VI - Madness

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Abrió los ojos a la luz de la mañana, sintiendo como si su cabeza fuera golpeada por un martillo; seguía tendida sobre el suelo bajo el puente, pero este ahora estaba rodeado de flores azuladas que brillaban con magia espectral. "Thresh" pensó, levantando una mano hacia su rostro para comprobar su estado... esta volvía a ser normal, y no había rastro de la palidez enfermiza y las venas negras de la noche anterior. Aquello era... ¿Bueno? ¿Que había pasado en aquel lugar? Se quedó tendida esperando que el dolor pasara un poco antes de buscar dónde había dejado su moto y volver a casa.
Mientras tanto, era observada por dos figuras desde la lejanía.
- ¿La salvaste? - decía Ahri a un desinteresado Thresh.
- ¿Te imaginas un tesoro así en la asquerosidad del inframundo? No, yo cuidaré muy bien de ella...
- No lograrás tentarla en tu linterna, Thresh. Deberías rendirte.
- Ahh. ¿Y supongo que tu, espíritu de la salvación, pretendes guiarla hasta la otra vida? - dijo con sarcasmo.
Ahri no respondió. Su labor en el mundo espiritual era guiar a los espíritus y personas, pero muchos se desviaban de su camino por la tentación que les ofrecía Thresh, aferrándose a sus recuerdos pasados en vida y sin poder avanzar nunca a la paz. Así funcionaba su mundo, y Vayne estaba en el limbo en ese momento, labrando su propio camino hacia la paz o la locura eterna.
- Sin embargo ya podrías haberla matado si quisieras, ¿a qué estás jugando? - inquirió, recibiendo una amplia sonrisa en respuesta.
- Pues... es excitante cuando no son presas dóciles... quebrarlas es hmm.. un placer delicioso.
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Habían pasado algunos días desde Harrowing y no había rastro de Thresh. Vayne había vuelto a sus cazas nocturnas, pero luego de probar la sed de sangre que le había producido su encuentro con Vladimir, había empezado a vagar por los exteriores de la ciudad buscando presas más grandes. Las encontraba, pero mayoritariamente volvía con más heridas de lo usual, pues se había vuelto más temeraria y la adicción al peligro se había instaurado en su mente con más intensidad que antes. Por esos días debía ir a una ciudad a un par de horas de distancia, pues se llevaría a cabo un seminario sobre las nuevas medidas a implementar luego del Harrowing.
La ciudad de Sied estaba a casi tres horas de distancia, y el viaje en moto era la parte que más disfrutaba de aquellas reuniones donde, por cierto, acudían todos los cazadores nocturnos que estuvieran de servicio. Era una profesión peligrosa y secreta, pues muchos asociaban a los cazadores con los demonios mismos y tendían a atacarlos en las ciudades. Por eso, se ocultaban del público y las masas, y Vayne claramente no era la excepción. El seminario se llevaría a cabo durante tres días, de viernes a domingo, y para su estancia se quedaría con un conocido: Jayce, un reconocido científico mecánico del lugar.
Es así que el día viernes al amanecer ya estaba sobre su moto rumbo a Sied donde Jayce la esperaba. La primera jornada sería durante la tarde, así que al partir temprano podría llegar a dormir hasta que tuviera que asistir al evento. Cabe decir que la duración del viaje consideraba que se viajara a una velocidad promedio de 120km/h, pero nuestra cazadora era una amante experimentada de la velocidad, y corría tranquilamente a más de 300km/h, haciendo que el viaje fuera extremadamente corto. Llegó a la residencia de su anfitrión bastante temprano, pero este no estaba en casa. Como ya conocía el lugar, se acomodó en una habitación sin complicarse y durmió hasta que la proximidad de la reunión se hizo notoriamente presente.
Era una de aquellas cosas aburridas a las que Vayne no solía prestar atención, y apenas tuvo idea de qué se había hablado aquella tarde. El crepúsculo comenzaba a asomarse y los asistentes corrían a refugiarse a sus casas... o al menos algunos. Una mujer de piel muy oscura y ojos verdes se le acercó luego de la reunión, la acompañaba un hombre alto que parecía ser su pareja.
- Tu debes ser Shauna Vayne. Mi nombre es Senna, y el es mi esposo, Lucian. - el aludido hizo una reverencia - Somos los Centinelas de Luz de la región. -Le tendió la mano y ella la tomó por costumbre, sin entender por qué ellos la habían buscado.
Los Centinelas de la Luz eran, en cierta forma, los "altos mandos" de los cazadores, que servían de guía y respaldo a todos los que querían dedicar sus vidas a la caza de espíritus, y que supervisaban y estudiaban a los espíritus y demonios con el fin de desarrollar formas de contrarrestarlos (como sus propias balas de plata)
- Tenemos cosas que hablar contigo. ¿Puedes reunirte con nosotros mañana, antes que termine la última reunión?
- ¿Qué clase de "cosas"? - respondió con escepticismo.
- Cosas... sobre el espíritu que te acecha y la maldición que trae con él.
Y con un demonio que hasta en otra ciudad tenía que pensar en él.
- Ah, vale.
- Te esperaremos en la recepción.
Solo asintió y se dirigió a buscar su moto para volver a casa de Jayce, quien seguramente ya estuviera de vuelta. Mientras bajaba al estacionamiento subterráneo pensó mejor en salir a dar una vuelta de caza para animar su noche en lugar de ir directo al lugar, así que se encaminó hacia las afueras de la ciudad donde era más probable que encontrara alguna víctima. Aquella noche, una criatura similar a un fantasma con dos grandes cuchillas anexadas a cada brazo fue su presa. Era un monstruo del terror, y la pelea fue tan intensa como sangrienta, pues los enemigos difíciles eran las victorias que más disfrutaba, pero con el arclight se había vuelto difícil encontrar un rival digno. Solo cuando quebró las cuchillas del ser y le atravesó la cabeza con una de sus flechas se sintió feliz. Aquel no sangraba, sino que se deshacía en sombras mientras ella tenía el cuerpo cubierto de cortes sangrantes. "Será mejor que vuelva... y duerma un rato" pensó hastiada, pero bastante estimulada tras aquella pelea: quizás buscara a Jayce al llegar para pasar el rato. Sin embargo, la sensación de no estar sola la hizo detenerse.
- Si que eres persistente. - dijo, activando el arclight y disparando a las sombras, pero sus flechas fueron bloqueadas por una nube morada.
- ¿Acaso es este tu agradecimiento por salvarte de convertirte en un asqueroso vampiro?
Thresh apareció haciendo girar su gancho con una de sus manos. Vayne no respondió y corrió a atacarlo, pero el bloqueaba sus flechas constantemente. Pronto decidió usar su ballesta de espalda, y una de sus flechas impactó de lleno en el hombro del espíritu, clavándose profundamente en su carne. En respuesta este usó su gancho para inmovilizarla mientras se acercaba a ella, volviendo a ponerla bajo el influjo de su hechizo.
- Ah, me encanta tu terquedad, Vayne...
Dijo acariciando sus brazos y cambiando el tono de su piel morada a su apariencia real: unas orejas largas y puntiagudas emergían entre el pelo largo y oscuro, siendo coronado por un par de cuernos irregulares. Enredó sus manos en el pelo de Vayne por detrás de su cabeza y la jaló, levantándola del suelo, para que lo mirara; los ojos de ambos eran fuego puro, viendo a su presa frente a frente. Thresh sonrió y lamió lentamente una herida en el cuello de Vayne antes de hablar.
- ¿Cuánto tiempo más crees que podrás resistirte, pequeña cazadora?
Vayne no respondió. Su corazón iba a mil, excitada aún por su reciente pelea y más todavía por la proximidad de un enemigo tan imponente. Debía hacer algo, debía moverse... sintió como él pasaba uno de sus brazos por su cintura y mordía su cuello con cuidado; aquello fue el fin. Logró moverse lo suficiente como para apretar el gatillo y disparar cerca de su pierna, hiriéndose y rompiendo el trance en el que se encontraba. Cayó de rodillas y buscó a su alrededor con la mirada, pero no había rastro de Thresh.
Corrió a casa de Jayce sintiéndose más extraña y acelerada de lo normal, demasiado ansiosa por más aquella noche. Al llegar al lugar, la recibió el rostro conocido de su anfitrión.
- ¡¿Pero qué te ha pasado?! - le dijo con espanto al verla llegar con el pelo desordenado y heridas abiertas visibles.
- Una pequeña pelea nocturna, nada de qué preocuparse. - respondió acalorada mientras se quitaba el casco y los guantes que llevaba.
El brillo en los ojos de Vayne llamó la atención de Jayce, quien se acercó y levantando su mentón sin vacilar, la besó. Pronto estuvieron quitándose la ropa sobre la cama, él recorría su cuerpo con sus manos y masajeaba sus senos con gusto, mientras ella se esforzaba por sacar de su mente el recuerdo del tacto del espíritu. Sin embargo, Jayce no fue suficiente para saciar su hambre aquella noche y partió a otra habitación apenas su compañero se durmió. No eran absolutamente nada, pero cada vez que se veían terminaban enredados; Jayce estaba loco por Vayne mientras ella solo se enfocaba en su trabajo como cazadora, y de vez en cuando acudía a él para saciar las ganas o el aburrimiento, disfrutando ambos aquella interacción ocasional. Sin embargo, aquella noche había sido algo diferente; apenas lo había disfrutado y se había retirado a darse una ducha para enfriar su mente, que seguía inquieta luego del encuentro con Thresh, algo que ni con Jayce había estado siquiera cerca de olvidar: el toque de este último se le hacía tosco, vacío y monótono. Luego de la ducha se durmió, esforzándose por dominar su mente que le pedía más, mucho más de aquellas emociones intensas a las que era completamente adicta.
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Al día siguiente, tal como le habían indicado, Senna y Lucian salieron antes de que terminara la reunión y le hicieron señas para que los siguiera.
- ¿Todo bien, Shauna? - preguntó Lucian, alarmado por el ánimo distraído de la recién llegada.
- Si. Gracias. - dijo mientras se sentaban en una mesita cercana. - Y bien, ¿qué temas tienen conmigo?
- Vaya. - apuntó Lucian por la actitud hostil. - En resumen; sabemos que Thresh te está buscando y vinimos a prevenirte.
- ¿De qué? Es otro maldito demonio, solo debo matarlo.
- Ojalá fuera tan simple. - dijo Senna con tristeza - Nosotros lo intentamos hace muchos años... el espíritu nos derrotó y pasé diez años encerrada en la oscuridad de la linterna, incluso ahora yo...
Al mirar a Vayne sus ojos brillaron con un verde que ella ya conocía: era un espectro. Se puso de pie de inmediato dispuesta a romperle la cabeza en el momento, pero Lucian se interpuso.
- No quieras pelear conmigo, cazadora. No somos tus enemigos.
- Todos los espectros lo son.
- Son vestigios de la linterna, no soy uno de ellos. - dijo Senna con seriedad - Y estamos aquí para prevenir que tú te conviertas en uno.
- ¿Perdón?
- Como oyes, Shauna Vayne. Tu obsesión por la caza atrae al espíritu, pero además está la magia dentro de tu cuerpo: hemos recibido informes sobre lo que te ocurrió en Harrowing y de la bendición dorada que hay dentro de ti.
Vayne no respondió, solo se sentó de nuevo escuchando con más atención.
- Muchos cazadores han muerto por sobrecarga de magia. - esta vez fue Lucian quien aclaró la información - Pero así también es cómo se forma un espíritu, como la mítica Cassiopeia o la leyenda de los dos hermanos.
- Conozco esas historias. ¿Están diciendo que creen que me volveré como ellos? - estaba empezando a impacientarse.
- De eso estamos seguros: debes dejar de cazar o terminarás convirtiéndote en un espíritu... si Thresh no te atrapa primero. - Senna sonaba preocupada.
Thresh, Thresh, Thresh... aquella pareja ya le disgustaba bastante. ¿Por qué todos se esforzaban en disuadirla de su cacería? ¿Y qué era eso de convertirse en espíritu? A pesar de su desagrado, respondió con cordialidad.
- Creo que necesito algo de tiempo para digerirlo. Si me disculpan...
Se puso de pie y se marchó, dejando a Lucian y Senna en el lugar.
- ¿Crees que esté bien, Lucian?
- Creo que ella debe decidir qué camino quiere seguir, nosotros no podemos hacer más que advertirle.
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Vayne se lanzó a correr por la carretera sin un destino claro por horas, y solo se detuvo cuando una criatura gigante y hambrienta se atravesó en su camino y la forzó a frenar para evitar el choque, cayendo de costado con su moto y rodando por el suelo. El dolor del golpe no tardó en recorrer su cuerpo, pero eso nunca la había detenido: la adrenalina era más fuerte. Activó el arclight y peleó con la criatura, similar a un jabalí de tamaño colosal. Para su suerte, la bestia era tonta y la derrotó facilmente cuando cargó de frente contra ella: sus flechas penetraron por sus ojos y se clavaron en la parte de atrás de su cráneo.
Aquello había sido... fácil. Volteó a ver su moto que se había detenido unos metros más allá y la levantó, revisando que no tuviera mayores daños. Debía ser pasado la medianoche, y estaba bastante lejos de Sied: bien, había cumplido su objetivo. Dejó la moto parada y salió de la carretera, recorriendo el lugar que parecía ser un bosque cubierto de neblina por estar a los pies de una montaña. Si no se equivocaba, aquel maldito espíritu la seguiría sin problema hasta allí y podría acabar con todo aquello esa misma noche, lejos de todos los cazadores de Sied. Cuando escuchó la risa de Thresh entre la oscuridad del bosque, supo que había acertado.
- ¿Qué buscas en estas sombras, pequeña cazadora nocturna?
Sonrió mientras tomaba su ballesta de su espalda y activaba nuevamente el arclight, lista para pelear hasta que uno de los dos cayera muerto.

La Noche Más Oscura [ Thresh X Vayne ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora