Conexión

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Aquellas pupilas de color celeste me miraron durante unos segundos haciendo que mi cuerpo se estremeciera un poco. Su cabeza deambulaba mirando la recamara, la tina y otras cosas del mismo baño. Me alejé un poco para retomar mi asiento en el banquillo que había traído, y antes de sentarme, su delicada mano salió del agua tomando mi brazo, haciendo que la marca en mi brazo volviera arder.

-¡Ahhh! -grité de dolor.-

-Espera. -Habló delicadamente.- ¿Quién eres?

Me quedé pasmado al escucharla hablar.

-A-akin. -tartamudeé.-

-Entonces eres tú... -Susurró mientras miraba la marca en mi brazo.-

Mantuve el silencio durante unos segundos tratando de aguantar el dolor y después retomé la palabra.

-¿Quién eres tú? ¿qué clase de cosa eres?

Me miró escéptica e hizo un gesto de desaprobación.

-Sabes, jamás creí que me encontraría aquí. Con un tierra firme. -miró mi brazo con las vendas.- ¿Qué te ha pasado?

-Me corté con tu... -no sabía como continuar mi oración.-

-Cola. -Agregó.-

-Sí, Eso.

Me miró a la cara nuevamente y después sus pupilas recorrieron todo mi cuerpo de arriba a abajo.

-Quítate las vendas.

Al no haber respuesta por parte mía insistió con una mirada gélida.

-Ahora.

Sin titubear me fui quitando las vendas dejando al aire libre mis heridas. Se acercó un poco más a mí y puso sus manos en mis heridas. Cerró los ojos y de sus manos comenzaron a brillar sus venas; desde la punta de sus dedos hasta desvanecerse en sus muñecas. El ardor de mis heridas comenzaba a regresar y con ello un dolor que podría ser soportable.

Duró unos segundos y después sus venas fueron perdiendo ese brillo que hace un momento recorría sus manos. Soltó mi brazo dejando así una piel lisa y sin heridas ensangrentadas.

-Te regreso el favor.

-Gracias, supongo...

No había entendido nada; en mi cabeza explotaban cañones de preguntas que ni yo mismo podría contestar.

-¿Qué cosa eres? -la miré detenidamente de arriba a abajo.-

-Akin, no puedo regresar.

No estaba entendiendo nada y sus respuestas no llenaban mis dudas.

-¿A dónde?

Guardó silencio y miró nuevamente a su alrededor.

-¿¡A dónde!? -Grité.-

Su mirada se tornó obscura y tomó mi brazo, haciendo que marca comenzará a arder nuevamente con un dolor mucho más fuerte. Comencé a retorcerme del dolor mientras ella me miraba directamente a los ojos.

-Jamás me vuelvas a gritar. -Soltó mi brazo y el dolor desapreció.-

Salí corriendo del baño azotando la puerta mientras me dirigía a aquel cajón; el que me había dicho a mi mismo que jamás volvería a abrir.

Regresé al baño empujando la puerta y apuntando con aquella pistola que solo contenía una bala. La bala que había sobrado aquel día.

-¿¡Qué cosa eres!? -Grité.- ¡Responde!

En Las Profundidades: SirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora