Ayudame Otra Vez

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Guardamos silencio durante unos minutos; sin decir ninguna palabra. Solo mirándonos a los ojos. Sus pupilas se expandían y luego regresaban a su tamaño normal. Color celeste como el cielo; de aquel color eran sus grandes ojos. ¿Cómo podía ser aquella criatura mi hermana? Las preguntas volaban en mi cabeza haciendo que esta comenzará a dolerme. ¿Estaré soñando? ¿Por qué jamás me lo dijeron? ¿Toda mi vida a sido una mentira? La ultima pregunta dio incapie a cerrar mis ojos y a comenzar a analizar la situación y con eso, sabia que era suficiente por hoy. Me sentía devastado.

-¿Por qué?... -Susurré con la cabeza abajo.- ¿Por qué jamás me dijo?

Me sentía mal. Mi vida había sido una mentira todo este tiempo. Me dolía; me dolía que mi propio padre me hubiera escondido algo tan grande. Mi alma se estaba comenzando a quebrar poco a poco.

-¡¿Por qué?! -Grité a la nada mientras mis ojos comenzaban a cristalizarse.- Maldito viejo.- Comencé a sollozar en el piso.- Se fue sin decirme nada. Sin decirme nada ¡carajo! Me hacías creer que era un cuento para dejarme morir con una mentira.

-!Eso no es cierto! -Gayla se recargó en la orilla de la bañera.- Por favor cálmate...

-¿Calamarme? ¿Tú que sabes? -Comencé a levantar la voz aun con un nudo en la garganta.- Solo apareces aquí y me vienes a decir que mi madre era una sirena. ¡Una puta sirena! Y ¿para qué? pudiste quedarte abajo y así jamás conocernos. ¡Pude vivir una vida normal! -Mi voz se corto al ultimo. Quería llorar.-

-Te quería conocer. -Susurró.-

-Gayla no lo entiendes... -Mi corazón me dolía, era demasiado.-

-¡Carajo Akin, si te entiendo! -Me gritó.- Mi vida también a sido una mentira ¿acaso no lo entiendes? -La miré escéptico y ella comenzó a recargarse en la bañera.- Jamás en mi vida creí que tuviera un hermano; y menos un tierra firme. Hasta hace un tiempo atrás...

-¿Por qué lo dices? -Trataba de retomar la palabra.-

-Akin mi madre... -Calló y se corrigió.- Nuestra madre esta muriendo.

Muerte... Una palabra muy dura pero no sabia como reaccionar. No me sentía mal ni bien, nunca la conocí y mucho menos sabia de su existencia. ¿Cómo reaccionar ante eso? Mi madre esta muriendo.

-E-eso no es todo... -continuó con un hilo débil hilo de voz.- nuestro reino esta en peligro.

-¿Nuestro?

-¡Mierda Akin entiende, eres hijo de la reina! -gritó nuevamente exaltada.-

-La cual jamás me habían mencionado. -le corte la palabra.-

Me miró sin ninguna expresión, negó con la cabeza y continuó hablando.

-Necesito de tu ayuda.

-¿Para qué? -Me levante poco a poco y me acerqué a donde estaba ella.- solo te escuchare una vez.

La miré fijamente y siendo sincero conmigo mismo, sentía la necesidad de saber más de ella y de aquel mundo al cual me habían arrebatado la oportunidad de conocer. Tal vez sea algo difícil de explicar pero al menos una vez en la vida escucharía a alguien que no sea mi padre y mi madre; mi madre humana.

-El reino esta en peligro. -Me tomó de la mano delicadamente.- Una guerra se aproxima y necesitamos de ti ahora.

-Espera, espera... ¿Qué?

-Por favor... No puedo regresar ahí sin ti. Necesito tu ayuda.

Ayuda... Nadie me la da.

-Nuestro reino esta en el horizonte pero del lado inverso hay otro reino. Otro tipo de criaturas habitan ahí.

-Ya... ¿Entonces?

-Akin, quieren tomar al reino. Por favor, ayúdanos. No pueden hacer eso... -Su voz se fue apagando.-

-¿Qué tengo que ver yo ahí? No puedo hacer nada...

-¡Claro que si! Solo necesitas tiempo. -Comenzó a toser.-

-¿Tiempo? ¿De qué hablas?

-¡El tiempo como antes! -Gayla comenzó a llorar.- Akin por favor solo quiero que me ayudes a mi y al reino. Solo tú puedes ayudarnos, solo una vez má...

Depronto Gayla colocó su mano en su frente y comenzó a sobar lentamente en ella. Entrecerró sus ojos y parpadeo varias veces, su mirada estaba perdida y su respiración iba aumentado. De un momento a otro se desplomó en la bañera, haciendo que su cabeza golpeara en la esquina de la misma

-Gayla ¿qué pasa? -Me acerqué a ella. Tomé su cara con mis manos mientras ella trataba de centrar su mirada en la mía.- ¡Gayla!

-¡Vete! -Me gritó.- solo déjame sola.... -comenzó a sollozar. Y eso fue lo ultimo que dijo. Se había desmayado.-

Su piel carecía de color ahora mismo. No estaba muerta, pues sus respiraciones eran continuas y calmadas; estaba dormida tal vez. La miré fijamente durante unos minutos tratando de analizar todo lo que me había dicho. Sobre nuestra madre, aquel cuento de dormir que era verdad y mi padre. Mi padre... ¿La gran verdad había salido a flote? Jamás me lo dijo, solo era un cuento para mi. ¿Por qué? ¿Por qué lo hizo? ¿Jamás pensó que podría ocurrir algo como esto?

La noche había caído y con ella mis párpados iban perdiendo fuerza. Antes de irme a acostar me aseguré de cambiarle el agua a la tina y colocarle agua tibia. Fui por una almohada y reposé su cabeza en ella. Deje la puerta abierta y me dirigí a mi cama para poder conciliar el sueño. Tal vez, mi gran error.

En Las Profundidades: SirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora