DIECIOCHO

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De repente las frías y finas sabanas que Valentina tenía en su cama esa noche ya no parecían tan cómodas a pesar de haber valido una fortuna.

La noche era agradable, pero ella estaba lejos de sentirse a gusto. Llevaba poco más de media ahora dando vueltas en su enorme cama, se preguntaba para que había comprado una cama tan grande si siempre le recordaba lo sola que estaba...hasta que por supuesto había llegado Juliana a su vida.

Sin ningún tipo de descaro, pensó en las veces que la había tenido enredada en esas sabanas que ahora eran frías. Una sonrisa descarada se dibujó en su rostro y pensó en lo mucho que deseaba tenerla ahí en ese instante y no a dos cuartos de distancia, durmiendo en un incómodo sofá-cama que habían preparado Lucas para ella antes de irse a dormir.

Giró su cuerpo por quinta vez en el último minuto y su reloj digital con luz led roja marcaba la media noche. Necesitaba dormir, al día siguiente presentarían un avance importante en su proyecto de investigación y un poco de culpa se adueñó de sus pensamientos al haber sido egoísta por no dejar que Juliana fuera a descansar a su casa.

Debería estar ahí, con ella, calentando su cama y su cuerpo aunque no estuvieran teniendo sexo, aunque si se daba, ella por supuesto no tendría ningún problema. El sexo con Juliana era exquisito, pasional y a veces hasta innovador...llegaban a experimentar cosas nuevas de vez en cuando y eso a ellas les encantaba. No podía negar que a pesar de su corta edad, Juliana tenía mucha más experiencia que Valentina y eso a veces la hacía sentir celos, pero luego recordaba la manera en que le hacia el amor y sin duda se sentía afortunada.

"Cálmate Valentina que no puedes hacer nada...". Desde que había empezado su vida sexual con Juliana llevaba un control estricto de su periodo y esa semana iniciaría su tiempo de ovulación así que controlar sus hormonas y deseo sexual era casi imposible teniendo a Juliana tan cerca y a la misma vez tan lejos.

Su mano empezó a acariciar sus muslos internos tratando de mermar un poco su deseo sexual, pero al cerrar sus ojos solo se podía imaginar unas manos acariciándola, unos labios besándola y una persona haciéndola venir.

Mordió sus labios por un segundo pensando en la posibilidad de ir hasta su propia sala y pedirle a Juliana que le hiciera el amor, pero sacudiendo su cabeza con fuerza y algo sonrojada descarto la atrevida idea. Era tarde y probablemente ella ya estuviera dormida, aunque poder dormir juntas abrazadas parecía suficiente para ella.

Desesperada por no poder dormir, se sentó al borde de su cama pasando las palmas de sus manos por su cara. No tenía ni pisca de sueño y solo se le ocurrió una manera de conciliar el sueño, en los brazos de Juliana.

Tomo su ligera bata de seda amarrándola a su cintura aunque no tuviera mucho caso, lo último que quería era tener más ropa encima. Con sigilo, abrió el único cajón de su gaveta y tomo su pastilla para el corazón aunque aún no fuera la hora indicada.

Se puso de pie y luego de mojar su rostro y de verse por varios segundos en el espejo de su baño salió hacia la cocina con cuidado de no despertar a Juliana que parecía muy dormida en su incomodo sofá.

Saco un frío y refrescante vaso de agua del refrigerador y se apoyó en la barra de su cocina mientras tomaba el líquido con tranquilidad. Observaba la tranquila respiración de Juliana y por un momento sintió envidia de que ella si pudiera dormir como un oso, como si no estuviera en una casa ajena en un incómodo sofá, probablemente con frio.

Recordó el camisón enorme que le había prestado para que no durmiera incomoda con su ropa de día y mordió su labio inferior imaginando que solo eso estaba cubriendo su cuerpo. Probablemente estaría en boxer, sin brasilera eso la hizo calentar un poco más.

Entre imposibles - Juliantina G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora