Los Santos, invierno 2020
El teniente de la LSPD Jack Conway bajó de su automóvil y se cerró el abrigo gris hasta el cuello. Hacía frío, tanto como para que su aliento creará nubes de vaho al escapar de su boca.
—Buenas noches teniente. —Lo saludó uno de los uniformados, del cuál obviamente no sabía ni su nombre ni su rango pues no era tan importante como para recordarlo.
—¿Qué tenemos? —Interrogó de mala gana. Odiaba que lo sacaran de casa a esas altas horas de la noche y con tanto frío afuera. Jack odiaba el frío.
—Mujer, entre treinta y treinta y cinco, a simple vista parecía una sobredosis pero encontramos algo que...
—¿Qué...? —Impaciente el teniente lo animó a continuar.
—Será mejor que lo vea usted mismo...
Jack gruñó molesto. Algo que odiaba más que el frío, era la incompetencia de la gente, en especial de sus "compañeros".
A grandes zancadas se dirigió a la puerta que permanecía abierta y entró en el lugar. La casa era una pocilga por donde se mirará y el teniente se preguntó, ¿cómo alguien podía vivir en un lugar así? Con cuidado fue esquivando los montones de basura que había por el suelo, evitando tocar cualquier cosa alrededor.
—¡Buenas, teniente! —Lo saludó el forense.
—¿Qué tenemos? —Repitió la pregunta, mirando la habitación.
—No hay mucho que te pueda decir. Solo que lleva muerta un par de días y por las marcas en el rostro, fue asfixiada. —Informó el médico ajustándose las gafas sobre el puente de la nariz. —Pero, lo interesante está ahí. —Agregó el hombre, señalando con el mentón la puerta del baño.
Conway miró en esa dirección, remplazo sus guantes de cuero por unos de látex y se acercó a la puerta. Empujó la madera con lentitud, preparado mentalmente para lo que fuera a encontrar ahí. —¿Qué coño? —Exclamó girando la cabeza para mirar al forense.
—¡No me mires a mí! No es mi departamento... tal vez los de informática te puedan ayudar... —musitó el tío con su odioso tono sarcástico.
—Tal vez yo le pueda ayudar.
Los dos hombres miraron en dirección a la puerta de la habitación donde un hombre de aspecto pálido, delgado, cabellos plateados y ojos azules inspeccionaba con interés la escena del crimen.
—¿Y tú eres? —Cuestionó Conway, aunque al día siguiente seguro no recordaría el nombre del tío.
—Un androide... —el forense se acercó al recién llegado como si este fuera una fuente de luz y él una polilla que era irremediablemente atraído. —¡Joder! Cada vez los hacen más humanos.
—Soy un prototipo creado especialmente para ayudar a la policía en las investigaciones referentes a los androides. Mi nombre es Viktor Volkov.
Conway no era conocido por prestar atención a su alrededor, sin embargo le molestó mucho no darse cuenta que el tío era una puta máquina, normalmente notaba esas cosas... algunas veces... muy pocas veces, pero lo notaba.
—El capitán Duncan está enterado de todo y dio su visto bueno.
¿Por qué su voz era tan agradablemente ronca? ¿Porque parecía el policía perfecto, meticuloso, interesado, curioso? ¿Por qué lucía tan humano? Con esos ojos del color del océano más profundo, las mejillas ligeramente tintadas de rosa por el frío... ¿eso... él sentía frío? La mente del teniente se perdió por un momento en las miles de preguntas que se formulaban una tras otra.
—Hagas lo que hagas, no te interpongas en mi camino. —Advirtió molesto. Odiaba todo aquello que no entendía, aquello a lo que no le podía dar una lógica explicación, como el sentimiento de curiosidad que despertaba en él un puto androide.
Para no preocuparse más por ello, el teniente examinó lo que había en el baño. La mujer por lo visto había jugado a Frankenstein con un androide y un humano, hombre por lo que alcanzaba a ver. Un torso de carne y hueso, brazos de robot, una pierna humana, la otra no, partes de androide sobresalían de la entrepierna de... lo que fuera eso. La cabeza, era del robot pero cubierta de piel humana, deformada a tal punto que no se podían ver las facciones.
—Su nombre es Eleonor Clark. —Conway dio un salto en su sitio ante la sorpresa de tener al androide policía tan cerca y no haberse dado cuenta de que se había acercado. —Treinta y dos años, soltera, adicta, buscada por robo a varias tiendas de la zona.
—¿Y todo eso lo sabes solo con hecharle un vistazo? —Interrogó sin querer parecer intrigado.
—Desde luego que no, teniente. Compare una muestra de su ADN con nuestra base de datos. —Respondió el tío haciendo un gesto de obviedad.
Y de nuevo el teniente se distrajo pensando, ¿cómo coño era posible que un robot hiciera ese tipo de expresiones tan humanas? Tan distraído estaba que no se dio cuenta del momento en que los ojos de la cosa que estaba en la bañera se abrieron, en segundos las manos del androide estaban alrededor de su cuello apretando con tanta fuerza que juraría le iba a arrancar la cabeza.
Lo siguiente que vio fue la mano de Volkov atravesando la cabeza de la cosa esa. Las manos que lo ahorcaban cayeron como un peso muerto y Conway tuvo que apoyarse en la pared mientras tosía los pulmones en busca de aire.
—¿Teniente, se encuentra bien? —Cuestionó el androide de cabello plateado apoyando una mano en el hombro de Jack.
—¿Qué... coño...? —Hablo con dificultad.
—Parece que aún estaba vivo. —Volkov miró lo que quedaba de lo que una vez fue un humano y un robot. En su rostro se dibujó una expresión parecida a la pena. —Pero no podremos sacar mucho de su memoria interna.
—¡Joder! —Gruñó el teniente sobándose la garganta que le dolía como si un camión lo hubiera golpeado de frente.
Con dificultad salió de la casa y se apoyó contra uno de los patrullas. Sacó un cigarro de su abrigo con manos temblorosas y se lo puso en los labios.
—No debería fumar. —El puto androide de aspecto ruso puso frente a él la llama de un mechero. —La adición al tabaco provoca el veintiocho por ciento de muertes en el país.
—¡No me jodas! No lo sabía, gilipollas... —Conway acercó la punta del cigarro al fuego y aspiro el filtro con fuerza llevando algo del humo a su garganta que no lo agradeció exactamente. —De algo hay que palmarla.
El androide se apoyó a su lado contra el vehículo. Parecía estar procesando su respuesta, como si no la entendiera. Al teniente le pareció familiar esa actitud, quizás porque era algo que él hacía siempre, su cabeza nunca se apagaba, su mente estaba llena de preguntas, de dudas, de recuerdos y posibilidades.
—¿Desde cuándo los androides asesinan humanos? —Cuestionó fumando tranquilo su cigarro.
—Hace seis meses se presentó el primer caso.
Jack Conway casi se ahoga por la sorpresa con el humo del cigarro al cual le había dado una calada, sin embargo agradeció la sinceridad en la respuesta de Volkov.
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I DON'T HAVE A HEART
FanficAU - VOLKWAY Dónde Volkov es un andriode enviado a la policía para detener la ola de ataques a humanos por parte de sus congéneres. Basado en los personajes de spainrp; Jack Conway y Viktor Volkov, ambientado en el juego Detroit Become Human. Imagen...