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Que les hubiera tomado toda la noche y parte del día llegar a la escuela comenzaba a ponerla nerviosa al recordar que su familia ya debía de estar buscándola.

-Repasemos el plan- pidió observando como Tewkesbury se metía con rapidez dentro de la cesta.

Quizás notando su estado, el chico salió nuevamente para acariciar sus hombros de manera reconfortante.

-Tienes que tranquilizarte, lo único que debes hacer ahora es entregarme en la puerta como un obsequio para Enola.

Victoria asintió sin estar del todo convencida.

-Entiendo eso, ¿Pero que haremos luego?

Encogiendose de hombros, respondió:

-Desear que a Enola se le ocurra un buen plan.

Intercambiando una mirada cómplice, Tewkesbury volvió a esconderse mientras la pelirroja se preparaba para golpear.

Pensando en lo bien que había engañado al duque, se convenció de que su actuación está vez también saldría perfecta y no terminarían reportados.

Cuando sus nudillos golpearon, no paso mucho para que dos jóvenes abrieran.

-Tengo un obsequio para Enola Holmes con una pequeña trampa para saber si lo abren por ella- soltó dirigiendoles una mirada desafiante.

Ambas chicas se observaron nerviosas aceptando la canasta que con bastante esfuerzo, lograron arrastrar hasta dentro en donde dos morenos la tomaron llevándola sin delicadeza por las escaleras.

-No pensábamos abrirla - dijo una intentando verse igual de segura- Aquí nos educan distinto.

Lejos de ofenderse, Victoria sonrió en grande guiñandoles un ojo.

-Lo sé, tengo suerte de que mi familia no necesitó enviarme con un equipo de adiestradores para que lo comprendiera.

Con una vaga seña se despidió de ellas tomando la dirección contraria, pero tan pronto la puerta se cerró, reguló sus pasos hasta esconderse tras un arbusto.

Pasaron un par de minutos y la joven comenzó a divagar hasta llegar a pensar que Tewkesbury había sido descubierto y ahora lo horneaban.

Cerrando sus ojos un momento para concentrarse, aceptó que su única solución sería pensar en lo que haría Sherlock Holmes estando en apuros.

-Además de escapar... - murmuró en voz alta sin esconder su malestar - seguramente se acercaría a recoger todos los datos posibles.

Siguiendo su propio hilo de pensamientos, corrió hacia el gran ventanal del frente que correspondía a la dirección.

Y procurando no ser vista, espió al interior llevándose la sorpresa de encontrarse con Enola dentro de la canasta mientras dibujaba.

-¿Qué hace ahora? - farfulló comenzando a golpear el vidrio impaciente.

Escuchando el sonido, Enola se giró sonriendole entusiasmada en cuanto la vio.

Victoria no comprendía lo que decía, pero estaba segura de que la estaba invitando a pasar como si no tuvieran el menor problema en ese instante.

-¡Sal de una vez!- exclamó permitiendo que todos los gestos que conocía le dejarán en claro su enojo.

Comprendiendo, la más chica dejó un papel dentro de la cesta y salió de allí abriendo la ventana con rapidez.

-Más vale que tu dibujo quedara perfecto.

Enola se encogió de hombros sonriendole divertida.

-Incluso si me descubrían habría valido la pena.

Victoria| Enola Holmes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora