I - La cazadora nocturna

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Era una noche gélida, y aún se veían restos de la lluvia de la tarde en el suelo de la calle. Los charcos del callejón no hacían más que reflejar los oscuros techos de los edificios de aquella parte de la ciudad. ¿Qué hacía ella ahí? Se preguntaba la pequeña Shauna Vayne, viendo su reflejo en un gran charco bajo sus pies. Ah, había acudido a ver una obra con sus padres... acababan de salir del teatro por una puerta de emergencia para evitar a la multitud alocada del exterior: el que su millonaria familia hubiera acudido a tal obra había llamado demasiada atención durante aquel tiempo de crisis. Entonces... ¿qué hacía ahí parada, sola? "No, no estoy sola... estoy con mis padres" pensaba sin dejar de mirar su reflejo en el charco, notando que este ya no era gris, sino que había pasado a tener un tono oscuro y rojizo. El pánico se apoderó de ella al contemplar a sus padres asesinados, cuyos cuerpos se hallaban uno a cada lado suyo. Miró a uno y otro, sintiendo el avance del pánico por sus venas y gritó, gritó con todas sus fuerzas esperando que alguien la salvara, escuchando en su cabeza los gritos de sus padres y la risa demoníaca de una mujer.
Entonces despertó. "Otra maldita pesadilla", pensó antes de levantarse e ir a la cocina por una taza de café, observando el cielo a través de su cortinas: el gris le indicó que ya comenzaba a amanecer. Dio un suspiro y se dirigió al baño luego de prender su cafetera, preparándose para disfrutar de un buen café que terminara por disipar el recuerdo de su reciente pesadilla... pero ya no era aquella niña; el tiempo la había transformado en una joven adulta de 24 años, muy respetable, admirada y temida. Habían pasado años desde el asesinato de sus padres, y todo en aquella triste ciudad había cambiado, sobretodo ella. Al verse en el espejo, una figura alta y de largo cabello negro le devolvió la mirada, una mirada determinada e imponente, y le hizo preguntarse qué pensarían sus padres sobre su vida actual... si apoyarían sus decisiones, o si haberlos tenido a ellos hubiera cambiado su camino."Para" se dijo, y se mojó la cara con agua fría, terminando de apartar la ola de recuerdos y aquellos "y si?" de su mente. Se quedó quieta unos momentos antes de decidir salir del baño, pero pronto estuvo cómodamente sentada en su sofá, tomando su café caliente y bien cargado. Miraba por la ventana, viendo el cielo que permanecía gris: aquel día definitivamente estaba decidido a no mejorar.
Sin embargo, pronto estuvo vestida y montada en su moto, lista para acudir a una importante reunión corporativa de su empresa, que debía presidir pues ella era la heredera y dueña de Empresas Wayne (cuyo nombre, por cierto, originalmente era "Empresas Vayne", pero había conseguido cambiarlo luego de algunos negocios con el alcalde: prefería no atraer tanta atención asociando su nombre directamente con la empresa). Al llegar al estacionamiento del edificio se quitó el casco bufando mientras caminaba hacia la entrada: ¡cómo odiaba las reuniones!.
Apenas entró, una secretaria rubia y de ojos azules le dio la bienvenida con una sonrisa sincera, informándole que ya estaban todos los directivos esperándola en el piso superior.
- El pelo suelto le queda muy bien, señorita Shauna. - le dijo al despedirse.
Vayne se sorprendió, pero no lo demostró; seguro olvidó arreglarse tras la pesadilla de aquella mañana. Se limitó a asentir y responder con seriedad mientras subía al ascensor.
- Gracias, Luxana. Buen día.
Las puertas se cerraron, pero alcanzó a ver la perfecta sonrisa de la chica. Se dio media vuelta y se dispuso a hacer algo con su cabello, de todas formas, estaría un buen rato en aquel metro cuadrado. Al llegar al piso superior (eran 27 pisos) ya había logrado atarlo con varios nudos, evitando que pudiera desordenarse. Salió del ascensor y traspasó una puerta de vidrio, siendo recibida con respeto por un hombre mayor, quien luego abrió la puerta de la sala de reuniones para ella. El sonido de sus tacones entrando a la instancia tensó a todos los presentes: parecía (y era) una mujer temible, más aún cuando se sentó en la cabecera de la gran mesa ante las miradas nerviosas de todos los presentes.
- Bien, caballeros. Terminemos con esto rápido.
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Aquella fue una dura mañana, pero pronto estuvo de vuelta en su departamento. Aquellas reuniones, y toda la empresa en sí no eran más que un medio para que ella pudiera perseguir sus ambiciosos objetivos sin ser cuestionada. Y también era una buena fachada, por cierto, ¿quién se atrevería a pensar que la millonaria Shauna Vayne era otra cosa más que una ricachona mimada y delicada? Miró la hora en su celular: 4:40pm. Bien, alcanzaría a dormir un buen rato todavía, así que sin más, se arrojó con entusiasmo sobre su cama para dormir.
No abrió los ojos hasta que el ruido de la alarma en su teléfono le alertó que ya eran las diez de la noche. Se incorporó rápido y con ánimos; aquella noche debía ser buena tras aquel día horrible. No tardó en hacer su rutina de ejercicio, darse una rápida ducha, comer algo y finalmente, calzarse su maravilloso traje nocturno: un ajustado mono de una tela similar al látex, pero más elástica y respirable. Revisó en un pequeño aparato cerca de su cama si tenía alguna noticia, y sonrió al ver inscrita en él una dirección donde su premio de aquella noche la esperaba. Se apresuró a tomar su casco y una pesada ballesta antes de salir disparada por la entrada del edificio, ansiosa por su próximo encuentro.
La verdad es que la ciudad (y el país completo) estaban en toque de queda a partir de las 21hrs, así que las calles estaban completamente desiertas a medianoche, perturbadas únicamente por el ruido que producía su motocicleta al correr por las avenidas vacías. Desde hace varios años habían empezado a aparecer criaturas demoníacas y espíritus que atacaban a la gente y volvían loco a quien osara plantarles cara, lo que había forzado a los gobiernos a tomar medidas y la primera de ellas había sido el toque de queda y el refuerzo de los hogares, pues aquellos bichos solo aparecían y atacaban durante la noche. Vayne era "privilegiada", pues aquellos monstruos no eran capaces de perturbar su sano juicio con sus trucos oscuros, lo que había facilitado que se le permitiera cazarlos cada vez que quisiera. Sucedía que, luego del asesinato de sus padres a manos de una mujer demonio, la pequeña Shauna Vayne había entrenado incansablemente en todo aquello que la aceptaran: era una experta en artes marciales y manejo de armas de todo tipo, aunque, con el tiempo, había descubierto su afición a las ballestas y se limitaba a utilizar solo dos: una pequeña que cargaba en su mano, y una mucho más grande que colgaba en su espalda... por si las cosas se ponían feas. Su último complemento eran un par de navajas cortas, que llevaba consigo "por si acaso". Con todo aquello, estaba lista para esa noche donde cazaría a un demonio metamorfo que había buscado durante días y finalmente había aparecido, cosa que la traía enormemente emocionada.
Llegó al lugar indicado, y luego de deshacerse de varios demonios pequeños que rondaban, se encontró con su monstruoso objetivo y sonrió. El Metamorfo tenía el doble de su tamaño, y no dudo en saltar sobre ella dispuesto a partirla en dos con sus garras. De un salto giró para evitar el golpe, que fue seguido de una docena más de igual o más intensidad, lo que la hizo retroceder un gran trecho antes de pararse y sonreír. La caza estimulaba todos y cada uno de sus sentidos, era un éxtasis que no encontraba en ninguna otra actividad. Lanzó varias flechas desde su ballesta de mano, hiriendo al demonio y haciendo que este se enfureciera y la atacara con más violencia. Aquella era una zona deshabitada: los soldados habían hecho lo posible por llevar al metamorfo hasta allí para que no dañara a ningún civil en su pelea. Eso significaba para ella que nadie podría venir a ayudarla: estaba completamente sola, lo que intensificaba su emoción. Luego de algunos intercambios con la gran bestia, Vayne fue derribada y cayó al suelo, donde la bestia se inclinó sobre ella con la clara intención de arrancarle la cabeza de un mordisco. Vayne sonrió. Aquello era su definición de diversión. Sopesó sus opciones, dándose cuenta de que solo le quedaba una flecha en su ballesta de mano, y que la de su espalda estaba fuera de alcance por el momento. Pensó en esquivar la mordida, pero eso no era realmente una solución a su actual problema. Pensó en patear a la bestia hasta hartarse, pero probablemente su piel era demasiado gruesa para sentir cualquier dolor. Sin embargo, la bestia lanzó una mordida antes de que pudiera seguir pensando en otras opciones, obligándola a detener el ataque con sus manos, sujetando cada mandíbula de la bestia y agradeciendo tener tanta fuerza gracias a sus años de entrenamiento. De pronto, una idea sangrienta, extravagante y estúpida cruzó por su mente, iluminándola como si fuera un faro. Giró ubicando su pierna donde antes estaba su mano, sujetando la mandíbula superior del monstruo, mientras introducía sin dudar su brazo dentro del dentado hocico de su enemigo. El movimiento de la bestia al intentar librarse de su agarre terminó por producirle nuevas heridas en su brazo, rasgando parte de su piel. Sonrió al sentir la fuerza renovada con que la bestia intentaba cerrar su mandibula sobre ella, y con un rápido movimiento de su muñeca, apuntó hacia el paladar de la bestia y disparó antes que pudiera reaccionar. La bestia emitió un chillido antes de desplomarse, cayendo sobre la pierna de Vayne. Esta estaba cubierta de sangre, suya y de la bestia, pero no le importaba. De una patada logró mover el cuerpo inerte del monstruo y liberar su pierna, solo para darse cuenta que había sido rodeada por pequeñas ánimas que la acechaban en las sombras. Sonrió con satisfacción: aquella noche era todo lo que había deseado.
Unos metros más allá y refugiada en la oscuridad, una figura de brillantes ojos morados y cuernos la observaba. Aquella mujer había matado a su nuevo metamorfo, su reciente nueva mascota. Había visto atentamente la pelea, esperando ver rodar la cabeza de la impertinente mujer y que su cuerpo alimentara a su pequeño, pero no había sido así. Ahora la veía empuñar un cuchillo que había sacado de sepa la luna donde, y enfrentarse a las ánimas que la acechaban. Estas eran muchas y no pasó mucho hasta que desistiera de su fútil esfuerzo y corriera hacia su moto, partiendo sin ningún cuidado y dejándolo en el lugar con el cuerpo de su metamorfo y una docena de ánimas sedientas de sangre. "Ya, ya, hijos míos. Aquella vil mujer pronto estará en su cena". Había visto muchos cazadores nocturnos como ella anteriormente, y su resistencia a la locira que la presencia demoniaca provocaba en la mayoría hacía que romper sus fuertes mentes fuera un placer exquisito, reservado únicamente para él. Apenas había vuelto a la ciudad y ya había encontrado un nuevo juguete, una nueva alma por romper: aquella cazadora pronto estaría junto a sus ánimas, siendo atormentada eternamente luego de que él quebrara lentamente su cordura.
- Es la primera mujer que parece tener madera para ser cazadora, mis pequeños. - hablaba saliendo de las sombras.
Su figura era alta y fantasmagórica, vestida como si viviera en el período del Japón feudal. Un elemento era lo que más llamaba la atención sobre su aspecto: portaba grandes y pesadas cadenas, además de una linterna que emitía una luz terrorífica. Era conocido como Thresh, el carcelero implacable: un sádico demonio antiguo cuyo único propósito y placer en vida era romper y atormentar almas mortales por toda la eternidad, capturándolas en el limbo de su linterna sin permitirles cruzar hasta la otra vida. Su aficción era simple: una vez que encontraba un alma perdida, concentraba su ser en tentarla, perturbarla y aislarla, jugando con su mente hasta enloquecerla... entonces seguía lo peor, y la pobre alma era arrastrada hasta destinos peores que la muerte. Este carcelero, paciente y brutal, tenía fama de obsesionarse con aquella caza cuando un alma parecía lo suficientemente fuerte como para resistirse a su yugo, y que, una vez elegida como su víctima ya no se detendría: centraría toda su atención en romper lentamente su cordura hasta poseerla por completo. Y esta vez, había elegido a Shauna Vayne.

La Noche Más Oscura [ Thresh X Vayne ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora