Cartas a un amigo.

Por vos

Últimamente pasaba mucho tiempo con Keyla. Lo disfrutaba, pero realmente era porque no había más personas con las que pasar. Además, Keyla siempre me había recordado a vos. Te lo dije muchas veces, pero te enojabas. «No me parezco en nada a ella. Te lo prometo, solo convive dos días con Keyla y lo veras» me asegurabas. Pero hace semanas convivía con ella, y a pesar de todos tus intentos por hacerme pensar lo contrario, cada día lo confirmaba más.

Vivíamos en un pueblo alejado del sur de Argentina, en verano la gente solía vacacionar, pero en invierno era un desierto. No me quejaba, aunque sin vos las cosas eran diferentes.

Nos habíamos conocido cuando ambos teníamos apenas cuatro años. Yo era una caprichosa y vos eras un aventurero, siempre lo habías sido. Te gustaba correr, te gustaba gritar y moverte todo el tiempo. Para todos eras Sean, el inquieto, para mi eras lo mejor que me había pasado en la vida.

Yo era distinta, desde pequeña siempre había sido bastante introvertida, recuerdo que mi madre me había mandado a varios psicólogos porque no podía entender como mi único amigo en el mundo eras vos. Ella te quería, siempre lo había hecho. Tal vez, de alguna forma, estaba agradecida contigo, por haberme sacado de mi mundo paralelo y haberme hecho disfrutar mi adolescencia al máximo. Al menos, yo lo estaba.

A medida que fuimos creciendo, una parte mía sabía que la secundaria iba a ser diferente para ambos. A vos siempre te había gustado rodearte de amigos, te gustaban las fiestas, los paseos en coche a las tres de la mañana y beber cerveza hasta que se te partiera el estómago. A mí me gustaba recostarme en mi cama con un libro y una chocolatada.

Te terminaste convirtiendo en una celebridad. Las personas te adoraban y tenías amigos de esos que nunca te van a soltar la mano. Tuviste novia, viviste la aventura. Y yo siempre estuve a tu lado, acompañándote. Por vos lo hacía. Por vos hubiera hecho todas las cosas que no me gustaban hacer.

Por vos...