🔍XVI🔎

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Victoria sentía que el momento que tanto había deseado por fin llegaba, era una lástima que no supiera que hacer.

-¿Eso significa que a usted también lo cansé? - balbuceó.

Sherlock rió sin gracia tomando sus manos.

-Por supuesto que me ha cansado- respondió dejando leves caricias en las palmas de la joven- Por su culpa no duermo lo suficiente, me distraigo con facilidad y me cuesta trabajar.

Victoria ladeó la cabeza sintiendo su estómago retorcerse.

-¿Usted también se enfermo? - preguntó risueña.

Sherlock asintió sonriendole con ternura.

-Creo que podría desfallecer por usted.

Sin poder controlarse, la pelirroja soltó una de sus manos para poder acariciar su mejilla. Ante el tacto, Sherlock cerró sus ojos.

Permanecieron unos segundos así, hasta que este pareció recomponerse y le dirigió una mirada triste.

-Presiento que compartimos el mismo sentimiento.

Victoria asintió sin dejar de acariciarlo.

-No se equivoca- confesó en un susurro.

Segura de que su respuesta era la correcta, se sorprendió cuando este le alejó la mano con expresión lastimera.

-Y de verdad lamento que todo deba de terminar sin llegar a comenzar.

Victoria volvía a quedarse sin palabras, pero contrario a las otras veces, no lo dejó huir cuando se levantó del sillón.

-Tiene que estar bromeando- espetó aferrándose a su brazo- Se ha unido a mi hermano para una mala broma, ¿No es así?

El hombre negó logrando que se sintiera peor y desesperada.

-No lo entiende- afirmó él. Casi que con vergüenza, señaló la cajita- Yo jamás podría darle algo así- susurró triste.

Victoria guardó silencio comprendiendo lo que pasaba por su mente.

Quizás su versión antigua y sobrecargada de vanidad y caprichos estaría de acuerdo con él. Pero esta nueva versión enamorada y sin el más mínimo interés en alejarse, deseaba quemar aquel anillo y cualquier cosa que la separará del detective.

-Fui honesta cuando dije que no quería ese anillo- susurró, deseando que la viese y comprendiese que no mentía.

Sherlock asintió con una mueca.

-Lo dice ahora. Pero si se casara con alguien sin títulos y perdiera cualquier oportunidad de vivir sus sueños de princesa, creame que no volvería a hablarme.

Sintiendose ofendida, soltó con rapidez su brazo para abrazarse a si misma.

-Entonces así es como me ve, ¿no? Interesera.

Sherlock negó con rapidez arrepintiendose de sus palabras. Normalmente sabía que palabras usar y cuando para no salir perdiendo. Pero tal como Irma opinaba, Victoria era un caso a parte.

-Lo que intento decir... Es que no puede esperar más que eso de mi- Con un rápido ademán señaló el libro abandonado, quizás deseando que ella no llegara a notar lo que señalaba.

Pero sin perder tiempo Victoria lo tomó abriéndolo en una página cualquiera. Sorpresa que se llevó al descubrir el montón de partituras.

-¿Es para mí? - preguntó en un susurro sonriente y esperanzador.

Victoria| Enola Holmes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora