Capítulo 6. Una amarga despedida.

101 8 4
                                    

Lloyd se quedó dos días enteros en aquella finca, bajo el cuidado de Rubí. Ella no permitía que nadie mas entrara, lo que intrigó bastante al joven maestro, con tantos sirvientes y ocupándose ella de todo, eran raro pero admirable de su parte, quizás lo hacía porque quería ocuparse personalmente de él, tal pensamiento lo hizo sonrojarse. La chica pidió traer todo lo que necesitaban: toallas, gel de baño, comida, agua, ropa limpia, consolas y juegos para entretenerte, etc. Aunque era una enfermería privada improvisada, no faltaba de nada, en la misma habitación había un baño con agua y electricidad. Cada doce horas Rubí le daba a Lloyd dos pastillas de medicina con sabor a hierbas secas que debía tragar sin agua y antes de cada comida. Por mucha cara de asco que pusiera, tenía que tragarse las pastillas y Rubí le obligaba a tomárselos. Había pasado
el tiempo suficiente para que la crema cicatrizante hiciera efecto, Rubí lo aplicó en el resto de cortes que le hicieron a Lloyd, luego de esperar un par de noches no quedaba nada más que cicatrices en su lugar.

-¿Se ve tan mal? -preguntó Lloyd al ver la cara que hizo Rubí mirando concentrada las heridas.

-No, al contrario, se ven mejores que las mías -respondió pasando sus dedos sobre las cicatrices.

-Eso es porque no has parado en todo el día, te dije que no necesito que me cuides todo el rato. También necesitas descansar, mira cómo estás -reclamó poniendo su mano al lado de la peor herida que tenía la joven-, no puedes simplemente ignorarlas. Por favor, hazlo por mí al menos.

-Bien, bien. Tú ganas, tienes suerte de ser tan lindo -sonrió apoyando su mejilla sobre su codo e inclinándose levemente pareciendo un helado derretido-. Esta tarde es el momento ideal para volver al monasterio sin que surja otro incidente. No creo que debamos quedarnos más tiempo, ese tal Iurame nos busca a nosotros, no a ellas. Y ya que por fin hace buen tiempo. ¿Quieres salir a dar un paseo? -propuso mordiéndose los labios por dentro.

-A eso no le llamo descansar precisamente.

-Es a un prado con flores, no está muy lejos y podemos ir en coche, recién lo terminaron de reparar esta mañana -señaló detrás suya con el pulgar indicando a un coche imaginario que seguía en el taller.

-Vale, pero me tienes que prometer que descansarás y no harás grandes esfuerzos.

-Lo prometo -levantó el meñique y luego lo bajó, agitando el brazo indecisa de si hacer una promesa de meñique o un intercambio de piel como acostumbraban su gente.

A Lloyd, aquella escena le pareció adorable y no pudo evitar sonreír de ternura, a veces se mostraba ante los demás como una joven madura y en pocas ocasiones se le salía su niña interior con gestos como ese.

-Me temo que no podremos estar mucho tiempo en el prado.

-¿Es por lo que pasó? ¿Tienes miedo? -preguntó Rubí mirándolo fijamente, volviendo su expresión confundida en una más intrigada, con un brillo nunca antes visto en los ojos- Eres el ninja verde, él no te puede matar.

-No soy yo por quien me preocupo, eres tú. Ya ves lo que te hizo, lo vi en su mirada, solo estaba jugando con nosotros. Imagina si intentase matarte, yo... no quiero ni pensarlo -abrazó a Rubí angustiado. El miedo que sintió cuando Iurame le encajó la primera apuñalada no se podía comparar a nada de lo que sintió antes, desde su tierna infancia lo obligaron a crecer antes de tiempo y salvar al mundo de villanos, a pelear miles de batallas rompiéndose cada hueso del cuerpo, y aún así lo que más le dio miedo fue que mataran Rubí.

-Está bien, todo estará bien, lo prometo -tranquilizó la chica estirando todo lo que podía el brazo para darle suaves palmaditas en la espalda de Lloyd.

Rubí preparó cada detalle de su viaje, desde el camino que iban a recorrer hasta la ballesta que guardaba en la guantera por si acaso. Les pidió a sus sirvientes que preparasen algo de comer en el viaje, dos mantas por si hacía más frío de lo previsto y algunos objetos personales que Rubí tenía en la finca; solo eran un pequeño cofre con cerradura, ropa, joyería, cepillo de dientes, una daga muy ostentosa y frascos con distintas cremas.

Té de hojas y raíces. Lloyd Garmadon x Oc. En pausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora