar y valla... Se veían increíblemente sabrosos.

—¿Por qué no comes Elizabeth?— Pregunto su abuela amablemente.

— Padre dice que las niñas como yo, no deben comer chocolate.— Si, durante toda su infancia su padre le metió en su cabeza que los chocolates eran dañinos.

La sonrisa de su abuela cambió a una triste y melancólica.

— Está bien.— Dijo— Comer uno o dos no te lastimaran.

— Entonces, ¿Padre miente?

Su abuela no contesto. Solo sonrió y le entrego un chocolate.

Entonces habló— Un día, tu padre te permitirá comer cuántos dulces quieras.

Elizabeth sonrió.— ¿Abuela estará ahí para verme comer dulces?

Antes de que pudiera contestar, la figura de su abuela se convirtió en cenizas. Esparciendose con el aire.

Y la habitación quedó otra vez en silencio.

Y entonces, Elizabeth se despertó.

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2020 ⏰

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