inocencia

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Raizel se encontraba sentado en la sala de la mansión en la que vivía desde hace algunos meses, tomaba su té con elegancia, aunque tenía su monótona mirada neutra su pensar divagaba en su vinculado. Aquel hombre que le había dicho que se ofrecía a tener sexo con él. ¿Pero qué es el sexo?, ¿qué relación tiene el sexo con tener hijos?, no lo sabe, vivió toda su vida encerrada en su mansión, junto ala compañía de su hermano, claro hasta que su hermano traiciono a Lukadonia y lo obligo a matarlo.

La puerta principal se abrió y de ella salió el trío de humanos modificados junto con los niños humanos y nobles, los cuales al llegar ala sala encontraron a un pensativo Raizel que vestía una camisa simple con cuello de ópera junto a unos pantalones negros lizo. -Rai, vinimos visitarte - saludo de forma energética Shinwoo, mientras entraba seguido de Ikhan, Yuna y Suyi los cuales saludaron más tranquilos, pero igual de contentos por volver a ver su tímido y reservado amigo, el pelinegro los saludo con un asentimiento y una pequeña sonrisa mientras sorbía de forma silenciosa su té, los chicos tomaron asiento a su alrededor y empezaron a destapar las frituras que traían consigo mientras hablaban amena mente. - retomando lo del almuerzo, ¿te gusta alguien Raizel?- pregunto curioso, pero amable el chico de lentes, todos miraron al noble mayor el cual parecía confundido por la pregunta.

Ante la confusión del azabache Shinwoo desespero y olvidado que había chicas entre ellos pregunto algo indebido, - ¿te masturbas pensando en alguien?- Shinwoo se colorió como remolacha al darse cuenta de lo que había dicho, los humanos se sonrojaron ala par del pelirrojo. Los nobles usando sus poderes psíquicos buscaron en los pensamientos de los humanos, al saber de que se trataba se sonrojaron y los más jóvenes se sintieron ofendidos y acongojados.

Todos al darse cuenta de que no comprendía la pregunta  y que era algo inapropiada pensaron en replantearla, pero de manera más especifica y menos inapropiada, - no le hagas caso a Shinwoo. Rai, ¿sientes profundo afecto por alguien en específico o quisieras pasar el resto de tu vida con alguien?- pregunto algo inseguro Ikhan, no estaba seguro de haber formulado bien la pregunta. Para la sorpresa de todos una sonrisa y un pequeño sonrojo invadió el perfecto rostro del azabache, porque claro que sabía a que se refería en la segunda pregunta de Ikhan, cierto rubio había cumplido con la representación del joven humano, todos estaban impactados y un tímido asentimiento fue su respuesta, las humanas soltaron un chillido, mientras los chicos y los nobles se miraban sorprendidos.

Shinwoo se impacientó y con emoción empezó a mover las manos, - y.... ¿Quién es?, ¿lo conocemos? - pregunto el pelirrojo, abrió de forma calmada sus labios y cuando empezaba a pronunciar las primeras silabas la puerta de la entrada se abrió. De ella salió un hombre vestido de traje con expresión cansada, al ver que su querido maestro no estaba solo y estaba acompañado estuvo a punto chasquear la lengua.

 La expresión del hombre se encontraba sorprendida, shockeada e incrédula, puesto que su amo estaba avergonzado, todos voltearon a ver al recién llegado, su mirada se cruzó con los rubíes de su maestro el cual lo veía con una sonrisa apacible. Todos en la sala se sonrojaron, unos más que otros, "que lindo" paso por la cabeza de todo, ya que nunca habían visto al pelinegro con ese tipo de expresión, sus mejillas teñidas de un tierno rubor rosa, sus labios curvados en una linda y tímida sonrisa y el aura que desprendía era brillante, -bienvenido - saludo Raizel mirando al mencionado con la misma expresión tierna.

En ese momento los niños humanos se dieron cuenta de algo, "a Rai le gusta el director", a todos se les subió la azúcar y pensaron que podrían vomitar arcoíris, era demasiado para los presentes la belleza y ternura de pelinegro, una belleza que solo pertenecía al noblesse, el ser más hermoso en la tierra y entre los nobles.

- Adiós, Rai - dijeron el grupo de humanos quienes eran acompañados por los nobles y los humanos modificados, después de dejar a los chicos en sus hogares irían por algunas cosas a petición de Frankenstein. La mansión quedó en un sepulcral silencio, con solo ambos hombres en la sala de estar, el pelinegro se levantó con elegancia de su asiento, dejo aquella taza de porcelana que se encontraba prácticamente vacía en la mesa de centro. Y se acercó elegantemente al hombre ligeramente más alto, tomo asiento a su lado, acercándose al humano, a su vinculado, hasta juntar sus labios en un dulce beso, esa noche, en la soledad de la mansión, estando juntos, solamente ellos contemplando el uno al otro, en esa noche se unirían en uno, esa noche se formaría un nuevo ser.

El beso subió de intensidad cuando el pelinegro soltó un pequeño gemido, lo cual aprovecho el rubio para introducir su lengua dentro de la tímida boca de su amo, Frankenstein nunca pensó que su maestro pudiera mostrarse sumiso ante alguien, y ese alguien termino siendo él. El rubio rodeo con sus brazos la fina cintura del noble ante él, el cual correspondió ala muestra de cariño abrazando por los hombros a su nuevo amante. Entre besos y caricias llegaron ala pulcra habitación del noblesse, con un chillido del colchón fue como recibió la cómoda cama al hermoso ser que era Raizel.

Con una habilidad digna del rubio desabrocho los botones de la camisa impecable de su amo, empezó a repartir besos húmedos y mordidas por la piel de porcelana de delicado y compasivo noble, el cual solo dejaba que su vinculado hiciera con él lo que quisiera y se limitaba a soltar pequeños gemidos ante las nuevas sensaciones que le ofrecía Frankenstein. El rubio empezó a descender por el torso de su amo dejando un rastro de besos húmedos que proclamaban que era de él, cuando llego al inicio del pantalón negro de su amo con un bulto entre las piernas del pelinegro, cuando alzo la vista al rostro de Raizel el rubio trago saliva al verlo, el hermoso noble poseía una inigualable belleza que emana pureza, pero, en esos momentos su expresión erótica hizo que la entrepierna del rubio empezó a doler así que no pude evitar un gemido de dolor.

El rostro sonrojado del azabache se acercó ala erección del rubio, donde con algo de impaciencia bajo el cierre dejando expuesto el gran miembro del humano, los rosas e hinchados labios ala cabeza rosada del miembro donde lo lamió, - nunca he hecho esto, así que lamento mi inexperiencia- dijo avergonzado desviando su mirada e introduciendo aquella parte del cuerpo de su vinculado en su boca, lamió y chupo de forma erótica.

En cierto punto el noble que se encontraba de rodillas para hacer aquel trato a su humano empezó a mover de forma ligeramente disimulada sus caderas, que si bien no eran tan anchas como las de una mujer tampoco pasaban desapercibidas ahora que se encontraba descubierta de ese limpio y elegante pantalón negro. - Maestro - gimió Frankenstein al entrar dentro de su maestro, - ¡Frankenstein!- gimió alto el noble al sentir como era penetrado.

Empezó con embestidas suaves y lentas, para después seguir con fuertes y certeras embestidas acompañadas con los fuertes gemidos de placer del noble, nunca pensó que su hermoso amo pudiera hacer tanto escándalo, no mucho después Raizel se corrió y mancho las suaves mantas debajo de él, para luego sentir como Frankenstein se eyaculaba dentro de él. A pesar que pudieron haber seguido decidieron para y limpiarse, ya que no tardarían en llegar los demás miembros de la casa, y en efecto cuando estaban en la sala como si no hubiera pasado nada ellos llegaron.

Sé que me tarde un poco, pero capitulo largo para que perdonen.

Sé que me tarde un poco, pero capitulo largo para que perdonen

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