Ascensión - TGCF

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La primera vez fue dulce y llena de furor, todo un reino a sus espaldas celebrando sus logros, atendiendo a sus templos, rezando por él y alabando sus estatuas.

Eso fue la primera vez, hace un largo tiempo atrás que prefiere no revivir. De hacerlo no sabría en donde acabaría, si en un lugar plagado de culpa o en uno lleno de odio a sí mismo.

La caída fue estrepitosa y el dolor no se sintió sino hasta mucho después. Fue como un hematoma a la inversa, primero la piel se veía intacta luego esta se tornó amarillenta, luego de un tono verdoso y, para cuando ya era muy tarde y estaba sumido en miseria, la piel era de un vívido morado y dolorosa al tacto.

Lo había perdido todo, y no se refería a los hermosos palacios de la corte celestial o a los seguidores fieles que prometieron seguirlo hasta la muerte. No, hablaba del calor humano, de platos con un sabor dudoso, pero hechos con amor. De dos personas a su izquierda y derecha siempre cuidándolo desde una etapa tan temprana que más que sirvientes...eran sus amigos.

Lo más preciado, lo último que le quedaba, no pudo ser capaz de retenerlo. Tuvo que destruirlo con sus propias manos.

La oportunidad de unírseles y seguirlos también fue negada.

¿Hasta qué punto llegaba la crueldad de este castigo? ¿No podía descansar ya? ¿No lo podían dejar en paz?

La segunda vez fue amarga por las circunstancias, pero sabía en donde estaba su corazón y no dejaría que nadie lo desviará. El sombrero de bambú todavía con el calor del humano que se tomó la molestia de prestárselo como un recordatorio de la decisión que había hecho. Esta vez solo estuvo menos del tiempo que toma un incienso en consumirse en el cielo, pero la caída no dolió. Él había decidido esto, el sacrificio de aquel joven fantasma debido al caos que él mismo causó todavía en su memoria.

Por siempre en su memoria.

La tercera vez vino con un estruendo, palacios temblaron e incluso llegaron a ser derrumbados, tal nivel de destrucción no se le podía adjudicar a la tercera llegada del que era la burla de los cielos.

Pero así fue.

Después de 800 años vagando por el mundo humano por fin estaba devuelta. Aquel joven príncipe que creía poder salvar al mundo entero y desafiar a los cielos, ese mismo príncipe que presenció a su reino perecer en medio de guerra y enfermedad, que cayó al punto más bajo y vivió en esas condiciones por siglos era un dios de nuevo.

Los otros dioses no podían sino burlarse del "recién llegado" sin ningún templo a su nombre y sin ningún creyente en este mundo.

Pero, para el desconocimiento y futura sorpresa de los dioses, había uno.

Uno cuya creencia no se detuvo en ningún momento, que dedicó su completa existencia vacía a la luz que proveía ese dios "recolector de chatarra".

Era la tercera ascensión y ese creyente no dejaría que fuera como las anteriores.

Cultivatober MXTX  2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora